Conversaciones sobre lobos con José Ramón de Camps

Hace más de un año  vio la luz Cuaderno de lobos, el último libro de José Ramón de Camps. Con esa disculpa, hemos aprovechado para charlar un rato con él.

De los libros de sarrios pasas al zorro, para después escribir sobre la cabra montés, el urogallo, y ahora sobre el lobo ibérico. Eres de los escritores españoles que más has publicado sobre animales cinegéticos de alta montaña. ¿Hay alguna razón por la cual ahora escribes sobre el lobo ibérico?

La importancia cultural del lobo en la historia de la humanidad, los sentimientos de odio que despierta o los amores que desata hacen de este gran depredador un animal controvertido pero irremplazable en nuestro país. Sin la ayuda del hombre, su mayor enemigo, será muy difícil su supervivencia a largo plazo.

Todos sabemos que el lobo es una especie problemática, pero entre los ganaderos, ecologistas, cazadores naturalistas y científicos tenemos que llegar a unos consensos mínimos para conseguir la conservación de este animal extraordinario en nuestro país.

El científico Dr. David Mech, referente mundial sobre este cánido, escribió con mucha razón:

«La gente no entiende que a una misma especie haya que protegerla en unos lugares concretos, controlarla en otros y reintroducirla en otros tantos, pero esta es la actual realidad del lobo».

He querido escribir este libro, en primer lugar, para explicar mi punto de vista sobre el problema. Pienso que la caza como instrumento en la conservación de la biodiversidad juega un papel esencial en la gestión de sus poblaciones en zonas determinadas o con lobos conflictivos. En segundo lugar, he querido hacer un pequeño homenaje a Josechu Lalanda, tristemente fallecido.

conversaciones-lobo-jose-ramonJuan Delibes, en un prólogo que realizó para tu libro sobre el urogallo, te consideró como un cazador naturalista. Meses más tarde, la Asociación para la Conservación del Urogallo en España te nombró socio honorífico en reconocimiento a tu trayectoria personal en la defensa y el estudio de esta especie y su hábitat. ¿Es el cazador un naturalista?

Pienso que sí. Los cazadores tenemos que profundizar en el conocimiento de la naturaleza, de su conservación, de la propia gestión de las especies que nos gustaría cazar, incluyendo la biología de su reproducción, las dinámicas y gestión de sus poblaciones, su propio comportamiento y sus enfermedades.

Todos tenemos que ser cada día más cazadores naturalistas. Además de disfrutar aún más de nuestra afición y del respeto al animal que vamos a cazar, conseguiremos ser más apreciados por la sociedad actual y cumplir así con nuestra función en el equilibrio, mantenimiento y desarrollo de las especies cinegéticas.

Valoro mucho a los cazadores que aman el campo, a los que demuestran una curiosidad ilimitada por la flora y fauna de donde cazan, o a los que ayudan a preservar la naturaleza.

Dices en tu libro que las poblaciones de lobos se mantienen estables. ¿Sabes que, según el colectivo que hable, las cifras de lobos que existen en España varían?

Tienes toda la razón y pienso que los cazadores no tenemos suficientes datos para pronunciarnos sobre esta cuestión. Los censos de lobos y su metodología son complejos, existen diversas maneras de hacerlos y están abiertos a diversas interpretaciones.

Prefiero que opinen los científicos y técnicos de campo, preparados para ello y con amplia experiencia en realizarlos. Juan Carlos Blanco, uno de los científicos con más experiencia en el lobo ibérico, dice en el libro Durmiendo con lobos:

«Sus poblaciones en los últimos treinta años se han incrementado y actualmente se encuentran estables y con una tendencia al aumento».

Por darte un ejemplo, leía un artículo en El Correo Gallego que explicaba el número de ataques de lobos al ganado doméstico en Galicia y cuantificaba entre ovejas, vacas y equinos un número de 1258 reses atacadas por estos cánidos durante el año 2016.

Todos los cazadores sabemos que los animales cinegéticos, en general –ciervo, jabalí, corzo–, han aumentado sus poblaciones y, por tanto, no se puede justificar el aumento de ataques por parte del lobo al ganado doméstico por una reducción de herbívoros salvajes.

En el libro escribes que el lobo es el mejor aliado del cazador al ser un gran gestor selectivo de las poblaciones de animales cinegéticos.

El lobo es un gran aliado del cazador de trofeos cinegéticos al sobrevivir en las zonas donde habitan solamente los ciervos, los corzos, los jabalíes o los rebecos mejor preparados ante sus constantes ataques. Son, sin duda, unos grandes gestores selectivos de sus poblaciones, pues eliminan a los animales enfermos o más débiles.

El mejor ejemplo es la Sierra de la Culebra, en donde el lobo se come un porcentaje altísimo de las crías de ciervas. Los lobos tienen predilección por los animales más débiles, los más vulnerables y los más viejos, lo que conduce a que, en un proceso de selección natural, se encuentren grandes récords de trofeos de ciervos en esta reserva, ya que solamente los mejores ejemplares sobreviven a sus ataques continuados.

