La caza es una actividad ancestral que ha conseguido perdurar hasta la actualidad como herramienta de gestión de la fauna salvaje y como actividad social propia de los entornos rurales.
Fruto del despoblamiento rural y el paso del tiempo con nuevas generaciones, se ha ido perdiendo el conocimiento general de la población del funcionamiento en sí del mundo rural, de las tareas necesarias a llevar a cabo para su gestión y conservación y también de actividades concretas como la caza.
Hoy en día, seguramente poca gente fuera de la vinculada al sector cinegético, sabrá que en Cataluña los que practican la caza y la disfrutan, pueden hacerlo con muchas modalidades diferentes y pueden hacerlo sobre una buena variedad de especies, garantizando su conservación y fomentando la biodiversidad, disfrutando del patrimonio gastronómico de la carne de caza, y todo, en entornos tan diversos como excepcionales.
A modo de ejemplo, y sólo refiriéndolo a la caza del jabalí en Cataluña, las modalidades utilizadas para su caza son las siguientes:
Batida: se busca una zona donde se cree (según los rastros) que hay jabalí, se colocan los cazadores en los pasos (paradas) donde se cree que puede pasar el jabalí una vez levantado, se sueltan los perros con el objetivo de que estos, mediante el rastro o batiendo terreno, localicen el jabalí, lo levanten y lo persigan, esperando que el jabalí huya y pase por el paso donde está uno de los cazadores esperando).
Ganxo: igual que la batida pero con menos gente y batiendo mucho menos terreno.
Acostament: búsqueda del animal y una vez localizado, se trata de acercarse lo máximo posible para efectuar el disparo.
Aguait diürn: esperar al animal desde un punto estratégico y esperar a que pase para poder cazarlo (para el aguardo nocturno hay que pedir permiso).
Al salt: en solitario o en grupo reducido de personas, con la ayuda o no del perro o perros, ir caminando por el bosque e intentar sorprender al animal con el fin de cazarlo.
Del cencerro al gps
La tradición cinegética catalana se mantiene viva, a pesar de la acumulación de elementos que le juegan en contra.
El paso del tiempo ha hecho evolucionar algunas cosas, eso sí. Así pues, podemos ver como un cazador de conejo, que antaño, vestía con pantalones de pana y camisa de felpa, llevaba el zurrón, la canana con cartuchos de cartón y la escopeta plana de martillos, acompañado de su perro de media oreja, hoy en día, sigue cazando el conejo, pero con ropa técnica y vistosa, una mochila, una escopeta más moderna con cartuchos de diferentes gramajes y con un perro controlado con un collar gps.
Cada día hay más gente en el bosque
La sociedad también ha cambiado mucho y, si bien el mundo rural está en retroceso, el número de usuarios que lo frecuentan cada vez es mayor. Antes en el bosque estaba el propietario, el leñador, el cazador y pocos más, hoy en día ¡está todo el mundo! Y a más usuarios, más riesgos.
Este hecho, supone un reto mayúsculo a la hora de compatibilizar sus usos, sobre todo con el fin de minimizar el riesgo de accidentes.
La seguridad durante la caza del jabalí
Entre otras medidas de carácter más vistoso (ropa reflectante, etc), los cazadores hoy en día ya están obligados a señalizar las batidas, en concreto se señalizan los accesos (caminos principales) de la zona donde se lleva a cabo la cacería.
Están obligados a pagar un seguro también para el ejercicio de la actividad, que se desarrolla en terrenos privados en buena parte de los casos y, por tanto, en cotos de caza donde se requiere el permiso de la propiedad, necesitan permiso de armas y licencia de caza. Es una actividad absolutamente regulada, también en relación a qué y cuándo se puede cazar en cada época del año mediante el orden de vedas.
Recientemente, el Gobierno de la Generalitat intentó que las cuadrillas de caza del jabalí comunicasen mediante una App o página web, indicando la matrícula del terreno cinegético, la fecha, el horario previsto, el municipio y paraje de la batida.
