Cuatro son las especies de zorzales que visitan nuestro país.
A través de sus recuerdos de infancia y juventud el autor, ornitólogo y cazador, nos introduce en esta literaria crónica de historia natural, donde indaga sobre las costumbres de estas especies, que año tras año llegaban a la Andalucía más meridional, de donde es natural, y nos desvela cuestiones como: qué hacen en primavera-verano en sus cuarteles de cría, dónde viven, qué comen, cómo crían, ¿tienen alguna amenaza?
«Este es el pájaro más chico que comía mi abuelo», decía mi padre indefectiblemente cada vez que los servían en casa. A todos nos encantaban y él precisamente demostraba una habilidad sutil cuando, con cuchillo y tenedor, y sin tocar con los dedos, los deshuesaba limpiamente, dejando el esqueleto mondado de cualquier resto de carne.
Mi madre, al igual que ahora mi mujer, servía los zorzales acompañados de arroz blanco o de puré de patatas, y en la receta familiar hay un ingrediente de gran importancia: el vino de Jerez.
Llegaba octubre y antes del amanecer de los días claros y con viento del primer cuadrante, se oía el reclamo del zorzal común por todas partes, un leve pero inconfundible ‘chip’. Durante la migración de entrada los tirábamos en la propiedad familiar costera, en los mismos puestos en que tirábamos las tórtolas en su paso de primavera, y volaban en la misma dirección, lo que resulta extraño porque si aquellos venían del norte, estas procedían del sur y por tanto deberían ir en direcciones opuestas (?).
Los primeros en llegar eran los zorzales comunes, que migraban en solitario o en grupos pequeños, siempre avisando con su reclamo. Más entrado el otoño pasaban los zorzales malvises o alirrojos, y estos viajaban en bandadas de 10 a 20 individuos.
En algunos días contados pasaban charlas, generalmente en bandos numerosos, y no era infrecuente ver también mirlos migrantes en grupos pequeños, por entonces no contábamos con la nutrida población residente de estas aves que tenemos ahora.
El zorzal real era más bien raro y aparecía en años determinados, como corresponde a su carácter de invasor periódico dependiente de la climatología. También veíamos todos los años al mirlo de collar, una especie semialpina que excitaba mi imaginación infantil y que luego he conocido bien observándolo en los moors escoceses.
A partir de diciembre, cuando la migración de llegada estaba cumplida, los tirábamos a la dormida, cuando cada tarde volvían a los eucaliptares de casa, procedentes de las viñas y las tierras de labor del interior, donde pasaban el día comiendo. Aquí alguna vez cobrábamos la enigmática gallineta, pitorra o becada, que por todos esos nombres se la conoce en la Baja Andalucía, la cual salía del bosque al lubricán para dirigirse a los terrenos donde podía clavar el pico para extraer lombrices.
Los domingos por la tarde dábamos pequeños ojeos a los zorzales que invernaban en nuestra propiedad y entonces también salía una becada ocasionalmente.
Los zorzales se quedan aquí hasta febrero, cuando la población local se ve reforzada durante unos días por las aves que han pasado el invierno más al sur, en el norte de África, e inician ya la vuelta a sus países de origen. Hasta final de abril se puede ver pájaros sueltos, que al entrar mayo han desaparecido del todo.
Pero ¿adónde van y cómo pasan la primavera y el verano estos representantes nuestros de la familia Turdidae?
En el idioma inglés el zorzal común es llamado song thrush, ya que los británicos valoran en alta estima su melodioso canto, una sucesión de estrofas cortas y repetidas que pueden tener ciertos silbidos en común con la melodía del mirlo, pero más musicales y altos.
Un canto del que nosotros no disfrutamos pues solo lo emite durante el período reproductivo, época en que no está aquí. Nuestros amigos de Albión critican negativamente que en países mediterráneos como el nuestro se cace legalmente a su apreciada ave canora cuando baja a invernar en estas latitudes.
Durante un congreso acerca del futuro de la caza en Europa, en Eastnor Castle, Gloucestershire, yo les rebatí esa crítica explicando que ellos los crían y, llegado el otoño, nos los envían para que se alimenten en nuestras viñas y olivares, actitud a la que tenemos que poner control cazándolos.
Además les dije que la población de gatos sueltos que deambula por Gran Bretaña está estimada en seis millones y se calcula que cada uno de ellos destruye una media anual de diez pequeñas aves, lo que eleva el número de pájaros eliminados por sus felinas mascotas a la nada despreciable cifra de sesenta millones… Omití mencionarles, por no abusar, el alto valor gastronómico que aquí concedemos al zorzal…
EL ZORZAL COMÚN
El Zorzal cría en prácticamente toda Europa, con la excepción de la parte sur de algunos países mediterráneos, como el nuestro. Hacia el este llega hasta más allá de los Urales y el lago Baikal, y ha sido introducido en Australia y Nueva Zelanda.
