La codorniz ofrece momentos de caza inolvidables junto a nuestro compañero pañero.
Y es que la incertidumbre en su localización y la calidad del trabajo del can en la búsqueda convierten a esta caza en una de las más deseadas.
En su viaje migratorio, la codorniz se encuentra con diferentes adversidades, como diferentes especies de predadores, la maquinaria agrícola y los pesticidas.
La codorniz es un ave migradora que está sometida a un gran número de vicisitudes. Muchos de los desenlaces a los que se enfrenta suman la probabilidad de morir.
A diferencia de los animales que permanecen todo el año sobre el mismo terreno, la codorniz silvestre no pertenece a un solo territorio o país, sino que atañe a dos continentes y a un buen número de naciones.
Por ello es fácil comprender que si los estados no son capaces de cuidar las vidas humanas en su trasiego, mucho más lejos están de preocuparse de una pequeña avecilla. Las codornices pueden hacer dos viajes anuales del orden de 3.200-4.500 kilómetros entre Europa y África, y la mayoría sucumben en esta odisea.
Aunque la codorniz aparece reflejada en los libros desde el comienzo de la Historia, las series de datos que comparan su abundancia sólo están disponibles desde el siglo pasado. Por eso conocemos que su población sufrió un gran declive con la mecanización del campo a partir de 1950.
Sin embargo, en las últimas décadas la abundancia de codorniz ha permanecido constante dentro de sus oscilaciones típicas. ¿Cómo es posible que una especie íntimamente ligada a los agrosistemas subsista y mantenga bien sus poblaciones en la actualidad?
En los últimos cinco siglos, la tasa de extinción de especies animales se ha multiplicado por 100. En el siglo XX han desparecido 477 especies de vertebrados. La fauna expira a velocidad vertiginosa como consecuencia de la actividad humana.
En el siglo pasado borramos del planeta a tantas especies como se esperaba que se extinguiesen de forma natural para un periodo de 10.000 años. Los animales mueren porque destruimos su hábitat, lo contaminamos y sobreexplotamos sus poblaciones.
Los humanos dominamos el planeta y lo transformamos en un lugar para ganar dinero.
UN LARGO VIAJE
La migración lleva a las codornices al final del verano desde Europa hasta África, y en la primavera desde África hasta Europa.
Si la codorniz se encuentra en un hábitat de calidad, desde el final de diciembre puede comenzar la reproducción.
En Europa la codorniz llega hasta el centro e incluso al norte; en África, hasta debajo del Sahara, a la zona del Sahel. Por ejemplo, una codorniz que nació en el valle del Ebro en junio de 2014 con pocos días de edad vio cómo cosechaban la parcela de cebada que le daba cobijo.
Fueron muchas las peripecias que tuvo que pasar hasta completar su crecimiento: sortear los riesgos de predadores, maquinaria, vehículos, sustancias peligrosas, cables, cazadores… A los dos meses de edad, desde la mitad de agosto comenzó su viaje hacia el sur, atravesó la Península con vuelos nocturnos, haciendo estancias cortas de repostaje cuando encontró hábitats de regadío con cultivos apropiados y también en zonas de matorral con herbáceas, hasta que al final llegó cerca de la costa en Tarifa.
Desde aquí saltó hacia los cultivos de los llanos marroquíes para después proseguir, subir y atravesar el Atlas, siguiendo la misma estrategia que en la Península para llegar bien dotada de reservas antes de enfrentarse al Sahara.
Desde su partida, en la Península progresivamente las noches se han ido haciendo más largas. Posiblemente, su último repostaje antes de atravesar el desierto lo tenga a sus puertas, donde le esperan los halcones del desierto (el tagarote y el borní).
Hasta ahora los desplazamientos nocturnos han sido de 150-250 kilómetros (entre dos y cuatro horas de viaje).
Atravesar el desierto le exige mayores distancias de vuelo nocturnas, de unos 450-550 kilómetros (entre 8 y 9,5 horas de viaje), con paradas cortas de descanso en páramos desérticos sin apenas recursos. De esta forma en tres o cinco noches puede atravesar el Sahara.
