Cada año el club de caza al que pertenezco organiza tres grandes cacerías.
Una de estas está situada en el centro de Francia, precisamente en Sologne, un territorio salvaje a la vez que tranquilo donde abundan los bosques de caza.
Las otras dos se desarrollan en el sur, en la Camargue.
La Camargue es una zona protegida que se sitúa entre los dos brazos del río más grande de la Europa Occidental, el Ródano, al sur de la ciudad de Arles y está bordeada al sur por el mediterráneo. Es una zona muy salvaje, de marismas, grandes extensiones de cañas y con una vegetación arbustiva escasa.
Esta poblada por caballos salvajes, de una raza única y particular de esta región, y de toros bravos negros como el carbón y, por supuesto…de ¡jabalíes!
Arles es conocida por su afición a los toros.
También la Camargue es un paraíso de caza de anátidas de todo tipo. Alberga la población de flamencos rosas más grande de Europa y es una parada esencial en las migraciones de aves europeas.
Esta región salvaje, sin apenas población humana, es un hogar ideal por los numerosos jabalíes que encuentran allí un biotopo ideal muy rico en alimentos.
El jabalí lo cazamos con arco.
El plan consiste en colocar a los arqueros en los puntos estratégicos, abarcando una zona grande, dejando al arquero una gran libertad de movimiento, que se van desplazando según la marcha de la cacería. La zona elegida es batida por jinetes al lomo de sus caballos camargueses, que van armados con una “pique” o lanza con una punta especial, destinada a “empujar” a los jabalíes más esquivos.
Resulta espectacular ver a los jinetes en grupo, persiguiendo las manadas de jabalíes. Cazar con caballos es la única manera de batir estas zonas de suelo firme donde un cazador a pie no pude desplazarse en condiciones normales.
Los jinetes cabalgan al galope detrás de los jabalíes, levantando a su paso nubes de flamencos, patos y toda clase de especies de aves acuáticas.
El espectáculo es total. La visibilidad en general es buena para los arqueros, que disfrutan de la magia del momento.
La densidad de jabalíes es enorme debido al extraordinario refugio que les proporciona esta región, y también a la gran cantidad de alimentos que les ofrece.
Normalmente cazamos dos o tres días consecutivos, batiendo zonas distintas. Solemos abatir de 30 a 50 jabalíes, para una armada de 25 a 40 arqueros.
En la primera cacería de esta temporada abatimos más de 50 jabalíes y en la segunda cobramos 24 gorrinos.
Estas cacerías con arco son muy excitantes y demuestran que esta modalidad de caza es una manera muy eficaz de regular poblaciones excedentarias de jabalíes de manera muy deportiva.
En la práctica, los arqueros una vez en sus puestos buscan los puntos de paso previsibles de los animales y tratan de interceptarlos. Los tiros se hacen a muy corta distancia. Un tiro a 10 metros es un tiro largo en estas condiciones.
Hay que ser muy rápido porque los animales corren como diablos, perseguidos por los jinetes a caballo.
A veces los jabalíes se refugian en las masas de cañas y los caballos los atacan dentro. En este caso, si hay un arquero cerca tratará de entrar en las cañas y de este modo dispararles muy cerca, eso sí ¡con una visibilidad casi nula!
Otros puestos interesantes son los que dan la oportunidad de disparar a los jabalíes en el agua, porque estos animales son grandes nadadores y recorren distancias bastante largas.
Esta cacería es muy excitante, está llena de adrenalina y a veces, un jabalí de “mal humor”, enfurecido por la presión de los jinetes reviste mucho peligro.
El arco ideal es un arco clásico tradicional, sin visor ni poleas que permita tiros instintivos a muy corta distancia. A veces no tenemos tiempo ni de armar el arco.
Una potencia de 55 a 65 libras es lo ideal con las flechas las más pesadas que permita el arco, de punta simple monolama, que según he comprobado es la más eficaz en estas circunstancias.
Y después de esta jornada de caza nada mejor que acompañarla con una buena comida como saben prepararla los franceses, con un vino muy particular del sur de Francia, muy acorde con al entorno mágico de esta fabulosa región de la Camargue.
Jean Pierre Menu.