¿Qué mejor manera que terminar el año cazando perdices en el Bonillo? Una majestuosa luna llena nos ha acompañado a primera hora de la mañana durante todo el viaje.
Pasadas las 8,30 hemos llegado a Barrax. Allí nos estaba esperando, Jero, un amigo de Mauro que venía por primera vez a probar las perdices de Kico.
Día nublado y buena temperatura para estar terminando el mes de diciembre. Los días con poco viento y con el campo muy seco, como el que hemos tenido hoy, las perdices te oyen a un kilómetro de distancia, haciendo muy difícil acercarse a ellas para tenerlas a tiro.
Si ya es difícil un día normal dar con las patirrojas, hoy ha sido especialmente difícil. En la primera vuelta solo he conseguido colgarme cuatro perdices.
A pesar de que hemos cazado con más perros, Elías y Jero han traído los suyos, bretón y pointer, respectivamente, la mano se ha dado regular.
Las perdices hoy estaban resabiadas dando muy pocas opciones. Se han tirado muy pocos tiros. Mauro en la primera vuelta ha abatido dos perdices, cifra que no ha podido superar a lo largo de la mañana. Jero ha tenido que esperar a la segunda vuelta para colgarse una perdiz.
Hemos visto menos perdices que en jornadas anteriores.
Jero y Mauro han cazado con escopetas del calibre 20. Un calibre que está cada vez más de moda en la caza menor al salto, sobre todo, por su liviano peso. Con el mismo gramaje son más pegonas que las del calibre 12 al tener menor peso y en igualdad de choques son más cerradas, permitiendo tiros más largos.
Sigue sin llover y el terreno está muy seco. Las perdices a estas alturas de la temporada se las saben todas. Yo he tenido suerte de abatir un par de perdices enviadas. He errado una que andaba camuflada en medio de un sembrado y que solo ha volado después de vociferar varias veces al perro.
Blaki lo va haciendo cada vez mejor y parece que ya no se aleja tanto, aunque sigue sin cobrar. Creo que ya está empezando a comprender que correr detrás de ellas no conduce a nada.
Patricio Simó.