Una vez que ha llegado al valle del Níger, en el Sahel, puede en una amplia faja de hábitat favorable buscar un hábitat idóneo para invernar. Este viaje ha podido durar de 15 hasta 45 días y ser hasta 1.600 kilómetros más largo si nació en el norte de Europa.
En el regreso, seguramente participará en una primera reproducción en el Magreb, en las llanuras marroquíes. Después, los predadores, maquinaria, vehículos, sustancias peligrosas, cables o furtivos seguramente acabarán con su vida.
Si pertenece a los ejemplares más afortunados, participará en una o dos reproducciones más en Europa, probablemente en España. La filopatria (el regreso al lugar de nacimiento para reproducirse allí) de la codorniz es difícilmente demostrable porque su esperanza de vida no llega al año.
Sí se han recuperado algunos ejemplares que han regresado al mismo lugar del que partieron, aunque son poco frecuentes estos registros. Ahora podemos comprender que la segunda parte de la estrategia biológica de la codorniz, la reproducción, es imprescindible que suceda antes del año de edad, puesto que la esperanza de vida de los ejemplares es más corta que un año.
Esto no es fácil de interpretar desde el punto de vista del calendario humano. Un mismo año se producen y también desaparecen varias generaciones de codornices. Si la codorniz se encuentra en un hábitat de calidad, desde el final de diciembre puede comenzar la reproducción.
Salvo en las zonas de regadío, que pueden tener varios ciclos de cultivos en distintas fases de crecimiento y maduración, lo habitual es que el ciclo de la reproducción de la codorniz esté sincronizado con el crecimiento y maduración del cereal o de las plantas herbáceas, de forma que, cuando llega la cosecha, los pollos sean volantones. En este momento, los machos de codorniz y las hembras libres, sin puesta ni crías, ya se han desplazado a otro lugar de mayor latitud, altitud o humedad, con cultivos y plantas en crecimiento, para iniciar otro ciclo reproductor. Así sucesivamente hasta agotar la primavera y el verano.
Algunos ejemplares, según la bondad del año y del hábitat, tienen pollos incluso hasta en octubre.
REPRODUCCIÓN Y CRÍA
La reproducción de la codorniz por estar distribuida en el espacio (continentes, países, zonas biogeográficas y hábitats) y secuenciada en el tiempo (final del invierno, primavera, verano, inicio de otoño) usa un complejo sistema de distribución de oportunidades y ejemplares.
A la selección natural se le suma la selección sexual y la competencia entre ambos sexos. Las codornices se concentran en determinadas áreas para reproducirse. La densidad de ejemplares en el área reproductora juega un papel de primer orden en la dinámica de la especie.
La supervivencia de la codorniz depende directamente de la abundancia y salud de la población reproductora. En el área de cría debe concentrarse un número suficiente de ejemplares para que la selección sexual sea efectiva biológicamente. Los machos intentan aparearse con el mayor número posible de hembras. Las hembras tienen que seleccionar a los machos que ofrecen la máxima calidad para su descendencia.
Esta lucha entre ambos sexos está mediada por la localización de áreas óptimas para la cría y el encuentro entre los grupos de ejemplares. Los machos se desplazan en grupos de machos cantores buscando áreas de cría para atraer y encontrar a las hembras. La cantidad de machos que pasa por unidad de tiempo por la zona de cría define la calidad de esta área y, en buena medida, su éxito reproductor.
Aunque fundamentalmente es la hembra quien elige consorte/s, número de huevos puestos y esfuerzo dedicado a criar los pollos, es finalmente la calidad del hábitat, a través de su producción primaria neta, la que, modulada por el clima, la meteorología y la agronomía, determina los recursos disponibles para el éxito reproductor.
Esta interesante estrategia biológica de la codorniz le permite subsistir con éxito a la moderna transformación de la tierra. La cantidad de dinero que se invierte para modificar el suelo y los paisajes depende de la riqueza (grado de desarrollo humano) y de la cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado de cada región. Durante el Paleolítico inferior, la población mundial era de unos 125.000 habitantes, todos en África.
