La aventura de cazar el primer macho montés de la reserva de Mampodre

La exitosa reintroducción de cabra montés en reservas de caza de Castilla y León es un hecho. A la de Riaño en el año 1991, donde en primavera se ha batido el récord del mundo al cazarse un macho de 303 puntos CIC, siguió en 1999 la de los Ancares.

Entre 2005 y 2007 le llegó el turno de reintroducción de cabra montés a la reserva de caza a Mampodre y ahora se ha cobrado el primer ejemplar. Este es el relato de esta cacería.

No sé muy bien la razón original, pero Octavio siempre ha tenido una enorme afición por las monteses; es más, esa afición se ha ido transformando con los años en una auténtica pasión.

Pasión que le ha llevado, como celador de la reserva, a emplear interminables horas de vigilancia y observación de los machos que se introdujeron, hace ya 12 años, en la Reserva Regional de Caza de Mampodre, en León.

La Dirección Técnica de las reservas de caza de León, liderada por su director Juan Carlos Peral desde hace 25 años, siempre asistido por su inseparable ayudante, César Gómez, y todo el equipo, ya tenía experiencias anteriores en la introducción o reintroducción de las monteses en otras dos reservas, Riaño en el año 1991 y Ancares de León en el año 1999. Sin duda, dos experiencias de éxito.

– En Riaño se ha llegado a conseguir el récord del mundo de macho montés, con la increíble puntuación de ¡nada más que 303 CIC! e innumerables trofeos de enorme calidad, superando con creces los 250/260 CIC.

– En Ancares, donde las condiciones han sido de total libertad, también ha sido todo un éxito la introducción de la especie, que se está cazando desde hace 12 años, con una población sana y en expansión y que a buen seguro en unos años más nos deparará grandes trofeos.

En ambas reservas, con la suelta de las cabras, se ha aportado un enorme valor faunístico y cinegético, al haber sido dotadas de una especie endémica de nuestro país, un prestigio que ha traspasado nuestras fronteras; y, desde luego, se ha conseguido un gran valor económico añadido, que ha revalorizado, y mucho, las ya prestigiosas reservas leonesas.

Especialmente en los años duros de la epidemia de sarna en Riaño, cuando la población de rebecos estuvo seriamente afectada y la falta de ingresos por su caza se vio muy disminuida, si bien ampliamente suplida por los importantes ingresos provenientes de la venta de los permisos de macho montés.

macho-montes-suelta

Momento de suelta de cabras en Mampodre en 2007

Hay que destacar que los ingresos económicos directamente recibidos por los propietarios (ayuntamientos, juntas vecinales y particulares) han sido muy elevados.

Riaño ha generado para los propietarios casi 1,1 millones de euros en estos años (2006-2016).

Ancares, casi 175.000 € (2006-2016)

En Mampodre, este primer macho cazado ha llegado hasta casi los 4000 €.

Lógicamente sin contar los ingresos indirectos en forma de alojamientos, restauración, taxidermia y otros servicios; ingresos importantes que generamos los cazadores en las áreas donde ejercemos la actividad venatoria.

Desgraciadamente la crisis económica de los últimos 10 años, con la drástica reducción o desaparición en la práctica de la financiación necesaria para mantener este gran proyecto, unido a la terrible sarna; y, sobre todo, la incomprensión, ignorancia, incompetencia, falta de interés y cortedad de miras de algunos responsables políticos y cargos de la Administración local, provincial y autonómica, han devenido en un forzado abandono del proyecto, tirando por la borda todos estos años de esfuerzo e ilusión.

Estos ingresos habrían ido en aumento progresivo cada año, como pasará sin duda en Ancares y con suerte en Mampodre.

Toda esta ingente labor ha sido posible gracias al esfuerzo y dedicación de todo el equipo humano de las reservas, con su director a la cabeza; pero, sin duda y especialmente de la guardería de estas reservas, que han dedicado muchas horas y desvelos a cuidar y vigilar con mimo, las poblaciones de monteses.

Es verdad que se invirtieron muchos recursos económicos , porque los había y se supieron aprovechar, pero no es menos cierto que en pocos rincones de España ha habido iniciativas de esta envergadura; y es justo, por lo tanto, reconocer el mérito que han tenido.

