Cuadrillas de caza

La caza no puede desligarse del compañerismo. Ambas están unidas o, al menos, deberían estarlo.

Comentar los lances de caza con los compañeros de cuadrilla después de una jornada cinegética forma parte de la esencia de la caza. Yo que he cazado muchas veces solo, valoro más la caza cuando se hace en grupo que en solitario, aunque tengo amigos que prefieren cazar solos. A uno se le queda un sabor agridulce cuando no es capaz de compartir los lances con el resto de compañeros de fatiga. No solo cuando hemos abatido una perdiz superlarga. También cuando hemos errado una perdiz que nos ha salido de los pies o nos la ha enviado revolada de pico un compañero. Las tertulias alrededor de una mesa con una buena copa de vino, comentando cómo ha sido la jornada, son la salsa de la caza.

A lo largo de todos estos años he cazado en distintos cotos de Castilla-La Mancha como Eras Viejas y el Collao en Torre de Juan Abad, Los Isidros y El Olmo en Carrizosa o Peñadorada en Ossa de Montiel.

Quiero aprovechar estas líneas que me brinda la directora de esta revista Amparo Ampuero para recordar a todas las personas con las que he compartido días de caza y, especialmente, a aquellos que ya no están entre nosotros como: Miguel Ferrero, Pepe Mora, Miguel Ferrer, Pepe Calero y Pepe Sala.

También a Venerando Gómez, Venera, una de las personas que he conocido en mi vida que más sabía de caza y que vivía el campo con una gran pasión. Ahora es su hijo Fran, quien gestiona los cotos con la misma ilusión y entrega que su padre.

Desde el año 92 que comenzamos a cazar en la finca Los Isidros en Carrizosa, un coto excelente donde abundaba la perdiz salvaje y después a partir del 95 hasta el 99 en El Collao en Torre de Juan Abad, que tenía una loma que le llamábamos el Kilimanjaro por la altura que tenía, como me recordaba hace poco Pepe Mora hijo, prácticamente hemos cazado siempre la misma cuadrilla. Ramón Ferrero, Pepe Mora, Nacho Espadas, Antonio Chofre, Salvador Vila, Gonzalo Ferri, Toni Belda, Genaro Ferrero, Colo, Ernesto, Pepe Calero, Rafa Lanusse y quien suscribe estas líneas.Cuando se caza en grupo, que no siempre es fácil, dirigir bien la mano es fundamental. Las puntas deben ir algo adelantadas, cogiendo las lindes para meter las perdices. Si echas las perdices fuera del coto, ya puedes dar por perdida la mañana.

Se trata de cazar para todos. Tiene que haber buen feeling entre los compañeros y no siempre es fácil.

La caza en mano con perros requiere previamente conocer el terreno donde vamos a cazar para diseñar una estrategia. Hay que ganarle la partida a las perdices, que son unos animales muy listos, probablemente más que nosotros.

Otro factor importante a tener en cuenta es la dirección del viento. Hay que cazar siempre a favor del viento, es decir, con el viento de cara para evitar ser oído por las perdices, máxime cuando llevamos perros. Si al perro le da el viento a favor es más fácil seguir el rastro de las perdices, que se cazan mejor cuando sopla un viento fuerte porque aguantan más. Si llevamos el viento de culo o en contra, las perdices nos oyen antes.

Nosotros normalmente cazábamos ocho y nos dividíamos en dos grupos, dejando el centro de la finca para el final que era a priori lo más goloso. Los que más piernas tenían cogían las lindes para meter las perdices en el coto. Ramón siempre decía que dar las patadas bien cuesta lo mismo que darlas mal.

Es importante ir viendo al compañero y no perderlo de vista, así como, parar la mano cuando se abate una perdiz, sobre todo cuando no se lleva perro. La primera norma de todo buen cazador es no dejar perdices alicortadas o muertas en el campo.

También conviene no mantener una distancia muy larga respecto al compañero porque eso dejará huecos por donde se escurren las perdices que suelen aprovechar cualquier escollo para salir airosas.

De todos los cotos en los que he cazado y he conocido, me quedo con uno: Peñadorada. Comencé a cazar en el año 87 con Ramón y Miguel Ferrero. Entonces íbamos por días sueltos. He cazado en él más de veinte años. No solo era un coto muy cómodo de cazar, sino muy completo. Era muy conejero, pero ha habido temporadas muy buenas para el tordo o la paloma torcaz. He disfrutado a la perdiz, la liebre, la codorniz y el pato. Allí he pasado mis mejores jornadas cinegéticas.

Patricio Simó.