Se trata de una de las especies más representativas de la montería española y su auge poblacional de las últimas décadas ha desencadenado un gran interés por su caza a rececho y en berrea, también en la mitad norte peninsular.
Ofrecemos aquí unas notas básicas de carácter general para su conocimiento y su caza mediante las distintas modalidades, así como algunos apuntes sobre la calidad de su trofeo.
El venado o ciervo (Cervus elapthus) es una de las especies más representativas del panorama cinegético peninsular; su capacidad de adaptación a cualquier tipo de clima y la falta de depredadores naturales le han servido para expandirse por todo nuestro territorio.
Esta especie venatoria ha convivido con la especie humana desde épocas prehistóricas, como atestiguan numerosas pinturas rupestres representadas en diferentes cuevas a lo largo del territorio nacional, y especialmente en la cueva de Altamira, en la cual podemos ver grupos de venados en toda la extensión de esta cavidad que podrían tener una antigüedad de unos 30.000 años.
LAS COSTUMBRES DEL CIERVO
Estos ungulados, como la mayoría de las especies venatorias, concentran su mayor actividad durante las primeras luces del día y al atardecer cuando los rayos del sol se pierden por el horizonte, momento en los cuales es más fácil divisarlos pastando por nuestras dehesas y bosques.
Su alimentación es fundamental para el desarrollo de poblaciones saludables, adaptándose a ella según la estación del año. A pesar de saber que son principalmente herbívoros, complementan su alimentación con todo tipo de frutos como la castaña o la bellota, así como también lo hacen con frutas como la manzana, peras o higos entre otros muchos.
Esta expansión de la especie ha creado conflictos entre cazadores y agricultores, debido a que ambos defienden sus propios intereses. En algunas zonas peninsulares, los daños ocasionados por estos animales y el aumento de las poblaciones han llevado a la Administración a declararlas zonas de emergencias cinegéticas.
LA CAZA DEL CIERVO
La caza de este animal es muy desconocida y poco valorada por muchos cazadores, que prefieren otras especies antes que esta, aunque para mí es la que más emociones me transmite.
Hoy en día existen diferentes artes de caza, las cuales nos permiten apreciar a estos cérvidos, pasando por la montería tradicional, el rececho y, en menor medida, el aguardo.
Todas estas modalidades las podemos realizar por todo el territorio nacional tanto en fincas abiertas como cercadas.
Desde el respeto hacia todos los compañeros, a día de hoy no puedo comparar las emociones que me transmite la caza en abierto respecto a la cercada, las sensaciones previas a una cacería, pasar la noche en vela pensando que puedes tener la oportunidad de abatir el venado de tu vida o volver a casa sin ver nada, son vivencias que no las he sentido cuando he asistido a una cacería en fincas cercadas.
Desde pequeño la montería ha sido el arte con el cual más disfruto todas las temporadas aunque últimamente el rececho está ganando más puntos para mí.
La montería en fincas abiertas, como he comentado antes, transmite sensaciones indescriptibles, el latir de los perros corriendo detrás de una res, el saber que puede aparecer un gran ciervo o el simple hecho de disfrutar del campo sin ver nada son vivencias únicas.
En este tipo de caza, como muchos sabemos, no abundan los grandes trofeos y excepcionalmente se abate alguna medalla, que siempre nos puede sorprender.
Personalmente muchos son los factores que inciden en la escasez de venados importantes de montería, que posteriormente detallaré, pero uno y el principal es que no se deja que se hagan, y la mayoría de los que se cazan son de segunda o tercera cabeza, por lo que son pocos los que llegan a viejos. Por eso es conveniente, aunque no se pueda ser muy exquisito, no tirar a los ciervos demasiado pequeños.
El rececho es la modalidad que más adeptos gana cada día, entre los que me incluyo. Podría decir que es una caza pura donde solo estás tú, el animal y el entorno que nos rodea, y supone un reto a nuestro conocimiento acercarnos lo máximo posible hacia la pieza.
La mayoría de los cazadores suelen practicar esta caza durante la berrea, que es cuando los grandes machos relajan la guardia y se dejan ver a la luz del día, y donde podemos apreciar claramente si merece o no la pena intentar acercarnos.
A diferencia de muchos cazadores, no es la época que más me gusta para recechar, ya que con el celo se confían más y es más fácil su caza, por ello la suelo practicar a principios de noviembre y durante los meses siguientes de veda. Los motivos por los cuales prefiero estas fechas, principalmente, es para darle al venado un tiempo para comer y descansar con el fin de reponerse del celo y para que recupere sus fuerzas.
Otro de los motivos es porque, al separarse de las hembras y al encontrarse ya solos, vuelven a ser más desconfiados y a percatarse rápidamente de todo lo que les rodea, por lo que tenemos que tener mucho cuidado y ser los más cautos si queremos tener éxito.
DESDE MI ATALAYA
El venado para mí es la pieza reina de mi afición, es un animal muy inteligente aunque muchos no se lo crean, dejando que las hembras abran paso durante el rececho y agrupándose en la manada durante las monterías. Ello, unido a la elegancia y señorío con los que camina y la nobleza de su mirada, le ha llevado a tener el sobrenombre del ‘príncipe de los bosques’.
Es tan difícil que lo comprendas que no vale la pena intentar convencerte, la caza se lleva en la sangre,
cuando salimos de caza, disfrutamos del campo, de los animales, en fin, disfrutamos de todo, yo cazo con arco, y si tu supieras la emoción que se siente recechando en el campo, a lo mejor lo entenderias,
yo cuando salgo de caza, disfruto de los lances de caza, de como el animal me gana la partida, no necesito matarle para disfrutar, solo con verle ya me doy por satisfecho, pero si consigo ganarle la partida, para mi seria un día completo, cosa que me ocurre pocas veces, no solo intentamos cazar, les ponemos comida, agua, y les ayudamos en lo que sea necesario.