Repito el título: gracias, gracias a nuestros mayores por inculcarnos esta afición sana, elegante y respetuosa como es la caza en cualquiera de sus modalidades.
Regulada como afición o hobby lleva practicándose en España desde el siglo XIX y así deberá continuar avanzando y evolucionando en el tiempo, por mucho que algunos colectivos nos la intenten prohibir.
La caza es necesaria. Demostrado quedó durante el estado de alarma con la influencia y necesidad que el campo precisa de nosotros, ya no solo por los accidentes de tráfico producidos por fauna salvaje, ataques de jabalíes o invasiones en ciudades, sino también por los daños de especies menores en la agricultura, así como plagas, enfermedades, etc.
La naturaleza es sabia, sí, pero la cadena trófica tiene otorgados unos rangos en los que profesionales, biólogos, asociaciones y organizaciones ayudan a establecer, así como a marcar y seleccionar, los límites de lo que puede considerarse normal o superpoblación. Por supuesto, nosotros, como cazadores, somos partícipes en ello ayudando en dicha gestión.
Cierto es que todo ha cambiado con el paso del tiempo. Mi padre, cazador desde que nació (tiene ahora 73 años) me explica las diferencias de lo que era cazar antes y lo que es cazar ahora. Lo cierto es que, por muchos cambios que puedan surgir en una sociedad avanzada, la esencia de la verdadera caza seguirá siendo la misma por mucho que pasen los años.
Salir al monte, disfrutar del entorno, de nuestras amistades, de las anécdotas que nos ocurren, de nuestros inseparables perros, del olor a campo y naturaleza son detalles que se van transmitiendo generación tras generación.
De hecho, empezamos a vivir nuestras jornadas desde el momento en que decidimos organizar con los compañeros el día que iremos a cazar. Da igual que sea lunes o jueves, hasta que llega ese esperado día estamos ‘cazando’ en nuestra mente, organizando futuros momentos con nerviosismo, comentando detalles sobre la zona o las especies, o hablando sobre qué cartucho llevar con el resto de compañeros. Eso forma también parte de la caza, que no es solo el abatir un animal.
Nuestros mayores lo vivían con la misma intensidad o más. Organizaban las cacerías sin tantas tecnologías como tenemos ahora, sin redes sociales, sin imágenes de satélite de la zona a cazar ni teléfonos inteligentes, mucho menos GPS. Mapa en mano se recorrían cotos de media España amontonados en vehículos de la época, mezclados en los asientos traseros con perros, escopetas, cartuchos y comida. Así eran sus aventuras.
Hoy en día nosotros vamos con vehículos de última generación, neveras conectadas para mantener la temperatura, remolques o carry packs para nuestros perros, e innumerables útiles que nos mejoran nuestra jornada.
Nuestros mayores eran distintos: no tenían las últimas tecnologías en armas, ni mucho menos en cartuchería, tampoco botas de última generación, ropa térmica o chalecos de alta gama ni del sinfín de herramientas de las que disponemos hoy en día nosotros.
Somos afortunados, primero, por las facilidades y comodidades con las que contamos a día de hoy, y principalmente, por haber tenido de maestros a nuestros mayores. Sin ellos esto no sería posible.
A quién, de los que leen estas líneas, no les vienen recuerdos de antaño, de cacerías con un padre, con un tío, un abuelo o un amigo, cargas máximas de experiencias y aventuras vividas en las que, nada más cerrar los ojos para recordar instantes vividos, se nos eriza la piel aflorando sentimientos únicos e indescriptibles. Eso también es caza.
Disfrutad de vuestros mayores los que aún podáis hacerlo; los que, lamentablemente, a día de hoy ya no podáis, cerrad los ojos y recordad grandes vivencias con ellos.
Os propongo algo, yendo más allá: cuando estéis en el monte parad un segundo, haced memoria y buscad ese instante que os traiga, por unos momentos, un recuerdo de ese lugar, ese lance, ese cobro o esa ladera por la que rompíais el monte juntos.
Pensad en ellos, disfrutad de ese momento como si estuviese la persona que os amamantó con la caza, a vuestro lado, para así resurgir, experimentar y vivir la caza en ese momento en su compañía.
Me repito, gracias, gracias a nuestros mayores por lo que fueron, son y serán: nuestros auténticos maestros para cada uno de los cazadores de este país y del mundo entero.
Pasioncaza-Anglada.
si soy absolutamente de acuerdo con usted yo antes estaba cazador en Francia cazaba con mi abuelo mi padre mis primos mis tíos un momento de mi vida inolvidable el problema para mí es que ahora todo eso se acapara los políticos es mi opinión y muy mal. por la caza en europa
un saludo
Jean Louis