A la altura de Pétrola, un cartel informativo de la DGT advierte del peligro de la niebla. Unos kilómetros más adelante, la niebla comienza a ser espesa y a dificultar la conducción por la escasa visibilidad. En Barrax, el termómetro marca dos bajo cero.
Los campos están blancos por la escarcha.
La niebla da paso a un sol majestuoso. De Munera a El Bonillo comienzan de nuevo los bancos de niebla.
Las perdices picotean en los sembrados a orillas de la carretera.
Hoy hemos cazado mano a mano Jean Pierre y quien suscribe estas líneas. Nos ha acompañado Elías.
Al llegar a la finca atravesamos un gran charco de agua que cruza de parte a parte el camino. La siembra de cereal va bastante más adelantada que por Fontanars donde sigue sin llover. Los almendros están empezando a florecer. La floración se ha adelantado unas semanas debido al calor de estos días, trastocando el ciclo vegetativo de las plantas y de los árboles. Para la semana que viene se espera que bajen las temperaturas, incluso que caigan unos copos de nieve.
En el coto aún se aprecia algo de niebla, pero la visibilidad es buena para salir a cazar.
Al entrar al cazadero, hoy hemos cazado el centro de la finca, un bando de perdices apeona delante del coche. Rompen a la derecha en dirección al monte.
Syrah está con el celo, así que Jean Pierre ha cazado más separado de mí con su perro, cartouche, para evitar que distrajera su atención. Para que los perros no se molestaran, Elías ha ido por el centro.
Nada más empezar he tirado a una perdiz enviada. Cae cerca de una carrasca, en un claro, cogemos bien la referencia, pero tras buscar un rato, no la encontramos.
Los días que hace tanto con calor no son buenos para la caza en general y menos para la perdiz. Son preferibles los días nublados, con frío y con viento. La perdiz aguanta más y sale a tiro. Hoy no se movía ni una rama. A mitad mañana nos sobraba casi toda la ropa.
En la primera vuelta hemos visto muchas perdices, pero muy largas y fuera de tiro. Apeonan delante, marcando la distancia. Yo solo he conseguido tirar a tres. Jean Pierre a ninguna.
Sobre las 11,30 hemos parado a tomar el taco para coger algo de fuerzas después de un inicio bastante frustrante.
La segunda vuelta se ha dado bastante mejor. Por la mañana hemos volado los bandos y la perdiz se ha disgregado.
La perdiz busca las lindes, las orillas de los sembrados y los montones de piedras. En el monte es muy complicado tirarles porque está bastante cerrado. Es un tiro a tenazón.
En el único momento de la mañana que he cogido el móvil mientras esperaba a Jean Pierre y a Elías a que terminaran de dar la vuelta, ha pasado por encima de mi cabeza una barra de perdices enviadas. He soltado el móvil lo más rápido que he podido, pero no me ha dado tiempo a encarar la escopeta.
Syrah ha cobrado una perdiz dentro de una zona con mucha maleza y de difícil acceso. De no haber sido por la perra, no la hubiéramos cobrado. Los labradores son excelentes cobradores.
En otro lance, Syrah ha estado espectacular, cobrando una perdiz que he derribado de segundo tiro, pero que daba por perdida. Tras un rato buscándola ha venido con ella en la boca. Al no escuchar su respiración jadeante, sabía que ya la tenía. La emoción del momento ha sido indescriptible.
En la mano, Elías va por el centro mientas que Jean Pierre y yo cogemos las puntas. Y como suele ocurrir en la caza, las perdices le salen a tiro a quien no lleva escopeta, en este caso a Elías que llevaba el garrote.
Llevaba un buen ritmo de perdices abatidas cuando Syrah se ha quedado de muestra en una mata. Me preparo, pensando que saldría un conejo cuando ha arrancado una perdiz a la que le he visto todos los colores. He levantado la cara y le he hecho el tiro por bajo. Estas son las perdices que te quitan el sueño durante varios días y lo emocionante de la caza, donde lo menos importante son las piezas que abates sino las sensaciones que experimentas, sobre todo cuando vas acompañado de buenos amigos.
Patricio Simó.