Caídas y, en menor medida, heridas por disparos son las consecuencias de los principales accidentes que sufren los cazadores de menor cuando practican la caza al salto o en mano. Desde puesto fijo son menos frecuentes pero también se producen y, sobre todo los causados por las armas, tienen consecuencias nefastas, por lo que también los tratamos en estas notas.
Salvo que, para llegar al puesto cargado con la escopeta, mochila, silla, etc., o para recoger las piezas abatidas, tengamos que caminar por un terreno con una orografía muy complicada, desde puesto fijo la posibilidad de sufrir una caída es remota, aunque evidentemente hay que preveerla.
También es difícil herir a otra persona porque normalmente los demás puestos, si los hay, están muy alejados del nuestro y colocados de modo que no los podemos alcanzar con nuestros disparos.
Sin embargo, al entrar o salir del puesto, al encarar o bajar el arma y mientras permanecemos en él, sí existe la posibilidad de pegarnos un tiro nosotros mismos que, dada la corta distancia, nos causará una herida muy grave.
No es el primer cazador que se ha quedado manco, volado un pie o se ha matado al coger la escopeta por los cañones para sacarla o introducirla en el puesto o porque la ha apoyado mal y ésta se ha caído y disparado, lo que nunca o muy difícilmente hubiera sucedido si se entra o se sale del puesto con la escopeta descargada y ésta se mantiene en seguro cuando no se desea disparar.
CONSEJOS DE SEGURIDAD PARA CAZA EN MANO Y AL SALTO
Por caza en mano se entiende la que practican en cuadrilla varios cazadores que baten el terreno mientras avanzan, generalmente con la ayuda de perros.
La caza al salto, sin embargo, se practica en solitario con o sin perro.
En el primer caso es importantísimo que todos los cazadores de la mano avancen de forma ordenada y sincronizada para que unos no se adelanten o se retrasen con respecto a los otros, ya que si esto sucede se pondrán en la línea de tiro de otro cazador con el peligro de ser alcanzado por los disparos.
También es muy importante que en este tipo de caza se utilicen gafas y chalecos de seguridad u otras prendas diseñadas con el mismo propósito, como gorras, que, a diferencia de lo que se cree, no espantan a la caza, preocupada por el ruido de los integrantes de la mano, por ejemplo, llamando a sus perros, y por los propios perros.
Igualmente, la mano debe avanzar o cambiar de dirección manteniéndose siempre los cazadores alineados y alejados a una distancia prudencial de los demás, y todos deben portar sus escopetas de modo que los cañones nunca apunten a ningún compañero.
Especialmente los que cazan en el interior de la mano, y por tanto a su izquierda y a su derecha hay otros cazadores, deben mantener la escopeta con los cañones apuntando siempre hacia delante o hacia el cielo.
Llevar la escopeta muy baja apuntando hacia cerca de nuestros pies es también peligroso porque en caso de dispararse los perdigones pueden rebotar y herirnos si el tiro impacta en una superficie muy dura.
Al terminar de cazar o mientras nos tomamos un descanso y planificamos la mano, quien escribe (J.F.París) se ha horrorizado más de una vez viendo una cuadrilla (o mejor dicho, grupo de cazadores que no nos conocíamos, porque si llega a ser mi cuadrilla me “borro”) reunida o andando juntos con las escopetas sin abrir, apoyadas en el hombro con los cañones apuntando hacia los compañeros que van detrás, etc.
“No pasa más porque Dios no quiere”, decía mi padre.
CON LAS ESCOPETAS EN SEGURO
Ya sea cazando en mano o en solitario, la escopeta tiene que ir asegurada mientras se camina, porque así, en caso de caerse o que por un descuido alguna rama se introduzca en el arco de guardamontes, el arma no se disparará.
Con un poco de práctica, incluso utilizando una escopeta semiautomática que lleva el mando del seguro en el arco de guardamonte, es posible quitarlo rápidamente mientras se encara.
Por si después de disparar, se nos hubiera olvidado asegurar la escopeta, es especialmente importante cerciorarnos de que está con el seguro puesto cuando nos desplazamos por una zona con mucho matorral, lo que haremos además protegiendo el arco de guardamontes con la palma de la mano y con los cañones apuntando hacia delante o hacia arriba.
Igualmente es muy importante comprobar que la escopeta esté en seguro siempre que nos desplacemos por un terreno pedregoso, resbaladizo o con pendientes muy pronunciadas y, en general, no nos sintamos seguros mientras caminamos.
Igual lo es en caso de tener que acelerar el paso (nunca correr) para ir a recoger una pieza herida.
Si es necesario descender o subir pendientes o saltar vallas u otros obstáculos, lo mejor es abrir la escopeta si es de cañones basculantes o el cerrojo de las semiautomáticas porque, como ya hemos explicado en otros capítulos de esta sección, si una escopeta, aún con el seguro puesto, recibe un golpe muy fuerte, puede también dispararse.
