En este pequeño recorrido que estamos llevando a cabo sobre los pasos que debemos dar en la educación de un perro de caza, después de pasar por las diferentes etapas de maduración del cachorro, llega el momento de centrarnos en el aprendizaje.
En este pequeño recorrido que estamos llevando a cabo sobre los pasos que debemos dar en la educación de un perro de caza, después de pasar por las diferentes etapas de maduración del cachorro, llega el momento de centrarnos en el aprendizaje.
Aprender consiste en algo tan sencillo como modificar la conducta a base de la experiencia. Pues bien, por consiguiente, la educación es la orientación de este aprendizaje en un sentido concreto.
Por lo tanto, la educación de un perro de caza va a consistir en hacer pasar al alumno por una serie de experiencias que dirijan su conducta para que realice aquello que el adiestrador quiere que haga. En la actualidad sabemos mucho de cómo aprende un perro, por lo que vamos a utilizar una metodología en la educación basada en estos conocimientos.
¿CÓMO APRENDE EL PERRO?
La manera de modificar la conducta de un perro, orientándola hacia lo que nosotros queremos, se basa en varios mecanismos, entre los que vamos a destacar:
1. Habituación: un estímulo, a base de repetición, llega a pasar desapercibido. Si reflexionamos sobre ello, podemos poner un ejemplo muy cotidiano. Nuestra casa está llena de ruidos que conocemos, por lo que nos pasan desapercibidos. Esto es la habituación: estamos tan acostumbrados a ellos que no los apreciamos. Cuando hay un sonido inusual, enseguida lo notamos y nos suele producir un sobresalto. Con los perros pasa igual: se acostumbran a una serie de sonidos en la perrera o en su casa a los que no responden. Están habituados a ellos.
Podemos utilizar este método para acostumbrarlos a los disparos, por ejemplo, con detonaciones a cierta distancia, para que el perro compruebe que no le afectan para nada, y poco a poco realizando los disparos cada vez más cerca. Nunca, nunca, les expondremos a los disparos de manera brusca y reiterada, especialmente en perros tímidos o sensibles, ya que el susto inicial se puede convertir en pánico para siempre. Cuanto más lenta y suave sea la exposición, mucho mejor será la habituación. También, como hemos visto en artículos anteriores, el momento del desarrollo del perro en el que se produce la exposición a este tipo de ruidos tiene mucha importancia. En la etapa de sociabilización se adaptan enseguida, pero en la etapa juvenil hay que tener mucho más cuidado.
Aunque el tema de los disparos es uno de los métodos más conocidos de la habituación, existen otras posibilidades para su aplicación. Recientemente he tenido problemas con una de mis mastinas y los erizos. Los erizos, además de ser animales entrañables y estar protegidos, son realmente beneficiosos para tenerlos en un jardín. En mi casa abundan, pero esta perra joven comenzó a enfrentarse a ellos y a atacarlos. Para solucionarlo pude conseguir un erizo que encontraron en medio de la ciudad, flaco y desnutrido. Mientras se recuperaba, lo instalé en un pequeña jaula, dentro de la perrera de la mastina. Pasaron juntos noche y día hasta que se habituó a él y dejo de “pelear” con los erizos.
2. Condicionamiento operante: es la base del adiestramiento y consiste en que los animales tienden a aumentar la frecuencia de los actos que le son satisfactorios y a disminuir la frecuencia de los que le son desagradables. Es decir, si el perro hace algo que queremos, le premiaremos o (como se denomina en el argot de adiestramiento) le daremos un refuerzo positivo y tenderá entonces a repetir este acto. Son refuerzos positivos halagar con la voz, acariciar, premiar con la comida…
En cambio, si el perro hace algo mal le castigaremos o aplicaremos un refuerzo negativo, con lo que tenderá a no repetirlo. Son refuerzos negativos una mirada fija, recriminar con la voz, gesto o actitud brusca, atarlo…
Algo muy importante es que la educación del perro se base siempre en los refuerzos positivos. Hay que apoyar positivamente al alumno para que esta educación sea agradable y reafirme su autoestima, y también debe ser una satisfacción para el educador. Para las clases debemos preparar todo para que durante las lecciones no tengamos que castigar al alumno. En más del 90% de los casos en los que recriminamos al perro lo hacemos por error del educador. Concretamente, suele ser por los siguientes motivos (entre otros):
– Porque no se ha previsto la situación.
– No se ha hecho correctamente el trabajo previo de sociabilización del perro.
– Se le exige algo para lo que el perro no está preparado.
– No se le sabe explicar al perro lo que quiere de él.
–Se ha elegido un perro de una raza o una línea de trabajo no apto para lo que se necesita.
3. Condicionamiento clásico: es lo que hemos llamado reflejo condicionado. Se base en utilizar los reflejos innatos del animal como una herramienta para el educador. La utilización de este método se basa en los estudios del famoso fisiólogo ruso Paulov, quien comprobó que cada vez que se le ofrecía comida a un perro (estímulo), éste reaccionaba de manera involuntaria produciendo saliva y jugos gástricos (respuesta). Pero que, además, si a la vez hacia sonar una campana, después de varias repeticiones, tan solo con tocar la campana se producía la respuesta (salivación y jugos gástricos), aunque el estímulo (la comida) no estuviese delante.
Pues bien, esta conducta se ha empezado a utilizar en el adiestramiento y es realmente muy útil. Personalmente la utilizo para enseñar cosas sencillas y básicas, por ejemplo a sentarse. Para ello tomo un poco de comida (estímulo) y se la enseño al perro desde cierta altura sin dejar que la coja. Al cabo de un rato de esperar su premio, terminará sentándose (respuesta) en el preciso momento que yo digo “¡sienta!”, y le daré su premio. La palabra “sienta” actúa de la misma manera que la campana.
Este método es mucho más efectivo que la antigua manera de apretarle los riñones y empujarle hacia abajo para que se sentase, ya que así se influye de manera activa en la educación, el perro aprende antes y el método no es traumático. Más bien todo lo contrario: la motivación del perro por aprender aumenta con el proceso de educación utilizando este método.
4. Aprendizaje por imitación: todos lo conocemos y lo hemos utilizado. Un cachorro siempre imitará en sus actos a su madre o a otros perros adultos que le van transmitiendo su experiencia. Por ello es una herramienta perfecta para muchas cosas en el adiestramiento, por ejemplo para los primeros días en los que un cachorro sale al campo. Aprenderá, por imitación, muchas de las cosas que nos interesan si acompaña a un perro ya educado, al que seguirá e imitará. Pero también tiene sus inconvenientes. Una vez que “sabe de qué va el tema”, conviene que empiece a salir solo, ya que no es raro que se vuelvan “cómodos” y cacen al aire de un perro más experimentado, pendientes del trabajo de éste, del cual se aprovechan para trabajar muy poco.
Veterinario
Juan José Gracía Estévez