Tras cinco generaciones a sus espaldas, el flamante modelo de la marca japonesa no defrauda en sus aptitudes camperas. Adornadas sus extraordinarias capacidades con en equipamiento de primera línea, sigue siendo una de las mejores opciones para aquellos que necesiten un verdadero todoterreno para el campo.
Nos encontramos ante un coche que ha retocado mínimamente su aspecto estético. Incluso, a muchos les costará encontrar esas diferencias. Pero, ciertamente, un vehículo que posee unas cualidades camperas magníficas no se debe a su estética, sino a sus capacidades, y en este sentido el Mitsubishi Montero no defraudará a nadie.
Es un coche realmente capaz, a la altura de lo que le ha llevado a estar entre los mejores todoterrenos del mercado tras cinco generaciones. Lamentablemente, nos quedan pocos como el Mitsubishi Montero. Sus rivales se podrían contar con los dedos de una mano: Toyota Land Cruiser, Nissan Pathfinder, Land Rover Defender y Discovery y Jeep Wrangler.
¿QUÉ HAY DE NUEVO “VIEJO”?
Para empezar, el nuevo Montero está disponible en carrocería de tres y cinco puertas con un único motor, el 3.2 Di-D de 200 caballos. Solo hay dos acabados disponibles, el Spirit y el Kaiteki, objeto de nuestra prueba.
El primero de ellos está asociado a un cambio manual de cinco velocidades, mientras que el segundo, el más alto de gama, a un cambio automático también de cinco marchas.
Las diferencias estéticas cuesta verlas: un frontal con luces diurnas de led, paragolpes de nuevo cuño y parrilla retocada; si nos vamos a la trasera, comprobaremos que el soporte de la rueda es nuevo; y, por último, en el techo se incorporan de serie las barras.
En el interior no encontramos muchos más cambios, siendo más de matiz que los señalados en el exterior, como las nuevas inserciones en aluminio para vestir un interior que destaca por su buen equipamiento en la versión Kaiteki.
Su calidad de realización es intachable, pero también tiene presente la durabilidad y el uso al que puede que sea sometido.
Aunque hay algunos plásticos que podrían ser mejores, no queda duda de que a las primeras de cambio de un uso intensivo no aparecerán desajustes o molestos crujidos y chirridos, que siempre crean la sensación de un envejecimiento prematuro.
Las versiones de cinco puertas son 7 plazas (2+3+2), aunque las dos extras, cuyo asiento es escamoteable en el fondo del maletero, son para los más pequeños de la casa. El maletero con las cinco plazas es de 663 litros, de sobra para un viaje en familia.
Si desplegamos la tercera fila, su capacidad se reduce a 215 litros. Si queremos aprovechar su máxima capacidad abatiendo las banquetas de la segunda fila, obtendremos 1.790 litros de carga.
En su equipamiento interior no falta de nada… incluso cuenta con un completo sistema de infoentretenimiento que, como única pega, tiene la lentitud de funcionamiento de su navegador.
Cuero, regulación eléctrica para los asientos (también tienen calefacción), elevalunas, manos libres bluetooth para el móvil, conexión USB, techo solar de grandes dimensiones, cámara trasera para ayuda al aparcamiento, luces de xenón y un magnífico equipo de sonido Rockford…
Como únicas pegas, un ordenador de abordo mejorable en su presentación y que el volante no cuenta con regulación de distancia o profundidad.
MONTERO EN TODA REGLA
En su vano motor se esconde el mismo propulsor de 3,2 litros de capacidad y 200 caballos de potencia conocido de versiones anteriores.
Se trata de un motor que brilla por su entrega de par, 441 Nm, y que nos permite disfrutar de su enorme fuerza desde que comenzamos la marcha.
En la versión Kaiteki, la probada, está asociado a un cambio automático por convertidor de par de cinco marchas algo lento en la gestión, teniendo en cuenta los avances que ha habido en los últimos años con los cambios automáticos.
En carretera se echa de menos una sexta de desahogo, sobre todo que nos permita bajar los consumos, verdadero talón de Aquiles de este modelo una vez que nos hemos desacostumbrado a ver consumos superiores a los 12,5 litros a los 100 km.
Lo mejor del coche lo encontramos en la caja Super Select 4WD, que se maneja desde la palanca situada al lado derecho del cambio. Tiene cuatro posiciones desde las que controlamos todo el poderío, que es mucho, de esta auténtica máquina en campo.
La posición 2H para circular en asfalto; 4H para cuando la cosa se complica por climatología o cuando debemos tirar de remolque, pues reparte la fuerza del motor entre los ejes desde una proporción de 33:67 a un 50:50; 4HLC, es igual que el anterior pero con el diferencial central bloqueado, lo que la convierte en idónea para cuando la adherencia es muy baja; y por último, 4LLC, donde entran en escena las reductoras que permiten extraer el máximo potencial… con ellas no hay pendiente que se resista en subida y permite descensos de forma muy controlada.
Por último, podemos bloquear el diferencial trasero de modo que se extraiga la máxima capacidad de tracción.
Las suspensiones del Montero, independientes en ambos ejes, cuentan con un funcionamiento más que correcto.
En carretera tiene buen compromiso, quizá algo blando cuando nos adentramos en carreteras de montaña, pero verdaderamente cómodo cuando circulamos por los amplios trazados de autovía.
En campo, los recorridos son muy buenos. Dejar una rueda al aire es difícil teniendo que enfrentarnos a obstáculos importantes.
Sus buenos ángulos de ataque y salida son también responsables de sus grandes aptitudes. Solo puede parar su avance, y no siempre, un montaje erróneo de neumáticos.
Y decimos no siempre porque nuestra unidad llevaba unos de tipo más asfáltico y, aun así, nos costó encontrar los límites al nuevo Mitsubishi Montero.
La versión Kaiteki probada tiene un precio de 48.800 €, al que se le aplica un descuento de 4.000 €. Aún así, el precio es algo elevado, aunque muy en la línea del de sus rivales.
Eso sí, podemos tener la seguridad de que pocos coches pueden llegar hasta donde llega un Montero. •