Este mes las crónicas tienen aroma a mirra e incienso con tonalidades de color oro, plata y bronce. Muchas han sido las fiestas y celebraciones durante los meses de Diciembre y Enero.
Las bajas temperaturas, el hielo, la escarcha, la lluvia y la niebla se apoderaron de los montes y los caminos a finales de 2016, y lo mismo ocurrió a principios de 2017. Las gélidas madrugadas y las espesas nubes durante los desayunos retrasaron los sonidos de las caracolas, pero no fueron un serio impedimento para el buen desarrollo de las cacerías. Éstas se fueron sucediendo con éxito, al tiempo que repartían alegrías entre sus asistentes. Como si de regalos de Navidad se tratase, los orgánicos han ido obteniendo buenos resultados en las monterías marcadas en sus programas, llenando de felicidad y trofeos las casas de los cazadores.
Magníficos planteles con especial mención a los gamos y venados obtenidos, además de cochinos de imperiosas bocas que forman tablillas dignas de exposición. Afrontamos la recta final de nuestra temporada cinegética, anclándonos en los recuerdos de lances pasados; manteniendo la esperanza de abatir una res que nos llene de orgullo, ya no sólo por su trofeo, si no por el momento inolvidable y la emoción del lance. Y, por supuesto, manteniendo la pasión por la caza.
Feliz final de etapa. No olviden ser prudentes y generosos en el monte. Disfruten de los recuerdos que les han proporcionado los orgánicos y disfruten de los que aún les quedan pendientes.
Laura Maeso