Los cazadores estamos acostumbrados a que se nos mire con recelo, entre otros motivos, por la teórica peligrosidad de nuestra actividad venatoria. En reuniones familiares o con amigos, es frecuente escuchar comentarios referidos a los riesgos que corremos y provocamos al ser cazadores. Lo mismo ocurre por parte de organismos oficiales. En los estudios previos a una posible nueva Ley de Caza en Navarra se incluye el concepto de “actividad peligrosa”, y esta es una apreciación totalmente errónea, injusta y discriminatoria, pues la siniestralidad en la caza es extremadamente baja y prácticamente la totalidad de los escasos accidentes que se producen son heridas, traumatismos, quemaduras, infartos, etc. Los mismos que se pueden producir en cualquier otra actividad al aire libre. Entre los pocos accidentes que se producen, son rarísimos los que se deben al uso de armas, las estadísticas así lo demuestran. En Navarra, hace años que no ha habido un accidente mortal de caza relacionado con el uso de armas; sí los ha habido por otras causas, caídas de palomeras, infartos, etc.
Todas las actividades humanas conllevan el riesgo de sufrir accidentes, pues estos se producen incluso en la vida doméstica y algunos de ellos son de extrema gravedad. El ciclismo, el motociclismo, el parapente, el montañismo, el alpinismo, el esquí, etc. producen anualmente un número muy superior de accidentes, muchos de ellos mortales. En enero de 2022, en la zona que va desde el pico de Aspe hasta el Midi D’Ossau, en menos de una semana se produjeron cinco muertes por accidentes de montaña: un montañero en el Aspe, una montañera cerca del Midi y tres esquiadores en Astún (Truchas). A estas víctimas habría que añadir, en las mismas fechas, varios accidentados más, algunos de ellos con politraumatismos graves. En la mayoría de los casos se trata de menores de 30 años o mayores de 65. Lo mismo podemos decir de los accidentes de tráfico, que continuamente producen numerosas víctimas. Como estos podríamos poner otros muchos ejemplos.
A pesar de la baja siniestralidad que tiene la caza, la repercusión mediática y social que tienen sus escasísimos accidentes es muy grande, sobre todo si están relacionados con el uso de armas, que son un porcentaje extremadamente bajo respecto al total. Un arma es un elemento inanimado cuya peligrosidad depende, exclusivamente, del mal uso que de ella podamos hacer, pero esta misma consideración podemos aplicar a un coche, una moto, una tabla de esquí, un cuchillo de cocina, etc. Los escasos accidentes de caza generan en algunas personas absurdos e injustificados sentimientos contrarios a la caza.
Los cazadores tenemos, en nuestra inmensa mayoría, un alto nivel de formación. En primer lugar, porque tradicionalmente existe una gran transmisión oral entre generaciones de los conocimientos, de las experiencias, del respeto por la naturaleza y de las normas de comportamiento y seguridad. También influye la gran cantidad de libros, prensa y documentales especializados disponibles y la abundante información en las redes sociales. Como en cualquier otro colectivo, en algunas ocasiones se puede producir una imprudencia y somos nosotros mismos los primeros que corregimos, incluso denunciamos y sancionamos a nuestro imprudente compañero.
En Navarra, como en cualquier otra Autonomía y en Europa, para la obtención de la primera licencia de caza es necesario asistir a un curso y superar un examen, organizados ambos por el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente. Poseer esta licencia de caza es imprescindible para obtener la licencia de armas, tras superar otro examen teórico y práctico realizado por la Intervención de Armas de la Guardia Civil, también hay que presentar un certificado de reconocimiento médico de estar capacitado física y mentalmente para poseer armas y no tener antecedentes penales que nos lo impidan. Esta licencia de armas hay que renovarla ante la Guardia Civil cada cinco años, con un visado cada tres a partir de haber cumplido los 67.
A pesar de estas consideraciones y de la misma manera que ocurre con el tráfico motorizado, las actividades en la montaña y cualquier otra actividad humana, es necesario no relajarse, mantener la atención, extremar la prudencia y mejorar nuestro comportamiento, buscando la mayor seguridad para reducir el número de accidentes al mínimo inevitable. La Asociación de cazadores de Navarra (Adecana), que tiene entre sus objetivos la formación integral y continua del cazador, lleva años trabajando en los temas de seguridad y prevención de accidentes en la caza y son numerosos los cursos sobre estas materias que hemos impartido, tanto en Navarra como en otras comunidades autónomas.
En este momento, ante una nueva temporada de caza, quiero tranquilizar a todos los usuarios del campo y del monte, por profesión o por ocio, que muchas veces nos miran con recelo, incluso con desaprobación. Puedo asegurarles que mucho antes de que ellos nos vean ya les hemos visto nosotros, y hemos adoptado todas las medidas de precaución necesarias incluso avisándonos por radio de su presencia. Pero también les quiero pedir respeto para nosotros y nuestra actividad, que es no solo legal sino legítima, pues somos cazadores por naturaleza desde nuestro origen y además, en muchas ocasiones, llevamos a cabo una actividad de gestión y control de las poblaciones de animales necesaria para la seguridad y el equilibrio de la naturaleza. También les pedimos que respeten las señales que colocamos avisando de la celebración de una batida de caza mayor, pues esto lo hacemos cumpliendo con la ley y por la seguridad de todos. Debemos respetarnos… y en el campo cabemos todos.
Miguel Iñigo Noain | Adecana