Desde hace años, Octavio, siempre que tuvo ocasión, le recordaba y ‘reprochaba’ a su director que no se soltasen cabras también en Mampodre. Por fin, entre los años 2005, 2006 y 2007, se soltaron un total de 23 ejemplares.

La verdad es que siempre se quiso hacer, y si se fue retrasando fue por la incertidumbre que generaba para el éxito de la introducción la temible epidemia de sarna en los rebecos, que venimos sufriendo hace ya más de 25 años y que podría dar al traste con todo el proyecto.

El permiso de caza fue adquirido en subasta, bastante reñida, por cierto.

LLEGÓ EL MOMENTO DE LA CACERÍA

Lorenzo, que es el celador mayor de la reserva, había convocado para la ocasión a toda la guardería disponible para echar una mano.

La verdad es que fue una cacería de todos, porque a todos les hacía mucha ilusión la caza del primer macho de la Reserva.

Todos los convocados acudieron con enorme ilusión, allí estaba todo el mundo con ganas de participar de la experiencia irrepetible de la caza del primer macho de la reserva.

Hasta Víctor, uno de los celadores, con una lesión de rodilla quiso estar para compartir la experiencia y ayudar en lo que pudo.

Allí reinaba un ambiente de camaradería y amistad, y todos estábamos dispuestos a pasar un gran día de caza en la montaña.

Los machos son solo un grupete de 8-10 ejemplares, con dos machos adultos únicamente, y uno que era el que estábamos buscando.

Era un macho de 12 años, bonito, con las tres curvas de una perfecta lira típica de los machos de Gredos, de donde provienen en origen.

El macho estaba rematado sin mucho potencial ya de crecimiento; pero sí un enorme riesgo de que, como otros anteriormente, se contagiara y muriera de sarna.

Por lo tanto, la dificultad de la cacería radicaba precisamente en que no se trataba de cazar cualquier macho, sino que teníamos solo una opción –o ese o ninguno–, ya que los demás eran demasiado jóvenes.

Llevaba Octavio viéndolos en el mismo sitio bastantes días; estaban también las hembras y chivos, grupo que en total no superaba la treintena.

Todos los días anteriores se les veía alrededor de un pino solitario en la ladera de Entrevados. Allí estuvieron, en efecto, hasta tres días antes de la cacería, fecha en la que se habían esfumado.

De hecho, Octavio, con una disculpa retrasó un día la cacería; la razón real era que no encontraban el grupo de cabras. Razón de más para la convocatoria de Lorenzo a los celadores, ya que la zona es enorme y harían falta muchos ojos para dominar el terreno donde podrían estar.

El Pico de San Justo, de 1955 m, corona un enorme cerro aislado del resto y circundado por un lado por el valle de Pinzon al norte y el valle de Langreo y Entrevados por la cara sureste. Es linde con tres cuarteles de la reserva:

  • Lillo por el sur
  • Isoba por el noroeste
  • Cofiñal por el noreste.

Incluso se da vista desde Maraña.

Todos nos citamos en el lago de Isoba, de origen glaciar, que está ubicado al sur de San Justo, a 1400 m; desde allí teníamos a la vista todo el laderón encima de Langreo, donde habían estado los machos los días anteriores.

macho-montes-carlos

Carlos Chamorro, gran cazador además de guarda de Gredos, aportó su gran experiencia con las cabras. En la foto, descansa en la ladera que domina Langreo.

A esta cacería me acompañaba, además, mi gran amigo y ‘maestro’, Carlos Chamorro, celador mayor de la vertiente norte de la reserva de Gredos, jubilado hace un par de años y guarda durante mas de 40.

He tenido el privilegio de cazar mucho con Carlos, y puedo decir que lo poco o mucho que sé de las monteses, sin duda alguna, lo he aprendido de él.

Su experiencia con las cabras es inigualable y la gestión que ha hecho en Gredos es excelente, con unos resultados probablemente irrepetibles; pero, además, Carlos es un magnífico cazador y guía, e iba a sernos de gran ayuda en esta aventura.

Ha venido en los últimos años en varias ocasiones a nuestras montañas leonesas, que le han cautivado como a todos los que aman la montaña y han pasado por allí.

Me consta que le hacía gran ilusión estar en este especial acontecimiento. Además, sus compañeros de Mampodre le tienen gran aprecio y también valoran y respetan mucho su gran experiencia y conocimiento de las monteses; ellos están siempre abiertos a aprender alguna cosa más.

