Debido a los nervios del primer día no he podido pegar ojo en toda la noche. Antes de que sonara el despertador a las 5,30, ya tenía los ojos como platos. Cuando he bajado, Syrah ya sabía que nos íbamos a cazar.
El viaje ha sido tranquilo. No he cogido niebla en todo el trayecto. En Barrax he parado a tomar algo. Le he pedido a Paco que me preparara un bocadillo de queso y salchichón para llevármelo y almorzar en el campo.
Hoy había ojeo de perdices en el coto. Todos eran cazadores franceses. El autobús estaba esperando a los ojeadores en la puerta del hotel.
Esta vez no me ha podido acompañar Elías porque tenía que ir de secretario al ojeo.
Nos ha tocado cazar en una zona que se llama El Policía. Ha venido conmigo de acompañante José Antonio. Sobre las 8,30 hemos llegado al cazadero. He querido empezar a cazar pronto porque hoy marcaba mucho calor.
A la entrada de la finca se ven algunos charcos de la lluvia de estos últimos días. Ha llovido muy poco, pero ha servido para refrescar el campo. Debido a la escasez de lluvias y a las altas temperaturas de este verano, las carrascas y los romeros estaban empezando a secarse.
Los agricultores de la zona aún no han sembrado sus campos a la espera de que llueva en las próximas semanas.
Un par de águilas revolotean en el cielo, buscando presas fáciles.
La temperatura a esta hora de la mañana es todavía buena y no hace demasiado calor, así que intentamos aprovechar al máximo las horas que nos quedan todavía por delante.
Me encaro varias veces la escopeta antes de salir al campo. Desde la temporada pasada que no he vuelto a tirar con ella. Hace años que cazo con una escopeta paralela, Mateo Mendicute. Tiene un plomeo perfecto. La compré con dos juegos de cañones, pero cazo siempre con el mismo cañón de tres y una estrellas. Perfecto para la caza en mano. Es muy polivalente, tanto para distancias largas como cortas.
Me echo un par de cajas en el chaleco y comenzamos a cazar.
La primera perdiz vuela detrás de unas retamas y la abato. Empieza bien el día.
Seguimos monte arriba y Syrah se queda de muestra en unos romeros con mucha maleza. La insistencia de la perra hace pensar que tiene cerca una perdiz. La ayudamos, retirando algo de maleza y vemos que hay un agujero. La perra con ayuda de sus patas trata de sacarla. Tras varios intentos se hace con ella. Estos lances justifican por sí solos el viaje. La perdiz no estaba herida, así que decidimos soltarla. Era un macho con un par de espolones.
Cerca de la casa vuela un pegote de perdices. No sé las que habría. Muchas. El ruido era atronador.
El sol empieza a apretar y solo son las diez de la mañana. Buena hora para hacer un descanso y tomar el taco. Aprovecho para cambiarme de ropa y ponerme ropa de verano.
A pesar de que el ojeo está cerca no se oyen demasiados tiros. Las voces de los ojeadores suenan a lo lejos.
En la primera vuelta abatimos tres perdices y un conejo.
Tras tomar fuerzas, volvimos a coger la misma mano. Esta perdiz suele estar cerca de los comederos y los lindes y, una vez desaparece el peligro, tienden a reagruparse.
La perdiz todavía no está muy pegada y aunque marca las distancias, salen a tiro. Es una perdiz que apeona mucho.
Aprovechamos la sombra de una carrasca para que Syrah descansara un poco. José Antonio me da la botella de agua que lleva para que pueda beber la perra. Por un momento pensé que le había dado un golpe de calor.
De camino al coche todavía abatimos otras cinco perdices.
Hay días en que la escopeta te entra como un guante y la caza sale a tiro y hoy ha sido uno de esos días.
De regreso a casa he parado a comer en El Rincón de Pedro de Almansa. Siempre que voy entro en la cocina y le digo a Isabel que me preparé el arroz que quiera. Hoy me ha hecho un arroz meloso de carabineros que estaba para chuparse los dedos. De entrada he pedido unas gambas rojas y hueva de atún. De postre sorbete de mango y maracuyá y de coco. El Rincón de Pedro es un sitio que nunca te defrauda.
Patricio Simó.