A comienzos de la era cristiana había 300 millones de habitantes. Desde la Revolución Industrial (segunda mitad del siglo XVIII), se produce un crecimiento demográfico exponencial: de 800 millones, en un periodo muy corto de tiempo (250 años), hemos pasado a 7.300 millones. En los últimos 25 años la población ha crecido tanto como lo había hecho en toda la historia.
Un hombre que nació el 24 de junio 2014 ahora tiene 135.500.000 personas menores que él (han nacido después de esa fecha) y hay 7.187.500.000 mayores que él (han nacido antes de esa fecha). La esperanza de vida de este hombre si nació en España es de 87 años; si lo hizo en Marruecos, de 79 años; en Argelia, de 75 años; en Mauritania, de 66 año; en Mali, de 64 años; en Senegal, de 67 años; y en Guinea, de 63 años.
En todos estos países puede transcurrir la corta vida de la codorniz del ejemplo nacida en el valle del Ebro. En nuestro ejemplo de la migración invernal de esta codorniz vemos que desde Europa hasta su destino invernal en África ha atravesado España, el Magreb (Marruecos), el Sahara (Argelia y Mauritania) para llegar al Shael (Mali).
El número de habitantes por kilómetro cuadrado es mayor en España, disminuye en el Magreb, se hace mínimo en el Sahara y aumenta en el Sahel. Si examinamos la tendencia de la densidad de habitantes por kilómetro cuadrado en los países de estas regiones biogeográficas, encontramos que desde 1961 hasta 2013 en España la población ha aumentado un 51%; en Marruecos, un 164%; en Argelia, un 200%; en Mauritania, un 300%; y en Mali, un 200%.
Conociendo el drama humano de estos países, su escasez de alimentos y recursos, podemos sospechar cómo ha cambiado la situación para la codorniz allí.
SU RELACIÓN CON EL DESARROLLO SOCIAL
Los hombres explotamos en nuestro beneficio la tierra, aprovechamos sin escrúpulos las diferencias que existen con respecto a las endebles sociedades en vías de desarrollo.
En estos países los sistemas sanitarios, educativos, sociales y de regulación del aprovechamiento de los recursos naturales carecen de los medios y la eficiencia necesaria.
Hay empresas europeas que se dedican a explotar sin un plan de sostenibilidad los recursos cinegéticos en el Magreb y en el Sahel. La tragedia que codornices y hombres protagonizamos es una enfermedad que se transmite por la publicidad, el marketing y el patrocinio con el fin de hacer dinero.
Lo que percibimos depende de la selección que hacemos de la información, de la atención que le prestamos y de nuestra interpretación. La codorniz está bien y permite su aprovechamiento sostenible.
Y podría estar mucho mejor y tener episodios de sobreabundancia como los tuvo en el pasado. La codorniz en el Magreb y en el Sahel depende del tipo de desarrollo de las sociedades que allí viven.
Este recurso natural puede ser un revulsivo valioso para aquellas sociedades si renovamos nuestra percepción del planeta, de su tierra y sus gentes. Los cazadores europeos deben innovar, buscar nuevas respuestas a las preguntas que plantea la gestión sostenible de la codorniz.
Tabla de vuelos nocturnos durantel a migración (salida, llegada, km) sobre distintos países.
Con talento emprendedor, vocación, motivación… podemos encontrar soluciones adecuadas que beneficien a la codorniz y a los hombres que habitan en los países donde vive la especie. Tenemos que diseñar nuevas herramientas y aplicar las tecnologías más punteras para conseguir gestionar eficazmente los recursos que compartimos entre hombres de muy distintos países.
Corresponde a las naciones con mayor riqueza realizar las inversiones necesarias en las más desfavorecidas, porque nosotros disponemos del conocimiento, las ideas, los recursos, la capacidad y la responsabilidad de hacerlo.