Esta imposición generó un malestar generalizado entre el colectivo la temporada pasada, hasta el punto de que se inició una huelga insólita que se desconvocó después de que el Gobierno diera marcha atrás con su propuesta de comunicación, sólo obligando a comunicar las batidas en espacios públicos y algunos EINS.
Los factores meteorológicos, el número definitivo de participantes, los rastros…, son ejemplos que demuestran que NO se puede comunicar con antelación la mayoría de cacerías de jabalí en Cataluña
La gran mayoría de batidas en Cataluña se organizan el mismo día de la cacería, una vez se sabe el número de cazadores y perreros de que se dispone, y después de haber comprobado los rastros de la zona a batir.
Como hablamos de jabalíes y estos no son territoriales, quizás durante unos días se encuentran en un lugar y el día de la batida pueden haber marchado a otra zona, lo que hace muy difícil delimitar con antelación la zona a batir, convirtiendo la medida de la comunicación digital generalizada en una herramienta de escasa viabilidad y utilidad.
Adicionalmente, esta medida, excluye e inhabilita otras modalidades de caza que se realizan en Cataluña, por lo que sólo se podría entender la “comunicación digital” en grandes batidas organizadas entre cuadrillas, que se preparan con mucho tiempo y reúnen a muchos cazadores y perros que baten muchas hectáreas, pero éstas no representan la mayoría de actuaciones que se realizan cada semana en todo el territorio.
Así pues, la polémica está servida, ¿realmente la comunicación digital que propone el Gobierno garantiza más seguridad? El colectivo lo tiene claro, NO.
La regulación de actividades, una de las soluciones
Estos días por la red corre un vídeo donde se ve a un cazador haciendo postura en un sendero mientras simultáneamente le salta el jabalí justo en el momento en que le aparece un motorista que circulaba por allí. Es un ejemplo de lo que pasa algunas veces: acceso al medio natural de personas sin ningún control (excursionistas, motoristas, boleteros, ciclistas,…).
En este caso, en una batida señalizada, en un sendero (donde NO se puede circular), si el cazador hubiera disparado, habría habido una alta probabilidad de accidente (rebote bala, error del disparo, esquirla…). En este caso era una moto y, por el ruido, el cazador se alertó de su presencia, pero ¿y si se hubiera tratado de un excursionista, un setero o un ciclista?
Todo el mundo quiere seguridad, tanto las personas que cazan como las que disfrutan del medio de alguna otra forma, pero sobre todo, hay que estar alerta, respetar los avisos y usar el sentido común.
El bosque (un 77% es privado) no es de todos y hay que regular sus usos y debe prevalecer su caza dado que es una actividad legal, regulada y con permiso de la propiedad y por el riesgo que puede suponer para el resto de usuarios del medio. Esto implica pedagogía, pedagogía y pedagogía, desde todos los sectores, pero principalmente desde la Administración.
Hay que explicar que esta actividad, la caza, se realiza y es necesaria, y hay que explicar a la población cuáles son las medidas básicas generales para evitar riesgos. Sin tabúes, sin ataduras y sin miedo a perder votos.
La pedagogía, la clave
Hasta que esta pedagogía no llegue por parte de la Administración, desde Cinegeticat no nos cansaremos de hacerlo (¡de hecho ya nacimos con este objetivo!), por lo que recordamos aquí algunas recomendaciones que muy seguro son de utilidad para contribuir a reducir los accidentes y a mejorar la seguridad:
Que todo el que acceda al bosque lo haga con ropa bien vistosa.
Respetar las señales de batida.
Consultar con los propios cazadores cuáles son las zonas donde no se está cazando.
Utilizar las vías, caminos más generales y evitar pasar por senderos.
Hablar y comunicarse con respeto y educación.
El bosque es lo suficientemente grande para poder ejercer diferentes actividades sin estorbarse los unos con los otros; sólo habría que proteger y priorizar la caza por los beneficios de su actividad (protege la biodiversidad, disminuye los daños a la agricultura y los accidentes de tráfico,…) y por el riesgo que conlleva al mismo tiempo de coexistir con el resto de usos y usuarios del medio rural.
La pedagogía, el respeto y el sentido común son las medidas más eficaces para la mejora de la seguridad en el ejercicio de la caza.