Un pesticida es cualquier sustancia o mezcla de sustancias, químicas u orgánicas, utilizadas para eliminar, prevenir o repeler plagas animales o vegetales.
Los fitosanitarios utilizados en la agricultura moderna son básicamente herbicidas, fungicidas e insecticidas.
Como ocurre con todos los venenos, los hay más y menos activos, aunque lo realmente determinante es la dosis.
Si bien pueden tener su aplicación en determinadas circunstancias, de su abuso y de su correcta utilización puede depender la vida de muchas especies de fauna silvestre.
LA TIERRA ESTÁ VIVA
Hay más biodiversidad bajo el suelo que en cualquier otro medio, y allí conviven microorganismos como las bacterias y los hongos con especies de mayor tamaño como gusanos, ácaros, lombrices u hormigas.
Un metro cuadrado de tierra puede albergar más de 1.000 especies de invertebrados sin contar los millones de microorganismos que pueden vivir en él.
Estos son esenciales para el funcionamiento sostenible de estos ecosistemas, y por consiguiente del medio agrícola, al descomponer la materia orgánica, mezclando las capas de tierra y redistribuyendo nutrientes, aumentando además el filtrado, retención y renovación del agua.
Por este motivo, el agotamiento de la tierra y la muerte de estas especies son un serio problema medioambiental.
Existen productos para todo tipo de plagas y es aconsejable, en caso de usar cualquier plaguicida, utilizar uno específico para la especie a controlar, antes que sustancias de amplio espectro, que pueden afectar a otras especies no contempladas en la actuación.
Estas sustancias no solo ocasionan problemas medioambientales, según datos de la OMS: unas 100.000 personas mueren al año por el uso de pesticidas.
Además de a la perdiz, los pesticidas afectan a un gran número de especies, tanto cinegéticas como protegidas.
SEMILLAS TRATADAS
Desde los años ochenta el consumo de semillas por parte de la perdiz y otras aves esteparias ha pasado de ser en gran medida de plantas silvestres (casi un 49 % de su dieta en 1981 a un 14 % en 2014) a semillas, tratadas químicamente con insecticidas y fungicidas para el cultivo y tóxicas para estas aves.
La agricultura intensiva y los herbicidas han reducido la disponibilidad de las primeras durante el periodo habitual de siembra otoñal y las tratadas se han convertido prácticamente en la única opción para estas especies.
Según un estudio del IREC, muchas semillas de siembra quedan sin enterrar en la superficie de los campos, con lo que una perdiz puede ingerir una dosis letal con tan solo alimentarse del grano disponible en 6 m2.
El efecto de los plaguicidas agrícolas en la perdiz. Proyecto Semillas
FUNGICIDAS
Estas sustancias tóxicas se utilizan para el tratamiento de los hongos y mohos en las cosechas.
Se aplican tanto como ‘desinfectantes’ del suelo como tratamiento de las semillas y sobre la propia planta.
Estos químicos se filtran en el suelo contaminando las aguas y su uso abusivo tiene un grave impacto medioambiental.
El abuso de la utilización de pesticidas puede provocar que las especies objeto de control se hagan resistentes, lo que lleva a la fabricación de sustancias más potentes, lo que a su vez aumenta la contaminación.
INSECTICIDAS
Los insecticidas son también necesariamente venenos, que están destinados a matar distintas especies de insectos.
Son una de las principales causas de la contaminación, reducen la biodiversidad y contribuyen al declive de los polinizadores.