Si echamos un vistazo al ranking de trofeos de ciervos homologados por la Junta de Homologación española, veremos que cinco de los diez mejores venados cazados en terrenos abiertos se han cobrado en la Sierra de la Culebra.

En mi libro me pregunto qué habría pasado si en el Pirineo oriental se hubiera consolidado una población de lobos. Estoy convencido de que habrían ayudado desde el principio a regular las enfermedades que han sufrido los sarrios en los últimos años, como la queraconjuntivitis o el temido pestivirus.

Muchos ganaderos están desesperados por los ataques de este animal a sus rebaños, y se sienten indefensos ante sus pérdidas y la compleja lentitud de las Administraciones. ¿Qué opinas al respecto?

El lobo se alimenta de carne y, aunque se encuentre en la cima de la cadena alimentaria, tiene que tener mucho cuidado de no recibir golpes de sus presas para no lesionarse y verse imposibilitado para seguir cazando. Es indudable que, en la alimentación del lobo, el ganado doméstico desempeña un papel principal.

El científico y maestro Valverde describió por qué el lobo tiende a atacar al ganado doméstico con preferencia sobre la fauna salvaje. Según él, al lobo le cuesta menos trabajo y menos energía cazar una oveja, una cabra o un cerdo, que a sus ascendentes salvajes, el muflón, la montés o un buen verraco.

Todos estos animales, decía, corren más y se defienden mejor. Entre perseguir a un corzo aislado entre brezales o degollar ovejas en campiña abierta, la elección no era nada dudosa. Y esto es lo que provoca la justa cólera de los ganaderos; y necesitan políticas claras que protejan sus inversiones.

Muchos ganaderos estarían de acuerdo en que la estrategia de conservación del lobo pase por garantizar su presencia, siempre y cuando haya abundante caza que supla los ataques a su ganado doméstico, una acertada y rápida política de indemnizaciones ante los eventuales daños y un control poblacional anual para evitar incrementar las poblaciones lobunas.

Es necesario encontrar el equilibrio entre la ganadería y la población de lobos de cada zona donde habitan juntos, si queremos que ambas sigan existiendo.

Hablas de la figura del cazador defensivo y propones que no se pueda cazar al lobo en monterías ni en batidas. ¿Puedes explicarnos el porqué?

He querido con este libro defender la posición del cazador defensivo como una figura necesaria para la cohabitación entre los ganaderos y los lobos que viven en un mismo territorio. En el Manifiesto sobre la conservación de lobo, que fue aprobado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales, en Estocolmo en el año 1973 y revisado en los años 1983,1996 y 2000, su comisión de expertos involucrados en la gestión del lobo de diversos países declaró que, si surge una necesidad demostrada científicamente de reducir las poblaciones de lobos, entonces será conveniente eliminar determinados individuos en beneficio del conjunto de las poblaciones loberas, siempre que las medidas sean selectivas y supervisadas por una estricta gestión científica.

Más adelante, en España, la Estrategia para el control del lobo, aprobada por la Comisión para la Protección de la Naturaleza y por la Comisión del Medio Ambiente en el año 2005, afirmó que el control del lobo debe ser específico y que, en ocasiones, la caza puede utilizarse para controlar sus poblaciones y para prevenir o aliviar los daños al ganado doméstico en determinadas zonas
Dichos manifiestos vienen a reconocer la importancia de la caza en determinadas situaciones concretas, ya sea para gestionar poblaciones de lobos o para eliminar individuos conflictivos y, por tanto, el cazador puede sentirse orgulloso de su labor para la conservación de esta especie.

Sin duda, gestionar mediante la selección de animales concretos aumenta la incertidumbre y dificultad de su cacería, pero, por el contrario, esta es mucho más exigente para el cazador. Mira, las monterías o las batidas no permiten seleccionar al animal cazado, y muchas veces se cobra al macho alfa, a la hembra dominante o a un número indeterminado de sus miembros. Por tanto, la gestión del lobo tendría que ser siempre defensiva, solamente cuando los científicos y los técnicos la determinaran en una zona concreta y siempre seleccionando y eliminando a unos animales determinados, a través de recechos o aguardos.

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¿Tan importante son las manadas de lobos en el éxito de su propia supervivencia?

Las manadas son la base para la supervivencia de los lobos y es necesario protegerlas al máximo. Sin ellas no hay posibilidad de que la especie se consolide.

Piensa que el vínculo social y el hábito de cuidarse entre los lobos solo está por detrás de los humanos y de algunos primates. El macho alfa tiene una figura jerárquica clara. Único macho reproductor, es el que lidera posibles ataques a otros intrusos y el responsable de buscar alimento.

La hembra dominante tiene un papel primordial y será la única cubierta por el macho alfa y responsable máxima de los cachorros. Las otras hembras del grupo se repartirán el papel de niñeras y ayudarán a la hembra dominante en las tareas de educar a los pequeños.

