Antes de salir, hemos consultado el estado de las carreteras después de la DANA que ha asolado Valencia y que ha dejado hasta el momento 155 muertos. Una catástrofe de efectos devastadores.
El viaje ha transcurrido con bancos de niebla hasta Albacete, pero sin ningún incidente destacable. En Barrax, la parada es obligatoria para reponer fuerzas. Sobre las 9,30 hemos llegado a El Bonillo. Allí nos esperaba, como de costumbre, Elías. Una vez hemos recogido los permisos que ya nos tenía preparado kiko, nos hemos dirigido al cazadero. La entrada a la finca era un reguero de perdices por el camino. Hemos perdido la cuenta de las que había. Si digo una cifra es poca. De peón, volando, entrecruzándose entre ellas… los nervios a flor de piel. El sueño de cualquier cazador.
Hemos cogido la misma mano que el otro día y nos han asignado el mismo cazadero: Fuente Agria. La mañana es fresca con un sol incipiente que promete una mañana otoñal. Nada más pisar el campo comienzan los primeros lances, pero esta vez ha sido Mauro el primero en apuntarse las primeras patirrojas.
Mauro caza con una Abbiatico Salvinelli del calibre 20. Hoy era día de experimentar con nuevos gramajes y la verdad es el que el resultado no ha podido ser mejor. Frente a los que piensan (pensamos) que cuantos más gramos tiene el cartucho más fácil es abatir una pieza, por eso mucha gente utiliza 34 ó 36 gramos de sexta o séptima, lo cierto es que un gramaje pequeño, como es el de 24 gramos de perdigón del 7,5, cartucho de plato, es mucho más rápido (425 metros por segundo) y ayuda a corregir los tiros traseros porque ganas un par de metros que con un cartucho más lento. La penetración, pese a ser un plomo más pequeño es perfecta y no deja caza herida.
El terreno está muy cómodo para cazar después de las últimas lluvias. La noche anterior cayeron casi 40 litros. Evitamos los sembrados que son más pesados, aunque a veces es inevitable cruzarlos. Tampoco a las perdices les gusta mancharse las patas de barro.
Elías dirige la mano porque se conoce perfectamente el cazadero y la querencia de las perdices. Blaki caza mucho más tranquilo y parece que no se aleje tanto. Sin embargo, sigue resistiéndose al cobro. Raro en un labrador que son muy buenos cobradores.
En las retamas, o escobas como llaman aquí, la perdiz apeona, evitando volar.
Mauro va por delante en esa sana disputa que mantenemos entre ambos. Es difícil recordar todos los lances porque se suceden continuamente. Hay mucha perdiz.
El día es perfecto con algo de viento. Los días de calma o secos son mucho peores porque la perdiz te oye a la legua.
Hoy me he apuntado el primer doblete de la temporada. En otra que he abatido larga de segundo tiro, Elías ha contado los pasos y la ha recogido a 74 metros.
A mitad mañana hemos parado para tomar el taco. El sol nos acompaña mientras comentamos los lances. En la primera vuelta he tirado bastante bien y he conseguido colgarme 9 perdices con 17 cartuchos. Estaba cerca del cupo, así que hoy me he decidido a probar la Aya del 20. Solo he tirado un par de series al plato con ella.
A diferencia de Mauro, yo tiro con séptima y 30 gramos. Yerro la primera perdiz. La segunda se va algo pinchada, pero Mauro se encarga de abatirla en las nubes.
Para coger confianza a un arma, lo mejor es abatir las primeras perdices. De lo contrario, le coges manía a la escopeta y lo más probable es que termine en la armería o en las páginas de Mil anuncios.
El gatillo va algo duro y eso me ha impedido tirar a varias perdices, aún así estoy contento porque he conseguido abatir 5 perdices, eso sí, he tirado muchos más tiros que en la primera vuelta (19) y he errado bastantes perdices. Hoy era un día para haber pasado de la veintena por las oportunidades que he tenido, pero no ha sido posible.
Con los mismos choques, tres y una estrella en mi caso, las escopetas del 20 son algo más cerradas y permite tiros más largos. Son mucho más livianas y eso cuando vas cumpliendo años es un factor importante a tener en cuenta. Podemos hablar de un kilo de diferencia entre una escopeta del 20 y otra del 12.
Las horas en el campo pasan muy rápido, sobre todo, cuando lo estás pasando bien, y cuando nos damos cuenta ya son las dos del medio día, así que decidimos dar por finalizada la jornada con una buena percha de perdices, pero, sobre todo, habiendo pasado una jornada inolvidable con buenos amigos. Y ese es el espíritu de la caza.
Texto y foto: Patricio Simó.