La falta de luz unido a la necesidad de permanecer en completo silencio determinan las características del equipo que debe utilizarse en las esperas.
Independientemente de que sea verano o invierno, las características que deben reunir el arma y la munición para afrontar una espera de jabalí son las mismas, pero no el visor.
La mira a utilizar tiene que ser de la máxima calidad si queremos que rinda correctamente en invierno porque no solo hay normalmente menos luz, y por tanto la transmisión de su sistema óptico tiene que ser máxima, sino que también debe ser impermeable y poseer lentes que ni se empañen ni se congelen con las bajas temperaturas y la humedad del ambiente.
CALIBRES DE POTENCIA MEDIA
En una espera se dispara cerca sobre un jabalí que está parado, a diferencia de lo que sucede en montería que, aunque le tiremos cerca, pasa normalmente cargado de adrenalina a toda velocidad por el puesto huyendo de los perros, por lo que no es necesario ni conveniente utilizar calibres que sean muy grandes ni muy potentes.
Tampoco poco potentes porque, aunque el blanco está estático a veces, debido a la falta de luz, no se puede apuntar con precisión y si utilizamos un calibre pequeño o poco potente podemos dejarlo herido si no colocamos bien el tiro. Y no es en absoluto una buena idea dejar herido un jabalí por la noche y mucho menos pistearlo sin tener experiencia.
Como mínimo, para tratar de evitar que el jabalí quede herido, si no podemos apuntarlo bien (si le apuntamos mal dará igual el calibre que usemos) se deberían utilizar calibres de 7 o más milímetros que, como mínimo, desarrollen una potencia igual o mayor que un .270 Win. con bala de 150 grains.
Pero los mejores resultados se consiguen con cartuchos que disparan proyectiles de mayor diámetro o ligeramente más potentes. Por ejemplo, con el .270 WSM; 7 mm Remigton Magnum; .30-06; 8×57 JS; .300 Win. Mag., etc.
Por supuesto, se pueden emplear calibres más grandes o más potentes, pero no lo aconsejo por dos razones: primero porque los calibres más pequeños citados matan a un jabalí por grande que sea igual de bien que los más grandes; y, segundo, porque los rifles que disparan estos calibres son más manejables y menos peligrosos para nuestro ojo.
Yo he utilizado mucho en esperas el .338 Win. Mag. y, cuando era muy joven (por no decir bruto), también el .375 Holland & Holland Magnum y nunca me ha pasado nada.
Cuando comencé a utilizarlos porque tuve suerte y luego porque, después de presenciar cómo un amigo se abría la ceja con el visor de mi .375, siempre me lo pensaba antes de soltar el tiro y disparaba solo cuando estaba seguro de tener el arma bien apoyada en el hombro y comprobaba que mi ojo estaba a la distancia correcta del visor.
Por supuesto, disparando de noche este accidente te puede ocurrir con cualquier rifle medianamente potente si no tienes la precaución antes de disparar de comprobar que estás viendo a través del ocular todo el campo visual (lo que indica que el visor está a la distancia de seguridad al ojo correcta); pero evidentemente no es lo mismo que, debido al retroceso, te golpee el ocular del visor de un .30-06 que el de un .375 H&H Mag.
LA BALA ES LA QUE MATA
El diseño del proyectil, como en cualquier modalidad de caza mayor, tiene casi más importancia que el calibre utilizado porque si no utilizamos balas con un peso y diseño apropiados o bien no se deformarán o se deformarán demasiado durante el impacto.
Básicamente, se comercializan tres tipos de balas para caza mayor que no se pueden confundir, lo que no es fácil porque tienen un diseño interno muy diferente pero exteriormente pueden ser muy parecidas:
1. De expansión controlada, con un diseño interno que impide que el proyectil se fragmente.
2. Semiblindadas, la expansión se controla por su peso.
3. De rápida expansión, ideadas para asegurar que se produzca siempre la máxima expansión.
Pues bien, como en una espera se dispara a corta distancia y por tanto la bala impacta en el jabalí con una velocidad muy alta, lo que hay que evitar es que el proyectil se fragmente y no penetre lo suficiente.
Concretamente con los calibres medios citados se deben usar balas de expansión controlada, pues evitan precisamente que el proyectil se desorganice por exceso de velocidad.
Y también, por supuesto, se pueden usar balas semiblidadas de peso medio porque las más ligeras que montan estos cartuchos, sobre todo si utilizamos calibres rápidos (como el .270 Win. o cualquier calibre magnum) expanden demasiado en un jabalí.
Por ejemplo, balas semiblindadas de 150 grains en los calibres .270 (Win y WSM); proyectiles de 165-180 grains en el .30-06; 196 grains en 8×57 JS; de peso comprendido entre 150 y 175 (o sea, más de 150 y menos de 175); y 180 grains en calibre .300 Win. Mag.
