Mi fidelidad a esta cabecera de TROFEO me permitió ir apreciando la evolución de los perros de Valdueza tanto desde el punto de vista morfológico como en el plano funcional, a través de los artículos que iban apareciendo bien distanciados en el tiempo en nuestra revista.
Articulistas de gran prestigio como Mariano Aguayo o Perico Castejón, discípulo indisimulado de Periquillo, Pedro Castro, el querido y admirado podenquero de Valdueza, en algún momento glosaron sus méritos, en esos tratados de gran sabiduría rehalera que escribieron poco a poco, mes a mes, en sus columnas.
Mi admiración por un trabajo bien hecho ha llegado hasta el día de hoy, y me ratifico en ello. Iniciado en la década de los años cuarenta por Don Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, Marqués de Valdueza, y seguido por su hijo y heredero del título.
Es muy justo y necesario el reconocimiento a una ejemplar selección en pos de una funcionalidad eficiente, un morfotipo adecuado y homogéneo, amén de una consolidada transmisión genética, como podemos apreciar, sin duda alguna, en el perro de Valdueza.
Orígenes de la RSCE.
Pero, y aquí empieza la disensión, que no es ni mucho menos con la gran tarea realizada por la familia Valdueza, al contrario, hacía ellos gratitud como cinófilo, amante del perro de caza y el reconocimiento pleno, sino con las instituciones encargadas de promover y fomentar una correcta y adecuada configuración racial en el orden canino.
La Sociedad del Fomento de las Razas Caninas de España es la encargada de velar a nivel nacional por las razas de perros desde 1.911. Su objeto era y es “la mejora y establecimiento en España a modo que se hace en el extranjero de estudios científicos sobre las razas caninas, instituir el Libro de Origen Español en el que podrán inscribirse los perros de pura raza españoles y los perros de pura raza extranjeros existentes en nuestra nación”, añadiendo más adelante entre sus propósitos: “Restaurar la pureza de las razas de perros genuinamente españoles y asegurar la importación a España de los de pura raza extranjeros”.
Su primer presidente, el Conde de Lérida, don Manuel Álvarez de las Asturias Bohórquez y Ponce de León, consigue para la misma la consideración de Real y el uso del escudo de las Armas Reales y, añadiendo en su escrito de solicitud la denominación de “Central”, para el reconocimiento de entidad de “utilidad pública” que se le concede en Real Orden de 1918 por decreto del entonces Ministerio de Fomento, siendo Ministro del ramo Don Rafael Gasset, ratificada el 16 de febrero de 2000, por el Ministerio del Interior.
Con fecha 21 de febrero de 2003,la Dirección General de Ganadería, del entonces denominado Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, resolvió reconocer de forma oficial a dicha entidad para la llevanza de los Libros genealógicos caninos de razas puras, conforme a lo previsto en el Real Decreto 558/2001.
Si bien, el Real Decreto 1557/2005 de 23 de diciembre modifica el de 2001, indicando que el reconocimiento oficial de las asociaciones que pretendan llevar libros genealógicos de una raza canina española corresponderá al órgano competente de la Comunidad Autónoma en la que radique el origen de la raza.
Mediante resolución de fecha 20 de abril de 2012, la Junta de Andalucía, a través del órgano competente, establece que corresponde a la Real Sociedad Canina de España la gestión del Libro genealógico de la raza canina Podenco Andaluz, entre otras. En el punto quinto de dicha resolución se insta a la RSCE a presentar con carácter anual un informe de situación de la raza Podenco Andaluz.
Un largo camino
El patrón racial o estándar de la raza Podenco Andaluz es el número 401, y no se encuentra aceptado por la Federación Cinológica Internacional, organismo aglutinador de entidades nacionales preservadoras de la cultura canina en el mundo.
Su aprobación se realizó en marzo de 1992. Tres tallas: grande, mediana y chica y tres tipos de pelo: cerdeño, sedeño y liso. ¡Veintiocho años han transcurrido sin el reconocimiento internacional del Podenco Andaluz!
Algo sobre lo cual debe preguntarse muy seriamente la garante pública de su preservación y fomento, que no es otra más que la Junta de Andalucía, frente a la gestión de la RSCE.
La Real Sociedad Canina de España estableció unos parámetros en que encasillar grupos caninos que puedan tener numéricamente y fenotípicamente asiento en alguna parte de nuestro territorio nacional bajo la denominación de “Grupos étnicos Caninos”.
Y lo define de la siguiente forma: “Llamamos grupo étnico a una población canina que comparte entre sus miembros unos rasgos propios, tanto físicos como funcionales, fijados por selección funcional, a lo largo de los años, dentro de una determinada área geográfica” (a mi modesto juicio falta algo tan básico como es la transmisión genética de caracteres, pero en definitiva es un sinónimo conceptual de raza).
El autor del texto, Carlos Salas Melero, realiza a continuación una exposición de la diferenciación y el tránsito que debe producirse entre un grupo étnico y su aceptación como raza (¿pero si teóricamente estamos ante una raza, para qué el paso intermedio?).
También se pregunta como una raza canina como los Podencos Andaluces no ha consolidado su condición de raza en la cinofilia moderna y determina como grupo étnico a los denominados Xarnego Levantino y Podenco Orito Español (otra herencia de la aberrante situación que se produjo en la redacción del patrón racial del podenco andaluz), entre otros.