Esto se debe a que el mecanismo de los seguros convencionales que utilizan la mayoría de las armas lo único que impide es que retroceda el disparador. Es decir, no desamartillan el mecanismo de disparo, que queda armado y puede dispararse si se suelta la aguja percutora al recibir la escopeta (o parte de ella) un fuerte golpe.
ATENCIÓN A LOS REBOTES Y AL PERRO
Todos los proyectiles rebotan si impactan con un ángulo determinado contra una superficie dura, y los perdigones no son una excepción.
Por esta razón no es el primer cazador que se ha plomeado a sí mismo, a un compañero o a su perro porque ha rebotado la perdigonada, por ejemplo, al disparar sobre un conejo que corre entre piedras (que además pueden no advertirse por estar tapadas por matorral), al chocar los perdigones contra un tocón, etc.
Igualmente, cazando piezas de pelo o de pluma cuando vuelan bajas, se han herido muchos perros, a veces sin que se lo explique el cazador, que, aunque dispara dos metros por encima del perro, no comprende por qué ha resultado herido.
Tenga en cuenta el lector que un cartucho de escopeta contiene muchos perdigones que a veces no solo no son perfectamente esféricos, sino que están cortados o son completamente deformes, y que estos perdigones al salir por la boca del cañón describen trayectorias muy erráticas que pueden alcanzar al perro aunque no esté muy cerca de la pieza.
Depende de la distancia de tiro, pues a mayor distancia estos proyectiles se alejan más del resto, pero, como norma general, no se debería nunca tirar sobre una pieza que en el momento del tiro esté a menos de tres metros del animal.
El mismo accidente con el perro puede suceder, aunque todos los perdigones sean esféricos, si disparamos sobre una pieza seguida por el can que esté a más de 30 metros de nosotros, ya que la perdigonada, a medida que se aleja del cañón, se dispersa mucho transversal y longitudinalmente.
La dispersión longitudinal se llama cauda y puede llegar a ser de unos tres o cuatro metros de larga a esta distancia, de modo que si disparamos sobre un conejo o libre que se mueva perpendicularmente a nosotros y nos quedamos cortos al disparar, es posible también que alcancemos al perro aunque corra detrás de la pieza y esté a varios metros de ésta.
De hecho, esta dispersión longitudinal del plomeo es la principal responsable de que se plomeen los perros cazando conejos y liebres.
Sin embargo, en el caso de aves, como las codornices, las heridas las causa la dispersión transversal de la perdigonada.
OJO CON EL ALCANCE DE LOS PERDIGONES
Nunca se debe disparar una carga de perdigones hacia casas o personas por lejos que nos parezca que estén de nosotros.
Por desconocimiento de la balística de una escopeta, muchas personas, aunque son conscientes de las terribles heridas que causa un disparo de este tipo de arma a cortas distancias y toman sus precauciones para evitar que se produzca un accidente, se relajan y apuntan descuidadamente mientras caminan si sus compañeros no están cerca de ellos. Incluso los hay que no dudan en disparar hacia donde hay otros cazadores cuando éstos están, según su erróneo criterio, fuera de tiro.
Y si bien es cierto que el alcance máximo de una perdigonada es muy corto en comparación con la de una bala, también lo es que a más de 100-150 metros los perdigones, aunque no sean capaces de producir heridas letales, sí pueden dejar ciego a una persona que no utilice gafas protectoras o impactar en una vena, perforarla y causarle una importante hemorragia.
Tenga en cuenta el lector que los perdigones del número 7 tienen un alcance máximo de unos 230 metros. Igualmente, los del 6, también muy utilizados en nuestro país, alcanzan los 250 metros y más de 200 metros los del 9. ¡Y hay quien los utiliza del número 5 o más gruesos!
Pero además, quienes no tienen cuidado con este tema, desconocen que en raras ocasiones los perdigones pueden llegar a fundirse parcial o totalmente durante el tiro, por lo que, en vez de disparar una carga de perdigones, en realidad lo que estamos haciendo es tirar “postas” deformes mezcladas con perdigones.
Esto sucede cuando el taco está defectuoso y el dardo de la llama de la pólvora alcanza la munición y la funde.Hoy día es raro que pase porque los tacos son de muy buena calidad, pero puede ocurrir.
Si tienen al menos mi edad, seguramente habrán escuchado más de una vez narrar con asombro a algún cazador cómo ha destrozado una pieza a la que le había tirado muy lejos con sus cartuchos de perdigones.
Cuando ocurre esto, el cazador suele pensar que se ha equivocado de cartucho y que ha disparado una bala. Y, en efecto, a la paloma, perdiz, etc. la alcanzó un balazo, pero de perdigones fundidos.
Tuvo la pieza, además, mucha mala suerte, porque estos proyectiles, al ser deformes, no describen trayectorias muy rectas.
Guía de seguridad en la caza elaborada por Trofeo Caza y Mutuasport