Las pasadas elecciones han evidenciado la desafección de los partidos políticos hacia el campo, con la turbadora excepción de PP y PSOE. Turbadora por cuanto ambos despertaron al calor de las elecciones, ¡por un puñado de votos!, ante la audaz campaña “#LaCazaTambienVota” emprendida por la Federación Andaluza de Caza y trasladada al ámbito nacional, con singular empeño, por la Oficina Nacional de la Caza la Conservación y Desarrollo Rural, el último bastión del occidente cinegético español en la defensa de nuestros intereses comunes.
Pero… si turbador resulta que se muevan nuestros dos grandes partidos, sólo ante el peligro de las urnas, revindicando al mundo rural, la caza, la pesca y ¡dos tazas más!, alarmante apareció la desaparición de las otras dos formaciones de ámbito estatal: Ciudadanos y Podemos.
En efecto, descollaba en el programa de Ciudadanos, entre otras tonterías y lugares comunes como escuchar sólo a las organizaciones ecologistas medioambientales en los temas relacionados con la Biodiversidad, una memez de gran calibre: Elaboraremos una nueva Ley de Protección Animal que incorpore una reforma del Código Civil de la figura del animal. A parte de la pésima sintaxis, espero que la majadería no tenga demasiado eco en el nuevo parlamento donde, con menos escaños que en diciembre, parece que están llamados a tener relevancia gubernativa.
Probablemente, quién mal compuso tamaña sandez, no sepa la diferencia que existe entre un ser racional e irracional o, quizá, por representar lo segundo, considera que no concurre ninguna y hay que dotar a los animales de derechos y obligaciones. ¿Se imaginan ustedes firmando un contrato de compraventa con un chimpancé, un perro tutelando a su dueño (alguno se lo merecería) o una evicción provocada por un gato…?. Me consta que en Ciudadanos militan eminentes juristas quienes, conociendo el origen del primer Código Civil, sus fuentes, objeto y naturaleza, no dudarán en imponer sensatez.
En cuanto al otro grande que no logró sobrepasar al PSOE; el cursilísimo, estúpido y carente de toda lógica léxica, término: sorpasso, es absolutamente inaceptable; incluidas las simpáticas acepciones tortasso, piñasso o lechasso. En fin, a lo que iba, hablo de “Unidos Podemos”. Coalición, cuyas pretensiones político cinegéticas nos acechan como si se tratara de sombríos nubarrones a punto de descargar violento chaparrón animalista.
Ciertamente, aunque subsiste algún círculo podemita, escaso por cierto, que defiende la práctica montera, no despeja cómo se compatibiliza tal amparo con el preámbulo de su programa que, literalmente, decía lo siguiente: Nos oponemos al uso de recursos públicos y subvenciones a actividades lúdicas, espectáculos, festejo o pruebas deportivas incompatibles con el bienestar animal. Si, además, analizamos sus propuestas concretas para, el supuesto “bienestar animal”, aparece cristalina e ineludible la conclusión: la postura de Podemos es antitética con la venatoria, incongruente. Mucho me temo, ya desde la bancada de la Oposición, la cual irremediable, se les avecina, harto beligerante hacia la Caza y, porque no decirlo, los toros. Eventualmente, un gravísimo error de concepto y estrategia.
En definitiva, aun sonando apresurado y, permítanme ustedes, sin fundamento demoscópico alguno, me pregunto lo siguiente: el pequeño desastre de “Unidos Podemos” o, mejor dicho, “Unidos Pudieron”, acaso vino influenciado por aquello de “la caza también votó”. Quién sabe.
Ahora, toca estudiar si las promesas se cumplen.
Manuel María Baquedano