La caza menor en España está en claro retroceso, principalmente por dos motivos: la agricultura agresiva con el medio y sus especies, y el abandono del monte, que beneficia la proliferación de predadores y de las poblaciones de caza mayor. El conejo de monte, además, ha tenido que superar en los últimos años la mixomatosis y la NVH. Pese a todo eso, hoy se le considera una plaga en muchos lugares.
El conejo es una especie con gran capacidad colonizadora; de hecho, muestra de su resistencia y dureza como especie es que ha superado solito dos enfermedades agresivas que habrían acabado con especies como la perdiz de un plumazo.
Enfermedades supuestamente creadas para el control poblacional en laboratorios. El problema es que, excepto los cazadores, que no andábamos contentos con la escasez de la especie, los agricultores se han acostumbrado a la falta de los mismos, y cuando vuelven a recuperarse las poblaciones y a comer en sus campos, la cosa no gusta. Pero hagamos memoria.
Si analizamos el histórico de capturas de conejo por comunidades autónomas publicado por la fundación Fedenca y disponible en su web, encontramos que antes de aparecer la mixomatosis se capturaban en España 16 millones de conejos.
En el 80 la cifra, debido a la enfermedad, había descendido drásticamente a poco más de siete millones; cuando se empezaba a recuperar, allá por el 88, con casi 11 millones de capturas, llegó la NHV, qué casualidad. A pesar de todo esto, el conejo que se encuentra más cerca en su estrategia reproductiva de un tipo R, típico de especies colonizadoras (muchas crías, pocos cuidados), que de un tipo K (pocas crías muy dependientes), como nosotros, ha conseguido sobrevivir y no solo eso.
El caso es que cuando se capturaban 16 millones de conejos, ¿qué pasaba con los agricultores? En mi opinión, por desgracia en este país la picaresca existe, y la costumbre de vivir de subvenciones e indemnizaciones, también. En muchos lugares en los que se empieza a recuperar el conejo, en cuanto se ven, reclaman daños.
He participado en peritajes en los que reclamaban daños en viñas, por poner un ejemplo, de más del 60 %; decían que las habían arrasado y apenas llegaban al 10 %; y los daños los producían los corzos, no el conejo.
La distribución actual de la especie ha sufrido grandes cambios. En aquellas poblaciones en las que se ha conservado gracias al apoyo, la gestión y las inversiones de los cazadores, han ido superando las enfermedades; y, como cualquier especie animal de este tipo, tiene, como ha seguido teniendo, explosiones demográficas, pero ahora no los mata la enfermedad.
Existen zonas donde dejó de haber conejos y no se los ha vuelto a ver, por una falta de gestión en algunos casos, y en otros, a pesar de los esfuerzos de los cazadores, porque se han producido cambios importantes en los ecosistemas. Pero en aquellas zonas propicias están llegando a considerarse plagas.
PERO ¿QUÉ SE CONSIDERA PLAGA?
Tener unas densidades altas no puede considerarse una plaga. En principio, un fenómeno de plaga, a pesar de escuchar en televisión a una veterinaria diciendo que puede ser un solo ejemplar en un lugar que no le corresponde, en mi opinión se da cuando una población silvestre, animal o vegetal, por diferentes motivos (hibridación, explosión demográfica, liberación de ejemplares, etc.) alcanza unas densidades fuera de lo normal para la especie, por encima de la capacidad de carga del hábitat que ocupa y produciendo un desequilibrio que afecta al resto de especies presentes en la zona.
En la actualidad, en muchas zonas de España sufren unas densidades de conejo que han sido consideradas como plaga.
Ya son 107 los términos afectados en Aragón por la plaga de conejos que asola sus campos desde hace años, 38 en la provincia de Huesca, 7 en la de Teruel y 62 en Zaragoza.
La Ley de Caza responsabiliza a los cazadores de los daños producidos, por lo que los conflictos con los agricultores están servidos y muchos cotos se plantean el cierre al verse superados por las cuantiosas indemnizaciones, lo que agravaría el problema. Ya hay 32 municipios de Córdoba declarados en emergencia y hasta 100 en el total de Andalucía.
En Levante llevan años lidiando con la plaga en muchos municipios; aunque muchas cosas se han dicho de que no eran conejos ‘normales’, al final se comprobó que eran autóctonos, eso sí, en gran cantidad. Quizás algún caso de hibridación con doméstico, lo que aumenta su capacidad reproductiva, pero poco más.
La medida de abastecer de munición a los cazadores locales tomada por el ayuntamiento de Campo de Criptana es un hecho realmente a aplaudir por nuestra parte y que dice mucho de este ayuntamiento y de su equipo. No se puede seguir exigiendo a los cazadores sí o sí. Al final la cosa no es sostenible.
Si el hecho del aumento poblacional se produce en cualquier especie en general, por dejadez de los cazadores, por no cumplir el plan de capturas o por realizar sueltas sin control, veo lógico y normal que se les exijan responsabilidades. Cuando los cazadores cumplen con su parte, es más, solicitan permisos y cazan ya por obligación para evitar daños, gastando dinero de su bolsillo, no es para que encima les hagan pagar indemnizaciones. Alguno dirá «pero si una plaga la cubre el seguro»; pues sí, pero seguro que cada año se encarece más, si es que te quiere cubrir…
El cuento al final acaba mal. Muchas sociedades de caza de zonas humildes, cuya media de edad cada vez es mayor, como sabemos, y que apenas cuentan en el coto con caza menor aparte del conejo, van a optar por dejar los acotados, y esto provocará un aumento exponencial de las poblaciones que producirán más daños. ¿Y entonces quién pagará?
