Para poder cazar debemos adquirir por un precio el derecho a aprovechar temporalmente la fauna cinegética de un terreno, lo que exige contar con un capital que aporta un grupo de cazadores. Por lo tanto, el aprovechamiento sostenible de la caza del terreno precisa su constitución como coto con su correspondiente Plan Técnico de Aprovechamiento Cinegético. A continuación le ofrecemos algunos consejos que debe tener en cuenta si forma parte de una sociedad de cazadores.
Arrendar la caza es el primer paso para crear la oportunidad de cazar. Adquirir los derechos de aprovechamiento de la fauna cinegética de un terreno es la razón de ser de las sociedades de cazadores. Por esto se trata de un reto total, pues sin el arrendamiento del terreno no se constituye la sociedad cinegética. Habitualmente, con el cese temporal del arrendamiento, la sociedad está abocada a la desaparición si no consigue nuevos derechos en éste u otros terrenos. Los dos conceptos, el de terreno de caza arrendado y el de sociedad de cazadores, adquieren sentido bajo un proyecto cinegético, un conjunto de ideas-acciones para crear oportunidades de caza que se ocupa tanto del terreno como de la sociedad de cazadores.
El proyecto cinegético debe armonizar las condiciones cinegéticas del terreno con las de los cazadores. Encajar los intereses de distintos grupos de cazadores con las aptitudes faunísticas del hábitat exige gobernar acertadamente el proyecto cinegético.
Con el paso del tiempo cambia tanto la condición cinegética en los cazadores como en el coto. Por eso, el proyecto cinegético puede tener un pasado, un presente y un futuro muy distintos, equivalentes o de cambio progresivo.
¿Qué terreno queremos arrendar? ¿Y qué deseamos que sea el coto en el futuro?
Las peculiaridades del coto dependen de las aptitudes del terreno para albergar fauna silvestre. El carácter cinegético de los cazadores es función de sus intereses.
Aunque el coto ofrece distintas posibilidades, las preferencias de los cazadores se pueden centrar sólo en algunas especies. Otras veces sucede lo contrario: a pesar de que los cazadores eligen determinadas especies, las posibilidades del terreno les conducen hacia otras especies distintas.
Las oportunidades que tenemos y las opciones que seleccionamos no sólo dependen de las características del coto y de nuestras preferencias. La realidad está ampliamente influenciada por la gobernanza del proyecto cinegético. La junta directiva de la sociedad tiene una visión del coto y de la caza que orienta totalmente la actividad. ¿Hasta qué punto decidimos la caza que queremos? ¿Qué capacidad de intervenir tenemos y tomamos? ¿Quién y cómo se establecen las normas? ¿Caza natural, asilvestrada o soltada? ¿Cómo se ha definido el objetivo? ¿Puedo elegir libremente? ¿Cuáles son las opciones reales de las que dispongo?
Es necesario conocer las fuentes del problema si realmente queremos resolverlo. ¿El objetivo de caza en el coto se define de forma individual o colectiva? En algunas sociedades sólo se permite la caza en cuadrillas organizadas y no es posible cazar al salto en solitario. En otras, las normas son el resultado de las relaciones entre los grupos de cazadores que conforman la sociedad. Por ejemplo, grupos de cazadores orientados a cazar el “pelo” y grupos de cazadores focalizados a cazar la “pluma”.
En los casos en los que un grupo resulta dominante (por ejemplo cazadores de caza mayor, frente a los de menor), como consecuencia, las normas y condiciones se establecen desde el punto de vista del grupo mayoritario o más influyente. En otras situaciones, las partes están equilibradas, por lo que tanto la regulación de la actividad como las inversiones en mejoras están balanceadas entre ambos tipos de intereses. Sin embargo, en muchas ocasiones la propia naturaleza del coto va a condicionar las oportunidades de caza, sin dejarnos elegir entre demasiadas opciones.
EN LAS MANOS DE LÍDER
El proyecto cinegético, el conjunto de ideas para crear oportunidades de caza, parte de una realidad desde la que se intenta llegar al modelo idílico deseado. El gobierno, la junta directiva de la sociedad, dispone de unos medios y de una ruta para alcanzar ese fin.
El arte de dirigir la sociedad de cazadores y el coto asociado tiene bastante que ver con la caza que disfrutamos. Por eso importa mucho cómo y quién gobierna la sociedad. Liderar y tomar el poder en la sociedad no debería ser el medio por el que se alcanza la propiedad de los socios y de sus bienes, sino el servicio para producir oportunidades de caza y mejorar y conservar la naturaleza mediante su aprovechamiento sostenible.
En ausencia de un proyecto cinegético definido, quedamos en manos de la política cinegética del líder. En definitiva, de su filosofía y de sus pensamientos sobre la caza. La visión de futuro del presidente, su perspicacia, experiencia, pasión y actitud van a determinar sus valoraciones cuando tome decisiones.
El coto de caza y la sociedad de cazadores condicionan y limitan al presidente. Dentro de ese marco de restricciones, el líder va a ejercer su autoridad siguiendo sus convicciones y sus propios criterios y estilo. Hay presidentes democráticos, autoritarios y totalitarios. El líder tiene que conseguir un ambiente de calma dentro de la sociedad para aplicar su proyecto cinegético sobre el coto. ¿Pero qué tipo de cazadores tienen cabida en la sociedad? Cazadores de caza mayor, de menor… La pasión que mueve a los cazadores por distintos tipos de caza es una fuente de conflictos difícil de gobernar. Los mayores grados de libertad deben ser proporcionales a cuotas de responsabilidad cada vez más grandes.
