El pequeño de la casa Audi busca al público más joven con su jovial y arriesgada estética que oculta en su interior toda la calidad y el saber hacer de la marca de Ingolstadt. Un pequeño que se hace grande en todos los terrenos y que representa a la perfección el verdadero concepto de SUV. La sorpresa que nos hemos llevado ha sido muy buena.
El Audi Q2 no está precisamente entre los coches que me compraría, no hay motivos de peso, simplemente no lo tengo en cuenta. Estéticamente no se parece en nada a ninguno de sus hermanos de gama; su diseño jovial y distintivo está llamado a cautivar a los más jóvenes, y no es que no me sienta joven o no lo sea, es que en fotografía dice menos que en persona.
Ningún book le hace justicia a este alemán; eso sí, en el trato más directo, en un ‘cara a cara’, no le falta atractivo y sabe ganarse al de enfrente en todos los sentidos.
Para empezar, su procedencia Audi le hace beneficiarse de la calidad de materiales y acabados de todos los modelos de la firma; en cuanto a motores nos vienen a la cabeza prestaciones y bajo consumo; si hablamos de confort, se supone que el mejor; y en materia de tecnología y conectividad, a la última. Todo lo que podemos tener en otros modelos pero condensado en un vehículo de 4,2 metros de longitud.
Pero vamos a por qué ha sorprendido. Lo primero porque la carrocería SUV parece encajar perfectamente con lo que el Q2 representa. Un coche de dimensiones contenidas con carrocería sobreelevada que transmite sensación de robusted y que se traduce en protección y seguridad puestos al volante.
Porque tiene el tamaño ideal para moverse por el tráfico urbano diario, pudiendo encontrar aparcamiento con facilidad, sin unos consumos exagerados, pero sí una potencia de las que deja detrás a cualquiera, y con una habitabilidad muy buena tanto para el fin de semana como para unas vacaciones algo más largas.

El Q2 no pretende ser un todoterreno al uso, aunque es ideal para transitar por caminos y se comporta fantásticamente en carretera, cualidades suficientes para la mayoría de los cazadores.
Su altura al suelo le permite abandonar el asfalto y circular por pistas de tierra sin temor a dar en los bajos, sin tener la pretensión de hacerse el machote y querer ser un todoterreno, algo que no consiguen ni los de mayor tamaño. Todo lo que salga de circular por una pista le queda lejos y ni siquiera lo pretende.
Sabe conquistar con la imagen y después, cuando llega el momento de probarlo, conquista con todos unos argumentos dinámicos incontestables. Bien es cierto que nosotros jugábamos con el once de gala, es decir, el motor TDI 2 litros de 190 caballos asociado al cambio automático S-Tronic de tracción a las cuatro ruedas y con el acabado S-Line que tiene lo justo de deportividad sin arriesgar en confort.
Vamos, la suspensión esa que a todos nos gusta por firmeza pero que no se deja notar; simplemente se dice aquello de: «¡Qué bien va este coche!». Claro que esta suspensión para carretera va muy bien, pero fuera del asfalto denota algún punto menos positivo, no solo por falta de recorrido, también por firmeza ante las irregularidades del campo. Parte de culpa hay que achacarla también a unas llantas de 19 pulgadas con neumáticos de perfil bajo.
El motor de 190 caballos es casi un viejo conocido, lo montan prácticamente todos los modelos de Audi. Pocos secretos nos deja; bueno uno, en el Q2 su rumorosidad es algo más elevada que en otros modelos, pero nada incómodo.
La respuesta es bárbara, inmediata, una leve presión al acelerador y sale disparado. Mediante el Drive Select se puede seleccionar el modo efficiency (dispone además de los modos Auto, Sport y Confort), donde busca los bajos consumos y ‘capa’ algunos caballos, un modo ideal para el uso diario.
Su interior es casi idéntico al de un Audi A3, dando una imagen de vehículo bien realizado y, gracias al equipamiento de nuestra unidad de pruebas, llevado casi al extremo. Su tamaño interior es muy semejante al de la berlina mencionada pero quizá sea por sus formas, hay mejor aprovechamiento en el Q2 que en el compacto A3.

Aspecto de su salpicadero y el cuadro digital Audi Virtual Cockpit. El original volante resulta cómodo y fácil de manejar.
El maletero de formas muy rectangulares es muy aprovechable y sus 405 litros son más de los que cabría esperar de un vehículo de su tamaño. El cuadro digital Audi Virtual Cockpit es una maravilla, nos permite tener multitud de informaciones, vistas y configuraciones. Además, el Head Up Display en color acaba de rematar la faena, aunque no nos gusta que se proyecte sobre una pantalla de plástico, que además hay que evitar tocar pues deja marcadas las huellas.
El Q2 busca el público joven, por ello la conectividad es una de sus principales premisas. No faltan la pantalla MMI ni opciones como el control táctil o Touchpad. El Q2 ofrece hotspot Wi-Fi o conectividad Bluetooth, Apple Car Play y Android Auto o servicios online de Audi Connect. Vamos, los sistemas de moda para que los jóvenes sigan on line durante su estancia a bordo del Q2.
La otra sorpresa que nos llevamos fue cuando quisimos configurar una unidad como la que hemos tenido para probar. Porque, claro, el cuero, la regulación del asiento, toda la tecnología tanto de conectividad como de seguridad, la suspensión, etc., todo se paga. El precio base de un Q2 con el motor de 190 caballos y el cambio de 7 velocidades y tracción integral no es barato, estamos hablando de 40.270 €.
Verdad que la lista de opciones en Audi es muy larga, es este además uno de sus argumentos premium, su capacidad de personalización. Y a la hora de pasar por caja en esta unidad hay que abonar nada menos que 55.000 €. Ahí es nada.