La misma situación es extrapolable a cualquier especie, aunque realmente el conejo en forma de plaga es el rey de los quebraderos de cabeza de cazadores y agricultores. Por citar ejemplos, en la Comunidad Valenciana se da en 115 municipios, 34 en Alicante, 71 en Valencia y 10 en Castellón. En Aragón tiene el problema en 107, 38 en Huesca, 7 en Teruel y 62 en Zaragoza. Otras comunidades, como Castilla-La Mancha, Madrid, Andalucía, Navarra o La Rioja, se ven seriamente afectadas.
¿POR QUÉ SE DA ESTE FENÓMENO?
Multitud de factores afectan y colaboran para que se dé la situación de plaga, principalmente en las zonas con abundancia de infraestructuras, muchas de reciente construcción, como autovías, ferrocarril, canales, etc.
¿CÓMO PODEMOS PREVENIRLO?
El seguimiento de las poblaciones de nuestras especies cinegéticas y el análisis de las cifras reales de capturas en nuestros cotos es algo que todos deberíamos hacer dentro de nuestra planificación, o así al menos debería indicarlo el técnico de turno, pero por desgracia es algo que no se hace, y luego vienen las sorpresas. Aun así las explosiones demográficas que originan plagas, como su propio nombre indica, se dan sin previo aviso, pero podemos llegar a intuirlas.
La correcta planificación y el seguimiento de las capturas, por lo tanto, debe ser algo que anualmente debemos revisar. Por otro lado, la buena gestión diaria del coto y la estimación de poblaciones en los inventarios no deja de ser menos importante.
La previsión a la hora de traslocar o repoblar zonas también es importante, por lo que debemos tener un vallado perimetral de aclimatación que evite situaciones de este tipo, y no hacerlo de forma masiva.
No es ningún secreto que cada vez cuesta más ver en una siembra insectos. Los insecticidas utilizados con el fin de prevenir las cosechas son los mismos que matan a los vectores que transmiten las enfermedades controladoras de las poblaciones en los últimos años. Así, es recomendable en zonas de plaga no abusar de los mismos, como suele hacerse. Las perdices también lo agradecerán, sobre todo los perdigones.
La Administración también debe ser previsora y autorizar períodos más amplios de capturas, así como la caza con hurón, antes de que sea tarde, y no solo cuando se declara la emergencia.
Y SI YA TENEMOS EL PROBLEMA…..
La herramienta básica, como no podía ser de otra manera, en la gestión de poblaciones de especies cinegéticas es la caza, que además nos proporciona un beneficio, bien sea personal o incluso económico si vendemos las acciones, pero existen otros métodos para regular estas poblaciones, siendo además perfectamente compatibles con la caza.
Lo primero que debemos hacer es asegurarnos de que realmente tenemos una plaga. El conejo está atravesando un ciclo de adaptación a las dos enfermedades que le afectan, y con el paso del tiempo se estabilizarán sus poblaciones, que ahora mismo, según la zona y en consecuencia el grado de adaptación de su población, sufren altibajos poblacionales antes de estabilizarse. Debemos asegurarnos de que es una plaga y no simplemente un año bueno de conejos.
Por otro lado debemos comprobar la extensión del problema, pues en ocasiones hay, efectivamente, zonas amplias con graves daños, y en otras la plaga se reduce a una pequeña zona dentro del coto mientras que, incluso, el resto del acotado puede seguir sin un conejo.
Debemos contemplar también los cambios que se hayan producido antes de aparecer la ‘plaga’, pues pueden ser el origen de la misma, como ocurre en las construcciones de autopistas. También es muy posible que si se han producido cambios en los cultivos de la zona y se han utilizado especies de gran palatabilidad para el conejo, hayan arrasado ese cultivo en cuestión, y aunque los agricultores hablen de plaga, nada más lejos de la realidad.
Una vez analizados todos los factores y causas posibles hay varias acciones a realizar:
Estas fórmulas tienen una ventaja y es que disponemos de animales vivos. En caso de que la plaga afecte solo a una zona del coto, podemos utilizarlos para realizar traslocaciones, o surtir a alguna finca cercana que quiera repoblar, porque es un gravísimo error repoblar con conejos de zonas que no sean próximas, pues estamos introduciendo otras cepas de las citadas enfermedades y tirando por tierra toda la adaptación a las mismas que nuestra población haya desarrollado.
Mi recomendación, en caso de que comiencen a ver un aumento significativo en la densidad de conejos en su acotado, es que evalúen la situación y tracen una hoja de ruta de manos de un profesional.
Por otro lado, espero que la Administración reaccione de una vez y premien o al menos ayuden, como en Campo de Criptana ha hecho el ayuntamiento, a los cazadores que hacen un esfuerzo añadido controlando estos aumentos poblacionales, y que no sigan estrujando la ubre, porque a este paso van a acabar pasando hambre, pues le queda poca leche. A ver qué hacen entonces.
Juan Pascual Herrera Coronado