Al llegar a Albacete he cogido la carretera equivocada y me iba dirección a Murcia. Es lo que tiene dormir poco y no estar descansado. Por suerte, me he dado cuenta pronto y he podido dar la vuelta antes de verme inmerso en plena autovía, sin posibilidad de hacer un cambio de sentido.
A las 8 de la mañana entre Munera y El Bonillo, el termómetro marcaba 19,5 grados y estamos terminando el mes de octubre.
Por la carretera, me he cruzado con varios tractores y remolques, que ya están preparando la siembra del cereal, aprovechando el agua que ha caído estos días. Insuficiente, pero en los tiempos que corren, la lluvia siempre es bienvenida y más en esta época de siembras.
Hoy sí que me ha podido acompañar Elías. No había ojeo. Hemos cazado en un lote de la finca denominado “Fuente Agria”. Una zona muy pedregosa, con bastantes retamas y carrascas y muchos desniveles, que lo hacen incómodo de caminar. Algunos campos empiezan a verdear. Los caminos de la finca están repletos de comida, pero siempre es mejor que picoteen en el campo.
La primera perdiz de la mañana que rompe de una carrasca hace la torre, pero no conseguimos cobrarla. Cae en una zona de juncos con mucha maleza. Si la perra no ve donde cae es complicado su cobro porque al menor suspiro que tengan se zafan de los perros.
La primera vuelta ha acabado con pocas perdices y muchos tiros. Estaba muy lento y he errado muchas perdices. He necesitado poco más de una caja para abatir media docena de patirrojas. Un promedio realmente bajo. Me han faltado reflejos, seguramente fruto del cansancio. Si no estás al cien por cien físicamente es difícil que se dé un buen día de caza. Hay que echarle piernas para ir detrás de las patirrojas. Hemos caminado poco, sin embargo, he tenido que parar varias veces para reponer fuerzas. Sentía molestias en la cadera.
Las perdices salen largas y apeonan mucho. El campo está seco y las perdices tienen muy buen oído. La perdiz se mata mejor con días de viento y frío.
A las 12 de la mañana la temperatura ya supera los 27 grados. No apetece cazar con tanto calor, sobre todo, si llevas perros.
Syrah ha estado muy fuerte, demasiado ansiosa, apretando mucho la caza, cuando siempre ha tenido una boca suave, entregándote las perdices vivas. Ha cobrado una perdiz alicortada que estaba agazapada, tras unos arbustos.
Los bandos de perdices son grandes. Las perdices tienden a reagruparse y a volver siempre al mismo sitio. Hay que volarlas varias veces para tenerlas a tiro.
Elías se conoce la finca como la palma de su mano y sabe la querencia de las patirrojas. Rara vez se equivoca cuando te dice: “prepárate que las llevamos delante y no tardarán en volar”. Algunas de las perdices que he abatido ha sido precisamente por hacerle caso.
He errado perdices facilonas, de las que se matan con una escoba. Hay días en que la escopeta no entra, la caza sale esquiva y hoy era uno de esos días. Menos mal que la segunda vuelta se ha dado algo mejor y he abatido 3 perdices y un conejo, que me ha cantado Elías que le ha arrancado de los pies.
De camino al coche y algo exhausto por el calor, hemos podido beber agua fría de un pozo que recoge el agua de un manantial. Creo que es el mejor sorbo que he pegado en los últimos años.
También puedes leer cómo ha ido mi primer día de temporada aquí.