Solo en el caso de utilizar calibres estándar o magnum más grandes de 8 mm o más potentes (9,3×62; .338 Win. Mag; .35 Whelen, etc.) se deben utilizar los proyectiles semiblindados más ligeros que montan estos cartuchos porque son lo suficientemente grandes y pesados para que no se desorganicen en un animal de la talla de un jabalí ‘español’.
Por la misma razón, con los calibres más grandes se pueden emplear balas de expansión rápida; munición que, sin embargo, bajo ningún concepto debemos utilizar en los calibres medios (magnum o estándar) muy rápidos, como el .270 Win.
La única vez que he dejado muy malherido a un jabalí durante una espera me ocurrió en Alemania precisamente con el calibre .270 Win porque tuve que probar, casi por imperativo, una bala de 130 grains que se suponía que pese a su ligereza era muy ‘dura’.
Le pegué un tiro en todo el codillo a unos 25 metros y fue a refugiarse a una zona de matorral muy denso, donde murió al cabo de un buen rato, situada a unos 50 metros del comedero. Era relativamente pequeño y tenía una herida impresionante pero poco profunda, por lo que les aseguro que si hubiera sido grande no lo habría cobrado, entre otras cosas porque quiero pensar que no le habría tirado con esa munición.
RIFLES SILENCIOSOS Y SEGUROS
Lo ideal sería poder utilizar un rifle que pudiera cargarse y asegurarse al llegar al puesto porque sus mecanismos no hagan mucho ruido; pero lo cierto es que, aunque alguno que otro modelo cumple este requisito (por ejemplo, el Blaser R-8), la mayoría de los mecanismos de los modelos de cerrojo y, que yo recuerde, los de todos los semiautomáticos hacen más ruido de lo deseable.
Más importante aún es utilizar un arma que posea un mando del seguro que no haga ruido y que, además, sea realmente seguro porque mantenga destensado el mecanismo de disparo en vez de bloquear el recorrido del gatillo, que es como actúan la mayoría de los seguros normales.
Nos permitirá armarlo sin hacer ruido antes de disparar y, mientras que no esté activado, impedirá que el rifle se dispare aunque se nos caiga de las manos, por ejemplo al ir a cogerlo o al apoyarlo o porque nos durmamos, que cazando de noche de todo puede pasar.
Otro punto importante a tener en cuenta es que el disparador esté regulado con un peso que impida que el rifle se dispare involuntariamente, lo que de noche es fácil que suceda con un gatillo muy sensible, por ejemplo con la emoción del lance o si hace frío o disparamos con guantes.
¿A qué peso debe estar regulado? Pues al que nos encontremos más a gusto y nos permita disparar sin dar gatillazos. Depende de cada persona, pero yo no aconsejaría en ningún caso utilizar en una espera en invierno un gatillo regulado a menos de 700-800 gramos. Vamos, ni tampoco en verano porque, como tiramos cerca (no es un tiro de rececho a 200 o más metros), no es necesario.
Por cierto, hablando de distancias, no hemos dicho que con los calibres que hemos mencionado y demás similares, la puesta a tiro del arma debe hacerse a 100 metros.
OBJETIVOS Y GRANDES RETÍCULAS ILUMINADAS
Durante las esperas los mejores resultados se obtienen con miras de alta calidad con objetivos grandes, de 50 o de 56 mm, tratados para que repelan el agua.
Como se tira cerca pero se ve poco, deben poseer aumentos variables suficientes que nos permitan ‘acercarnos’ al blanco (aunque usar miras con más de 10x o 12x no es necesario) y una retícula en segundo plano iluminada que nos permita apuntar con precisión, a ser posible cuya batería sea fácil de reemplazar, si es necesario, en la oscuridad.
La tipo 4A iluminada, a mi modo de ver, es perfecta.
Ya se utilizan tan poco que al menos en España no son muy frecuentes, pero lo cierto es que en esperas también dan muy buen resultado las retículas 4 no iluminadas en primer plano porque, como sus trazos aumentan de tamaño al incrementar los aumentos, de noche se ven muy bien cazando con la luz de luna.
Yo uso en verano un Zeiss Victory 2,5-10×50 con este tipo de retícula y rara vez he tenido que encender el foco.
Por supuesto, hablando de foco, si utilizamos luz artificial también podremos usar visores con objetivos de menor diámetro e incluso miras de menor precio.
En este último supuesto, como mínimo el visor tendría que ser impermeable, utilizar una batería de larga duración y una retícula tipo 4A iluminada que no cree destellos cuando se conecta de noche. Y por supuesto, como la trasmisión de la luz no es comparable con la de alta gama, el objetivo debe ser de 56 mm.