Hace mucho que quería escribir este artículo, pues creo que se trata de uno de los descubrimientos más interesantes que se han realizado en los últimos años sobre el aprendizaje canino y su útil aplicación en la educación canina. Vamos a adentrarnos en cómo evoluciona el cerebro de un cachorro en los primeros meses de vida.
Desde hace tiempo sabemos que la maduración psíquica de un cachorro tiene una gran importancia en la conformación del carácter de un perro y de cómo va a desarrollar la actividad a la que se dedique.
Pero tan solo en la actualidad estamos descubriendo cómo se producen estos mecanismos y cómo podemos actuar sobre ellos. En este sentido, nos hemos adelantado, tratando en varias ocasiones la fase de sociabilización que se produce entre los 20 días y los tres meses de edad del cachorro, y en la que se establecen los vínculos con el mundo exterior.
En un cachorro bien sociabilizado esa relación con lo que le rodea será normal y por lo tanto será un perro equilibrado mentalmente y ávido de aprender.
Un cachorro mal sociabilizado será tímido, asustadizo y con dificultades en el aprendizaje.
Pues bien, ahora sabemos muchas más cosas. Entre ellas que en edades tempranas el sistema nervioso de un cachorro está formado por una gran maraña de neuronas, prolongaciones neuronales y conexiones nerviosas, muchas más de las que va a necesitar a lo largo de su vida.
Estas neuronas y sus conexiones se refuerzan con su uso, mientras que las que no se utilizan van desapareciendo. Esto nos ha dado la clave para entender lo importante que son las primeras semanas de vida, no solo para la conformación del carácter del perro, sino de sus aptitudes.
Ello significa que si queremos un perro que sea muy bueno en una aptitud, si desde pequeñito estimulamos esta actividad, estaremos reforzando toda la parte del cerebro dedicada a ello.
Desde hace tiempo me he interesado por una serie de pruebas y competiciones a las que los propietarios de perros americanos tienen mucha afición, que denominan tracking.Esto no es, ni más ni menos, que enseñar a un perro a seguir un rastro concreto.
El “juego” consiste en que una persona deja un rastro y al final de éste, un objeto (habitualmente un guante). El perro tiene que rastrearlo con precisión (es decir, siguiendo cada curva) hasta descubrir y marcar (o cobrar) el objeto.
Estas pruebas no se ciñen a perros de caza o de trabajo, sino que se realizan con cualquier tipo de perro como divertimento y para reforzar los vínculos entre perro y dueño a través del esfuerzo conjunto.
Lo curioso de estas pruebas de rastreo es que pueden participar cachorros de tres meses en adelante. Y aquí viene lo curioso, lo de los cachorros de tres meses. ¿Han probado a rastrear con un perro de esta edad y que se fije en un rastro concreto sin dispersar su atención?
Pues bien, haciendo esto (¡y no saben lo bien que lo suelen hacer los cachorritos!) lo que estamos es estimulando la parte del cerebro donde se aloja el olfato y la conducta de rastreo.
Yo lo practico actualmente con todos mis cachorros desde edades muy tempranas y sea cual sea la actividad a la que le voy a dedicar.
Da igual que sea un sabueso de rastro (que parece más justificado), o que sea un perro de pluma que caza por alto venteando la pieza con la nariz levantada.
Desde mi punto de vista, todo perro que sale al campo debe saber rastrear. Debe saber rastrear porque debe saber encontrar a su dueño cuando se aleja o se pierde, o porque debe encontrar una perdiz herida de ala o seguir la pista de una liebre o un jabalí.
El rastreo en los perros de campo es imprescindible, y si comenzamos a edades muy tempranas estaremos desarrollando al máximo las zonas del cerebro vinculadas con esta actividad. He puesto el ejemplo del rastreo, pero podemos realizarlo con otras actividades, como es el cobro, donde se realizan actuaciones de cierta complejidad mental.
Pero además, realizar este trabajo refuerza mucho los vínculos entre el perro y su dueño, y por alguna razón activa algo en el cerebro de los cachorros que los hace más vivos y dispuestos a aprender. Los perros a los que se les estimula precozmente son mejores y más fáciles de enseñar.
PROTOCOLO DE TRABAJO PARA LOS PERROS DE CAZA
Todo esto de estimular precozmente a los cachorros está muy bien, pero, ¿cómo lo hacemos?
Pues es sencillo, a través del juego. Pongamos el ejemplo del rastreo que comentábamos antes.
- Debemos organizar el juego para que el guante esté al final de un rastro que resulte atractivo para el cachorro y lo siga de forma natural.
- Cuando llegue al guante, encontrará un poquito de sabrosa comida, lo que le estimulará a seguir el rastro cada vez que lo encuentre.
Al principio, este rastro será corto, y poco a poco lo iremos haciendo más largo y lo practicaremos con él dos o tres veces por semana.
En poco tiempo nuestro cachorrito será un campeón en el rastreo… y nunca lo olvidará. Lo mismo ocurre con el cobro.
- Utilizando el mismo guante, y mientras estamos sentados en el suelo acariciándole, lanzamos de manera bien visible el guante, a corta distancia. Esto es algo irresistible para un cachorro, lo perseguirá, lo atrapará en la boca y volverá encantado a las caricias.
- Entonces le acariciaremos y halagaremos durante un buen rato hasta que veamos que pierde interés por el “preciado tesoro” que tiene en la boca (el guante), que le retiraremos con mucha suavidad.
Hemos abierto la puerta a tener un gran perro de cobro.
Podemos diseñar cualquier tipo de juego, en función de la actividad a la que vayamos a dedicar al perro cuando sea mayor, para estimular la parte de su cerebro que va a ejecutarla.
Nadar, trepar por zonas abruptas, encontrar cosas escondidas, meterse por agujeros oscuros, etc… pero eso sí, siempre como un juego. El juego es una importantísima herramienta de maduración del cerebro.
Juan José García Estévez
Veterinario
Hola , sin duda ,las explicaciones que se ofrecen aqui son muy interesantes , y me parece que acertadas tambien , creo que en manos de un buen educador son una gran herramienta ,saludos y muchas gracias