DAÑOS A LAS AVES
Es una especie que responde de distinta forma a las diferentes presiones de caza. En ambientes naturales su área de campeo es de 1.300 hectáreas, con desplazamientos diarios de entre tres y siete kilómetros y siete horas de actividad. Sin embargo, en ambientes periurbanos, su área de campeo es de 2.400 hectáreas, con desplazamientos diarios de 12 kilómetros y 13 horas de actividad.
Sobre las aves que nidifican en el suelo el jabalí ocasiona un grave impacto, destruyendo sus nidos y acabando con los pollos. Por ejemplo, produce graves perjuicios devastando los nidos de las aves acuáticas (limícolas y anátidas) que se concentran en los bordes de las masas de agua. En estas aves los daños pueden superar porcentajes mayores al 35% de los nidos. La situación es alarmante, ya que la mayoría de las zonas húmedas son espacios naturales protegidos, por lo que no se activan las imprescindibles medidas de gestión para controlar al jabalí. Esto resulta muy chocante cuando especies amenazadas, como el calamón y muchas otras, son destruidas por el jabalí. Si consideramos que los carrizales son uno de los refugios preferidos por él, podemos comprender la magnitud del impacto que produce sobre las aves silvestres de las zonas húmedas, que son puntos calientes de la Biodiversidad.
Cuando nos trasladamos a los espacios abiertos con matorrales y cultivos, en la Península nos encontramos con un buen número de especies de aves protegidas que nidifican en el suelo: desde los pequeños alaúdidos (alondras, terreras, cogujadas y calandrias), pasando por las ortegas, las gangas… hasta llegar a los sisones y las avutardas. Ninguna de ellas se libra actualmente del impacto del jabalí, ya que hoy los suidos ocupan todas las espesuras de los ríos, barrancos y arroyos, además de los cultivos. Allí permanecen encamados, pero durante la noche prospectan los terrenos abiertos en busca de alimento. Las perdices y codornices tampoco se libran de la predación del jabalí, que puede llegar a ser de magnitud tan o más severa que la que sufren las aves de los humedales.
En las cordilleras pirenaica y cantábrica, el jabalí conserva su mejor bastión. En estas montañas, los urogallos, que están en franca regresión, sufren también su predación. No sólo ellos. Las perdices pardilla y roja, las collalbas, los escribanos y otras aves se ven dañadas por el jabalí. Aquí las poblaciones del suido alcanzan densidades superiores a los 11 ejemplares por 100 hectáreas. La pérdida de los pastores ha dejado a los rebaños sin cuidador en modo extensivo. Esto provoca que los partos libres de las ovejas y las cabras sean una estupenda fuente de alimento para jabalíes y zorros. Los rayones, bermejos y las hembras de las piaras ejercen el mayor impacto predador.
Entre las aves que nidifican en el suelo debemos recordar a los aguiluchos, ya que todos ellos sufren graves pérdidas por el jabalí y son rapaces consideradas amenazadas. Y en algunas comunidades autónomas hasta en grave peligro. El aguilucho lagunero sufre las pérdidas en los humedales, el aguilucho cenizo en los campos de cereal y el aguilucho pálido en los pastizales. Pese a ello, en ninguno de los programas de conservación y recuperación de estas especies se considere el indispensable control del jabalí.
EL USO DEL ESPACIO
El jabalí combina sus movimientos y estancias sobre el terreno para conseguir las máximas cuotas de bienestar y disminuir los riesgos de predación.
El jabalí combina sus movimientos y estancias sobre el terreno para conseguir las máximas cuotas de bienestar y disminuir los riesgos de predación. Sin duda, el éxito de la especie se debe en gran parte a su habilidad en el uso del espacio. ¿Cómo reparte el tiempo entre sus actividades? ¿Cuándo descansa, se desplaza y come? ¿En qué lugares? Las actividades están condicionadas por sus necesidades vitales, su capacidad biológica y su ecología. Esta especie de la espesura que se desenvuelve ventajosamente en las maquías (matorrales densos) ha desarrollado especialmente el olfato y el oído para recoger las señales de su entorno. Su nariz le permite detectar los recursos a larga distancia y localizarlos con precisión a corta distancia, incluso bajo tierra. Revelar a los predadores y reconocer las rutas por sus olores y marcas le resulta imprescindible en la fronda. Tanto los olores como los sonidos los percibe mejor durante la noche, por lo que acostumbra a ser nocturno cuando la presión del hombre se lo exige.
El cuidado parenteral y la dinámica social modelan la vida del jabalí. Todo su aprendizaje y el desarrollo de sus habilidades dependen de ello. Es en el grupo social (piara mayor) y en el grupo familiar (piara menor) donde se toman todas decisiones sobre seguridad y alimentación. Por ello la habilidad para saber dónde hay que buscar comida y qué recurso es el objetivo se descubre en grupo. Gracias a la experiencia y la memoria de los ejemplares de más edad, se transmiten conocimientos vitales. Los jabalíes desarrollan desde rayones una gran memoria espacial que incluye las zonas de alimentos, marcas de olor, rutas, refugios, encames, escapes, etc.
Jabalíes capturados según el método empleado
Las estrategias de uso del espacio son complejas y cambian desde el nacimiento conforme avanza la edad y con la pertenencia a un grupo social (los machos adultos son solitarios). Todo esto está condicionado por la meteorología, la estructura del paisaje y la actividad humana, sobre todo por la caza, tanto por su tipo como por su frecuencia. El jabalí responde de distinta forma a las diferentes presiones de caza. En ambientes naturales su área de campeo es de 1.300 hectáreas, con desplazamientos diarios de entre tres y siete kilómetros y siete horas de actividad. En ambientes periurbanos, su área de campeo es de 2.400 hectáreas, con desplazamientos diarios de 12 kilómetros y 13 horas de actividad. Los ambientes agroforestales facilitan mucho la vida del jabalí, ya que puede reducir sus desplazamientos. Entonces prefiere no tomar riesgos y salir poco de la espesura, explotando los cultivos adyacentes a la vegetación cerrada sin alejarse más de 100 metros de su refugio.
Y encima van los forestales piniendo multas por llevar un cagador con capacidad de cuatro balas ,sancionando por estar a menos de una distancia de un camino haciendo batidas ,no comprendo como se tiene ser tan inutiles ,cuando lo que se tendria que hecer para la sobre poblacion es dar licencias para el jabali que se pudiese cazar todo el año y gratis. Los cargadoras de 5 tiros y no tantas chorradas , pues cuando van ellos por la noche no repetan ni distancias ni caminos ,tiran desde coches y llevan cargadores de 5 tiros , No tantas leyes absurdas ,solo aplicables a los cazadores ,aun ay pocos de jabalies,pues los cazadores que hay, cada son mas viejos y de jovenes no hay