TIRADAS DE LOS “VEDATS” I CABILES”
Siguiendo un orden cronológico, cabe mencionar el origen de las tiradas periféricas en las primeras décadas del siglo XIX, así como también son de las mismas fechas el surgimiento de los vedats (7) como aprovechamiento cinegético generador de recursos económicos para órdenes benéficas de los distintos municipios.
Es precisamente esta nueva organización de los recursos de la caza en el humedal valenciano, donde se cimentan las tiradas de los vedats y cabiles (8) tal y como los conocemos hoy.
Una vez transcurridas las tiradas de los vedats , tiene el comienzo de las cabiles, que no es más que una compensación de los municipios pertinentes de todos los pueblos ribereños de l’Albufera a los propietarios de los arrozales y socios de las sociedades de cazadores, que por su modesta economía no pueden permitirse el lujo de pujar en las subastas de los vedats.
Es precisamente con el desarrollo de les cabiles, que se limitan a cinco días consecutivos de caza diurna, a diferencia de los vedats que pueden hacerlo durante las 24 horas seguidas, donde el concepto de la caza adquiere el verdadero sentido transcendental que nos hace inmiscuirnos en la noche de los tiempos.
Cazar en las cabiles significa hacerlo entre amigos.
No hemos de olvidar que el hombre antes de ser sedentario, y estar todo el día sentado en su oficina, establece sus primeras actividades grupales como recolector y cazador, de cuya actividad depende su vida y la de su tribu, como atestiguan las innumerables muestras de arte rupestre del levante español.
Este tipo de prácticas grupales, que permanecen vigentes miles de años desde los albores del Paleolítico, es posible hayan marcado el inconsciente humano para seguir realizando la práctica de la caza, no como un simple deporte, sino, más bien como una actividad intuitiva y crucial de la lucha por la supervivencia.
No obstante, realizadas estas consideraciones, y desde un posicionamiento del siglo XXI, donde el individuo vive de espaldas a la naturaleza, la caza puede parecer un anacronismo visto desde la contemporaneidad.
Simplemente añadir al respecto, que la caza es una actividad primigenia consustancial al ser humano, que como en las cabiles, permite aglutinar a la tribu de amigos alrededor del fuego, donde festejar los escasos trofeos obtenidos, pero que servirán de manjar exquisito a todo un festival gastronómico que se alargará, durante aproximadamente una semana, cada mes de enero.
Las cabiles, son ante todo un pretexto de caza de las aves acuáticas, pero también son, un estimulo de reunión, de convivencia, de gastronomía, de amistad, de vuelta a los orígenes primigenios, tribulaciones ocultas con las que saciar el inconsciente del merecido descanso del guerrero. Y así, de esta manera las cabiles vienen repitiéndose durante varios siglos, tal y como las conocemos hoy, entre diálogos de lengua vernácula, con palabras repletas de significado e intenciones, que no hacen sino reforzar la búsqueda del equilibrio con la naturaleza de la que somos deudores.
(7) “Vedat”: terreno acotado.
(8) “Cabiles”: tribu, grupo de personas.
El ánade real es la pieza más popular difícil de abatir.