HALAGAR Y CONFIRMAR Vs VAPULEAR Y NEGAR
Los líderes legales y decentes no lo son sólo por sus convicciones. Fundamentalmente lo consiguen debido al contrapeso de la oposición, que controla y limita su poder y mandato. Sin reglas, ni oposición, el poder es la autopista de la corrupción. Es la puerta abierta al incumplimiento del proyecto cinegético, al tráfico de influencias para conseguir los permisos…
En definitiva, la caja negra de los intereses y favores opacos. Sin oposición, el presidente puede tejer las normas a su medida para crear una red de favoritismos que le perpetúe en el puesto. El objetivo no es gobernar para aproximarse o llegar al modelo deseado. Se trata de mandar para tener la seguridad de mantenerse con el cargo hasta la jubilación, y si es posible transferir el poder al hijo o pupilo.
Muchos presidentes gobiernan las sociedades de cazadores para la mayor gloria de sí mismos. Los cazadores son continuamente engañados. Los criterios del miedo y la guerra ocupan su sociedad. ¿Estás conmigo o contra mí? ¿Eres de los buenos o de los malos? Ya no se habla del inicial proyecto cinegético, ni del arrendamiento. Esto es lo que hay, todo está amañado para conservar la seguridad del poder del presidente.
El proyecto es aparentemente perfecto, aunque en realidad falso. Por temor y dejadez, ningún socio se atreve a ver la realidad. La composición de la junta directiva acata estrictamente las decisiones de la camarilla y su unidad hace que transmitan confianza. Los intereses y beneficios del presidente son la excusa para incumplir el proyecto inicial. Aunque todo esto siempre es opaco y está adulterado. Nadie conoce realmente las cuentas, se trabaja con la doble contabilidad que permite contraprestar los favores obtenidos.
Sin oposición, sin prensa, sin transparencia, no hay sistemas de control para los líderes corruptos y populistas. Los cazadores son condescendientes con sus presidentes. Les rinden pleitesía y obediencia. Todos caen fácilmente en su red de clientelismo. Sin pensar, se convierten en cómplices conformistas y sumisos. ¿Estamos adoctrinados para acatar los abusos de la autoridad sin ofrecer resistencia?
El presidente no puede, no sabe y no quiere gobernar bien. No es fácil vencer las fuerzas que operan contra la gestión sostenible. Es complicado y costoso hacer bien las cosas y no quiere perjudicar los intereses de quien le mantiene en la poltrona del poder. La ausencia de control por parte de los socios le permite todo tipo de abusos y le da total inmunidad. Desde el poder se desvirtúa absolutamente el proyecto cinegético, incumpliendo, adulterando y haciendo opacos los compromisos adquiridos.
¿CONFIAR EN QUIEN NO QUIERE GESTIONAR BIEN?
Arrendar el terreno y crear la sociedad se hace para construir un proyecto cinegético capaz de generar oportunidades de caza. Todos estos contratos se establecen por acuerdos de confianza entre las partes. Los líderes, en quienes hemos depositado nuestra confianza, deben ser capaces desde la realidad del terreno y de la sociedad, con los medios y la ruta trazada, de alcanzar el modelo de caza sostenible.
Nos corresponde a los cazadores determinar y exigir los controles para la renovación de nuestra confianza. No podemos ser ni condescendientes ni intolerantes. Tenemos que establecer un número suficiente de controles para renovar la confianza. La junta directiva en todo momento debe mostrar su voluntad de transparencia, racionalización y sostenibilidad en su gestión. La indolencia, el conformismo y la sumisión de los socios conducen a los líderes hacia el fraude y la corrupción.
Una buena elección de los directivos en la sociedad tiene muchas posibilidades de éxito con el proyecto cinegético si establecemos los mecanismos para evitar que se desvirtúe hacia el mal gobierno. Los mecanismos de control deben ser aceptables por ambas partes y permitir comprobar que las palabras se traducen en hechos. Todos los desafíos a la credulidad deben de ser verificados, rechazados cuando son falsos y aplaudidos cuando son verdaderos.
Los cazadores, al controlar a la junta directiva, debemos dejar de valorar positivamente aquello que reafirma nuestras convicciones, porque puede ser un engaño. Se trata de verificar objetivamente el cumplimiento del proyecto cinegético. No se deben asumir las falsas creencias como hechos irrefutables. Tenemos que verificar los hechos de forma objetiva.
La realidad del coto frecuentemente entra en conflicto con nuestros intereses, convicciones, emociones y otras motivaciones de las que a veces somos inconscientes. Si no se ha abonado la anualidad del arrendamiento de los derechos de caza sobre el terreno, esto es un hecho constatable y diferente de creer que si se ha realizado el pago, cuando en realidad no es así. Muchos cazadores piensan que es imposible recuperar las poblaciones de animales silvestres, por lo que la única opción posible para cazar es soltar animales de granja.
El menosprecio a vencer las dificultades y la impotencia para luchar contra retos difíciles castra muchos proyectos cinegéticos. Las afirmaciones de las juntas directivas suelen asumirse, sean cuales sean, sin considerar su veracidad ni el grado de sometimiento al que nos conducen. ¿Cómo que no es posible cultivar parcelas para favorecer la fauna silvestre? ¿Se ha intentado hacer alguna vez?
El autoengaño nos hace aceptar lo irracional, asumir falsas creencias que no pueden soportarse, puesto que no existen argumentos razonables que las expliquen, sino motivaciones de poder. El proyecto cinegético debe construirse con medidas racionales y críticas, eso nos permitirá cazar de forma sostenible y, en el futuro, pensar cómo mejorar nuestra caza. La elección no garantiza la honradez en la gestión del presidente, pues son los instrumentos eficaces de control los que hacen que el arrendamiento dé lugar a un buen coto.
Jesus, que razón tienes.
Es una verdad como la catedral de Burgos
salu2