La inclusión como grupo étnico canino viene determinada por un Reglamento de la RSCE aprobado con fecha 21 de diciembre de 2011, y que contiene 11 puntos. Todo esto forma parte de una concepción oportunista y del momento, sin apenas proyección de futuro, tradicional en el enfoque de la cinofilia en España.
Salas Melero es la persona que desde hace décadas viene siendo un baluarte determinante a la hora de tomar decisiones acerca de cómo debe ser una raza española y como no, de quien sí y quien no, de lo que es o no es en el mundo canino español.
Gran parte de esa indefinición y del fracaso de muchas de nuestras agrupaciones caninas raciales, viene dado por sus criterios y por sus juicios, y consecuentemente por sus actuaciones. Pero entendamos esto como una autocrítica que le honra.
Desde hace años vengo manejando tratados modernos de zoometría y de etnografía, lo primero para estudiar aspectos relacionados con las especies animales y la segunda, sobre los pueblos y culturas humanas como cazadores.
Nunca había visto una definición de grupo étnico, fuera del “grupo humano que comparten una cultura similar, idioma, religión, antepasados y otras características que a menudo pasan de una generación a otra…”.
El profesor Mariano Herrera fundó la Asociación Española de Zooetnología, pero que yo sepa no he visto un desarrollo conceptual independiente internacionalmente usado, salvo el que desarrollaron José Antonio Fernández Fernández de FEAGAS y Cecilio Barba Capote, de la Universidad de Córdoba en el libro “Valoración Morfológica de los animales domésticos” publicado en su día por el MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE Y MEDIO RURAL Y MARINO.
Estos dos autores realizan una contribución más al controvertido mundialmente concepto de raza (existen cientos de definiciones que tratan de consensuarla), y realizan la siguiente reflexión: “Si partimos definiendo el concepto de raza, como aquella población compuesta por un número determinado de individuos, que se encuentran en una situación de aislamiento reproductivo entre sí y mantienen unas determinadas características en común, las cuales pasan de padres a hijos por herencia.
Por raza pura, se entendería además que son conocidas las relaciones de parentesco existentes entre los antedichos individuos y que todo ello se refleja en el correspondiente libro genealógico.
No obstante, a la vertiente biológica expuesta en las definiciones anteriores, habría que añadir una visión antropológica, ya que el concepto de raza es una creación del hombre y, por tanto, no se puede olvidar la repercusión del factor humano en la creación, el mantenimiento y la evolución de las razas”.
Con esta claridad conceptual, ¿para que necesitamos el paso intermedio de “grupo étnico”? No sé quién será el gran inventor de este término traspasado a la esfera de las especies animales y en este caso de la canina y de la RSCE.
En cualquier caso, la RSCE no ha dictado la norma legal que la convierte en raza pura canina española al Valdueza. La propuesta de inclusión fue objeto de estudio e informada favorablemente por la Comisión Nacional de Zootecnia en acuerdo de fecha 9 de julio de 2019.
El Real Decreto 558/20001, establece las normas zootécnicas aplicables a los animales de la especie canina de pura raza para su inclusión en el Libro de Orígenes Español, e incorpora el anexo con el listado Oficial de las Razas Caninas Españolas y la forma en que dicha comisión técnica ha de realizar el procedimiento de aceptación como raza, atendiendo, entre otras, al preceptivo informe técnico. La orden APA/698/, de 21 de julio consolida tal situación.
Aspectos sin resolver.
Ante todo lo anteriormente expuesto, nos preguntamos, como el famoso fabulista Tomas de Iriarte: “¿Qué ha de ser..? Pero no son galgos, ¿Pues qué son? PODENCOS. ¿Podencos? ¡¡Podencos no son!!”.
Su inclusión en el grupo V de la Federación Cinológica Internacional por la RSCE, que engloba los perros primitivos de caza, en que encontramos a los podencos, no solo sería un error, ya sería el colmo de los despropósitos e incluso una grave desconsideración hacía los podencos.
El Valdueza tiene sangre de mastín, sangre de podenco campanero y por último, la incorporación del Griffon Nivernais (el famoso Fransua), raza foránea, y en su propuesta de patrón racial de la RSCE se dice textualmente: “En ellos se ha fusionado, de forma magistral, el poderío del Mastín, la rusticidad, la resistencia y la viveza del Podenco Campanero y el ladrido y la habilidad del rastro del Grifón”.
Su integración como perro de montería española le ubicaría probablemente en el grupo VI, de los perros de tipo sabueso, perros de rastro y en su sección 3: Razas semejantes compartiendo honores con otras razas de la gran caza mayor europea como los de la gran venateur y los perros foxhounds británicos.
Decantarse por el Grupo V de la nomenclatura me parece un desacierto. Manifiesto, ni es un perro del tipo Spitz y mucho menos primitivo-, una raza muy distinta y diferente al podenco, aunque lleve sangre suya, en definitiva es un perro de caza mayor, y ni mucho menos el “más icónico de nuestra montería española”, ¿pero en qué grupo se puede encuadrar?
Un galimatías más de nuestra cinofilia patria.
Ricardo de la Rosa García.
Hola, Félix, la foto está en la agencia Shutterstock, https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hound-348666974
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Un saludo,
Trofeo Caza
La fotografía que encabeza este artículo es de mi propiedad y ni siquiera se le ha puesto el autor en ella
https://300wm.blogspot.com/2015/03/fotografias-de-mi-exposicion-en-surcaza_26.html