A las 8:00 h estábamos todos en el lago Isoba; Javi, el celador del cuartel de Maraña, se había quedado en la caseta de Las Brañicas para vigilar desde allí toda la ladera noreste de San Justo: las monteses no estaban donde se suponía que estaban habitualmente y entonces había que cubrir mucho terreno para intentar encontrarlas.

Octavio, Carlos y yo descenderíamos por el valle de Langreo cruzando el río Isoba, para ir bajando por Entrevados, gemeleando ambas laderas del valle porque en cualquier sitio se nos podrían haber quedado.

Lorenzo y José Ignacio se quedaron en el lago de Isoba, y Paco y Víctor fueron a Cofiñal para divisar la cara que da a los prados de San Justo.

Nos llevó una hora larga la preciosa travesía que se hace por Entrevados hasta dar cara a Cofiñal: es una vereda grande y muy fácil de andar, muy popular por los montañeros que hacen esta bonita ruta con asiduidad.

Había que detenerse con atención a revisar minuciosamente cada reguero, cada vallejo y cada canal a ambos lados de las escarpadas laderas del valle, ya que los machos podían estar en cualquier sitio.

Al ser tan pocos, la dificultad de localizarlos aumenta. Las vistas sobre el río y las diferentes pozas que va formando son una belleza.

Solo al final de la vereda, ya en los prados de San Justo, Octavio vio unas cabras, y Paco y Víctor confirmaron el avistamiento.

Estaban en lo más alto de San Justo, entre unos peñones negros que, desde allí abajo y con un desnivel de mas 700/800 metros, parecían inalcanzables.

Al principio solo veíamos hembras; más adelante, y a base de buscar y rebuscar, fuimos capaces de divisar al grupo de machos, que estaban más a la izquierda en una garganta de caliza en lo más alto… Desde allí era muy difícil iniciar el rececho. La ascensión por el monte de urces y piornos es casi imposible.

Tomaron la decisión de venir a buscarnos en los coches, regresar a Isoba y desde allí planear el rececho. Paco y Víctor se quedarían vigilando el careo de los machos; Javi, desde su privilegiada posición en Las Brañicas, nos cubría una eventual retirada de los machos al noreste; y Lorenzo y José Ignacio vendrían con nosotros.

Desde Isoba pueblo alcanzamos el valle de Pinzón, ascenderíamos a pico hasta el alto por Las Cortinas, laderón muy pendiente pero que se anda bien.

Alguien se tenía que quedar a vigilar aquella ladera por si los machos se cambiaban de nuevo. José Ignacio, con su generosidad habitual, se ofreció a quedarse a pesar de la ilusión que sé le hacía haber subido con nosotros.

Iniciamos la penosa ascensión Octavio, Lorenzo, Carlos y yo. Por precaución echamos algo de comer y agua…; menos mal ¡porque entonces no sabíamos la que nos esperaba¡

macho-montes-lorenzo-y-carlos

Después de superar unos 400 m de desnivel y al llegar al primer alto, asomamos al valle de Langreo: no se veía nada. El terreno, como siempre, engaña: de lo que se ve desde abajo a la cantidad de regueros y pequeñas gargantas donde se pueden quedar los machos y que no se ven desde ningún sitio.

Asomados a aquel primer collado, Carlos vio enfrente nuestro, a unos 350 metros y asomando a la cuerda, un macho, ya de color oscuro, que nos hizo pensar en un primer momento que era el que andábamos buscando; pero había otro macho adulto de unos 10 años con una cuerna muy poco desarrollada, y era él: después de asomarse se retiró hacia atrás.

Lo que fue en principio una pequeña decepción, era una noticia positiva: quería decir que los machos estaban allí. Solo había que descender algo, cruzar aquella olla grande, ascender a la cuerda; y al volcar, allí tenían que estar…Eso era al menos la teoría.

Ya apretaba el calor. Traspusimos el collado y bajamos atravesando la olla en lo alto del valle para llegar a la siguiente cuerda, que es prácticamente el alto del Pico de San Justo.

Nos asomamos todos con gran expectación a unos riscos que dan sobre la cara este de San Justo mirando hacia Cofiñal: allí deberían de estar… pero solo nos encontramos… abundancia mineral y ausencia animal…
Octavio y yo nos asomamos por esa ladera entre los farallones de caliza para intentar ver más abajo, ya que la pendiente era muy pronunciada y hacia dentro y no nos dejaba ver debajo de nosotros.