Los lobos veteranos son muy necesarios dentro de la manada, ayudan a enseñar el territorio a los pequeños, les enseñan a cazar, van en busca de posible comida para avisar a la manada.

Es bastante común que exista un lobo omega, el animal que ocupa la posición más baja en el escalafón de su estructura social y en el cual los otros lobos descargan toda su presión y competencia entre ellos. Como escribió Rudyard Kipling:

«La fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada».

También incorporas unas conversaciones con Ramón Grande del Brío, sin duda uno de los científicos y naturalistas que más saben del lobo en España. Cuéntanos alguna anécdota de sus conversaciones contigo.

Ramón Grande del Brío es uno de los grandes naturalistas y científicos que tenemos en España. Me impresiona mucho que un hombre doctor en Historia y profesor en la universidad de Salamanca sea, al mismo tiempo, una de las personas que conoce mejor las costumbres y el comportamiento de los lobos.

Hasta tal punto que cuando, en los años setenta, el lobo estaba desapareciendo, todos los grandes estudiosos de este animal, incluidos el profesor Valverde o el mismo Félix Rodríguez de la Fuente, se dirigían a él porque sabían de su conocimiento sobre los pocos lobos que aún merodeaban por encima del río Duero.

Ramón es un personaje peculiar. Combinar las clases en la universidad con sus temporadas durmiendo al raso en la Sierra de la Culebra o buscando yacimientos con pinturas rupestres merece, al menos, este calificativo. Es un hombre con tantas anécdotas y experiencias con los lobos que podrías estar horas hablando con él; eso sí, en un perfecto castellano, como buen salmantino.

En el libro describo algunas de ellas; como cuando descubrió que los lobos llegaban a colocarse debajo de los puentes para potenciar los efectos sonoros de sus aullidos, con objeto de que sus voces se transmitieran con mayor sonoridad y a mayor distancia, para ser detectados por otros lobos más lejanos.

O como los lobos prospectores, con tareas de vigilancia, se tumban en el suelo, apoyando de lado la cabeza en la tierra, y van alzándola a intervalos para observar, volviendo luego a su posición, tumbado en el suelo; y así sucesivamente, durante largos minutos, para detectar el ruido y las pisadas de las posibles presas.

O, también, como los lobos viejos, los llamados ‘matreros’, se hacen acompañar de un escudero para protegerse de los peligros, a cambio de transmitirle toda su experiencia. Otra escena vista por él, que me impresionó mucho, es cuando un lobo veterano tomó entre sus dientes una pequeña mata de brezo y, formando una especie de pantalla que le cubría parcialmente la cabeza, fue arrastrándose de esa guisa hacia un rebaño de ovejas, deteniéndose de vez en cuando en el suelo y avanzando lentamente.

Pues bien, uno de los lobeznos que lo seguía también arrancó con sus dientes unos hierbajos y, con ellos en la boca, fue avanzando hacia el rebaño, igual que el lobo veterano. Sencillamente, estaba introduciendo al lobezno en el arte de la caza. Ha sido un auténtico privilegio que Ramón haya querido colaborar conmigo en este libro, y se lo agradeceré siempre.

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En todos los libros que has escrito ha colaborado Josechu Lalanda. ¿Puedes explicarnos cómo fue esa colaboración?

A lo largo de casi treinta años Josechu y yo hemos sido buenos amigos y ha participado en todos mis libros. Ha dibujado escenas sobre el comportamiento y la caza de sarrios, zorros, cabras monteses, urogallos y ahora lobos.

Por cierto, gracias al lobo, Josechu conoció a Félix Rodríguez de la Fuente, con quien trabajó en programas de televisión tan importantes como El Hombre y la Tierra, y en la famosa enciclopedia Fauna.

Félix dejó muy claro la admiración que sentía hacia él cuando dijo:

«Los que por profesión o vocación conocemos bien a los animales sabemos que la pintura animalista es un arte difícil, porque requiere de la buena técnica del dibujante y de los profundos conocimientos zoológicos del naturalista. Me atrevería a afirmar que Lalanda es el más perfecto que hemos tenido después de los geniales maestros de Altamira».

Por último, en el libro aparecen 178 fotografías de lobos ibéricos realizadas por algunos de los mejores fotógrafos de naturaleza con una calidad extraordinaria.

Las fotografías de lobos que aparecen en el libro explican el comportamiento de este animal desde su nacimiento, sus manadas, el celo, sus ataques a la ganadería y su forma de cazar a los animales herbívoros. Son extraordinarias y están impresas en papel fotográfico para resaltar su calidad. Todas ellas son de lobos ibéricos.

Asimismo, han colaborado algunos de los mejores fotógrafos de naturaleza en España, como Antonio Vázquez, Jorge Sierra, Ricardo Peralta y los hermanos José María, Alejandro y Ricardo Ruiz, autores del libro Tres Clanes.

Ha sido un placer haber podido trabajar con todos ellos.

A. M

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CUADERNO DE LOBOS
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