Conseguimos atisbar unas cabras y el machete que había asomado por la cuerda.

El sitio era inexpugnable, una chimenea casi vertical y tapada de toda vista, que tenía una serie de pequeñas terrazas; y allí, soleándose, estaban las monteses.

Solo se veían algunas, no era posible acercarse más y era del todo imposible ponerse a tiro. Ante esta situación y la hora que era ya, cerca de las 14:00 y con mucho calor, decidimos comer algo y esperar a que empezaran el careo de la tarde, a ver si daban oportunidad.

Después de más de una hora tostándonos al sol y tomar un bocado escaso –llevamos solo un exiguo taco pensando que aquello iba a ser «coser y cantar»–, y con el agua casi terminada, había que tomar decisiones.

Allí asomados, especulamos con las diferentes vías que podían tomar los machos si se movían y calculamos distancias para ver si se pondrían a tiro desde esta posición.

A excepción de un par de sitios, o bien era muy lejos (mas de 500 metros) o bien no dábamos vista a los posibles pasos. Había, pues, que intentar descender y encontrar algún saliente o terraza desde donde pudiéramos localizarlos.

Bajamos por una de esas chimeneas. Todavía había neveros que negociamos con precaución y no poca prevención –a mí el vértigo me podía, pero con algo de ayuda lo pude sortear–, bajamos hasta un saliente y se asomó Octavio; y desde allí sí podía ver algunos ejemplares más abajo.

El problema era que tampoco había un tiro claro y además a mí, con mi vértigo, me resultaba imposible. Otra vez canal arriba, otra vez el nevero y la hierba esa que llamamos allí «rebequera» – que parece que tenga grasa por lo que patina–: ascensión complicada.

Decidimos subir a la cuerda de nuevo y desde allí, a ver si descendiendo por la canal siguiente, que era también muy pendiente pero mejor terreno, volvíamos a dar vista.

Octavio se adelantó y, en efecto, saltando por un pequeño sierro se podía asomar uno a una terraza y desde allí las pudo ver ya de careo abajo, casi en vertical.

macho-montes-prinok

Ladera donde se cazó el macho, sobre los prados de San Justo.

 

Era el grupo de machos y estaba el nuestro. Otra vez un reto insuperable para mi vértigo, decidimos descender por una canal muy pendiente pero que se podía negociar.

Al final empezaba una mata de roble y brezos muy altos, todos tirados por la nieve. Aquello era un infierno; tardamos casi una hora en descender para podernos asomar en un alto desde donde las podríamos avistar de nuevo. Ya eran las 17:00 h.

Llegamos a unas piedras y nos saltó un bonito rebeco macho; no era a lo que estábamos: buscábamos abajo entre el monte a nuestros machos, y allí aparecieron: a no más de 200 metros –descontado el ángulo de la tremenda pendiente– estaban de careo ramoneando y pastando entre los brezos.

Ya vimos a nuestro macho. Era inconfundible, el más grande de cuerna con mucha diferencia, el pecho y las paletas ya atravesadas por el color negro de los machos adultos.

Tomé posición de tiro, había nervios, le apunto con cuidado esperando a que se destapara completamente; y, una vez que está totalmente atravesado…., patapuuuummm…, el 6,5 Creedmor tronó.

Se amontonan y corren… Octavio dice: «Carga, que no le has tocado». Confusión total, ¿si le he tirado perfecto…? Se para y le vuelvo a tirar, creo que esta vez sí le fallo y, todavía in extremis, le tiro el tercero, que sí acusa…

Se me queda una cara entre de estupefacción y frustración, ¿cómo le he podido fallar el primer tiro?

Vemos que la pelota de machos se va, pero este se queda rezagado tras una pequeña sierra, no puede andar, está claramente pegado pero solo vemos la cabeza; se echa.

Hay que bajar a rematarlo, tardamos más de 40 minutos en llegar a la sierra detrás de la que se había tapado: aquella bajada fue una pesadilla.

Me asomé con precaución y salió casi de mis pies, lo dejé cumplir enfrente en una pequeña pedriza y lo rematé sin más.

Llegó la hora de las felicitaciones y las fotos para el recuerdo, después de un larguísimo y duro día de caza.

macho-montes-cabra-p.prin

Carlos, Lorenzo y Juan Antonio con la primera cabra cazada en Mampodre

 

Allí estábamos felices Lorenzo, Carlos, Octavio y yo con el primer macho de Mampodre, pero con satisfacción y alegría compartidas con todos los celadores, que echaron allí todo el día –ellos, por cierto, sin comer– hasta que le pudimos dar caza y que fueron imprescindibles para el éxito de la jornada.

El descenso todavía nos llevó un largo rato y llegamos a los prados de San Justo a las 20:45 h. Nos salió a recibir José Ignacio, quien, siempre pendiente de todo, vino con su hijo al encuentro con una bolsa llena de agua y cervezas heladas, ya que sabía que estábamos cansados y sedientos sin casi haber bebido durante todo el día. Gran detalle por su parte, desde luego.

Fotos con todo el grupo porque de todos fue el logro de la cacería del macho de San Justo, el primer macho de Mampodre.

macho-montes-grupo

La expedición al completo con el macho

 

Para mí ha sido una gran satisfacción haber podido cazar este macho con todos los amigos de la reserva de Mampodre, donde llevo cazando ininterrumpidamente 27 temporadas, y después haber compartido muchas jornadas de caza y montaña con ellos tras los esquivos corzos leoneses, los majestuosos venados y, sin duda, los que son los reyes de nuestras montañas: los rebecos.

El poder cazar el primer macho de la reserva ha sido todo un privilegio. Muchas gracias de corazón a todos los amigos celadores de la reserva de Mampodre, especialmente claro a Octavio, que ha sido todos estos años el que más esfuerzo y dedicación ha empleado en el seguimiento de las cabras; a Lorenzo, el celador mayor; a los celadores que allí estuvieron dando el callo, Paco, Javi, Víctor y José Ignacio; a mi ‘maestro’, Carlos Chamorro; y a Juan Carlos Peral, César Gómez y todo su equipo de las reservas de León, que han hecho posible que podamos disfrutar ahora de la presencia de las magníficas monteses en nuestras montañas leonesas.

Juan Antonio García Alonso

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RESPONSABLE Ediciones Trofeo S. L - CIF B86731221 - Ediciones Trofeo
CONTACTO C/Musgo nº 2 Edificio Europa II-1D . 28023, Madrid (Madrid), España
Tel. 91 805 35 52 - Email: [email protected]
Puede ponerse en contacto con nuestro Delegado de Protección de Datos en el
email [email protected]
FINALIDADES Gestión de las solicitudes de suscripción recibidas a través de nuestra página web, envío de
comunicaciones comerciales, promocionales y de información de nuestros productos y/o servicios .
LEGITIMACION Consentimiento explícito del interesado ; Existencia de una relación contractual con el interesado
mediante contrato o precontrato
CONSERVACIÓN Gestión clientes : Durante un plazo de 5 años a partir de la última con{rmación de interés. Los datos
personales proporcionados se conservarán durante los plazos previstos por la legislación mercantil
respecto a la prescripción de responsabilidades, mientras no se solicite su supresión por el interesado
y ésta proceda, y mientras sean necesarios -incluyendo la necesidad de conservarlos durante los
plazos de prescripción aplicables-o pertinentes para la {nalidad para la cual hubieran sido recabados
o registrados
DESTINATARIOS Gestión clientes Ecommerce (suscripciones): Administración Tributaria ; Bancos, cajas de ahorros y
cajas rurales
Gestión clientes: Administración Tributaria ; Bancos, cajas de ahorros y cajas rurales ; Administración
pública con competencia en la materia
TRANSFERENCIAS INTERNACIONALES No realizamos transferencias internacionales de sus datos
PROCEDENCIA Suscriptores a la revista: El propio interesado o su representante legal . La vía principal de
suscripción son los formularios de nuestra página web.
DERECHOS Usted tiene derecho acceder a sus datos, recti{carlos, suprimirlos, limitar u oponerse a su tratamiento,
a su portabilidad, a no ser objeto de decisiones automatizadas, a retirar su consentimiento y a
presentar reclamaciones ante la Autoridad de Control (Agencia Española de Protección de Datos).
Más información en nuestra https://trofeocaza.com/politica-de-privacidad/ o
[email protected]

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Image

Image Image Image Image

Image Image Image

Image Image Image Image

Image

Image Image Image