Cría en todo tipo de terrenos boscosos y de monte bajo, generalmente de baja altitud, pero en Suiza llega hasta los 2200 metros. En tiempos modernos está progresivamente ocupando zonas urbanas y periurbanas, como parques, jardines, etc.
En el oeste de Europa la temporada de cría comienza en marzo y dura hasta mitad de agosto, y en Centro Europa y Europa del Norte empieza un mes más tarde.
Los nidos
Están emplazados tanto en árboles como abetos, como en el monte bajo y en el suelo, donde haya vegetación espesa.Tienen forma de copa y están hechos de hiedra, ramitas y musgo, con un forro interior de barro, estiércol o cualquier otra materia orgánica en descomposición.
La puesta es de tres a cinco huevos de color azul verdoso con manchas oscuras. Una misma pareja puede sacar hasta tres y excepcionalmente cuatro camadas a lo largo del período de primavera-verano. La mortalidad en el primer año de edad es alta, 53 % y 40 % en el segundo. Entre las causas están la climatología –tanto la duración de las heladas como de las sequías–, la predación por parte de animales domésticos –como los gatos ya mencionados–, las actividades humanas, etc.
En cuanto a la alimentación del zorzal común, radica en dos fuentes principales: invertebrados y frutos. Los primeros dominan la dieta durante la primavera y el verano, cuando esta ave se encuentra en su ciclo reproductor y por tanto en latitudes más nórdicas. Entre ellos los favoritos son caracoles, escarabajos y lombrices.
En otoño-invierno el zorzal come muchos frutos de hiedra, cotoneaster, enebro, endrino, serbal, uva donde las haya, etc. Y por supuesto aceitunas en los países mediterráneos en donde inverna. Así, un estudio realizado en Córdoba sobre 130 aves cazadas mostró que los estómagos contenían en volumen entre 69 % y 82 % de frutas y semillas, de las que 41-60 % eran aceitunas. Cuando se cazaban con costillas o perchas, el cebo más adecuado era la hormiga aluda y en su defecto el gusano de cardo.
En relación con sus desplazamientos, es un ave eminentemente migratoria. Incluso en aquellas zonas geográficas donde está presente todo el año, como en el norte de España, Gran Bretaña, Francia, Italia y Grecia, realiza movimientos locales en invierno dependientes de la disponibilidad de alimento.
Como otras especies migratorias, mientras más al norte estén radicadas, más bajan para invernar. Así, los zorzales escandinavos y alemanes bajan a invernar a Iberia, mientras que los nacidos en latitudes más altas, bajan hasta el norte de África. Los del centro-este de Europa invernan entre Italia y Chipre, y los siberianos y rusos emigran al NE de África, Oriente Medio e Irán, hasta Arabia Saudí. Pero también se encuentran aves invernantes en el Sudán y en la República Centroafricana.
Turdus philomelos es una especie catalogada como «no globalmente amenazada», con una población en Europa (incluida la Rusia europea) de 20 a 36 millones de parejas, cifra que se mantiene estable con la excepción de cierto descenso en Gran Bretaña e Irlanda, por causas hasta ahora no explicadas.
La presión de la caza, muy jaleada por los ecologistas, no parece constituir una razón del descenso poblacional. La población de zorzales comunes residentes en España, esto es, las aves que crían en nuestro país, asciende a unas 100.000 parejas, según una estimación reciente. La práctica totalidad de ellas en la mitad norte del país y muy especialmente en la cornisa cantábrica.
EL ZORZAL ALIRROJO
Con los nombres vernáculos de malvís y pajarita se conoce a la especie que los libros técnicos llaman zorzal alirrojo, el segundo en abundancia en nuestros campos en invierno, de entre las especies de zorzal que nos visitan. Es ligeramente más pequeño que el común y se distingue de este porque tiene unas claras listas superciliares y un color rojizo debajo de las alas y los flancos. También cría en latitudes más nórdicas, incluido Islandia, pero no en Inglaterra, aunque recientemente ha colonizado Escocia.
Es eminentemente migrador y habita en bosques abiertos, pero también en campos de cultivo y jardines, y parques cuando las temperaturas bajan en las zonas de invernada. Las aves de origen más norteño tienden a invernar hacia el oeste de Europa y forman bandadas mixtas con el zorzal real, que recorren los campos en busca de frutas y bayas, siendo muy adeptos a las manzanas y las peras.
El canto del malvís, el que emite durante la temporada de reproducción en sus países de origen, desde posaderos elevados, consiste en una serie de frases monótonas en descenso que termina con una especie de conversación. Durante la migración mantiene un ligero parloteo en las bandadas y también cuando se alimenta en las zonas de invernada. Su reclamo es un alargado ‘dsssi’ que se oye en las noches de migración, al igual que el del zorzal común.
En el aspecto alimentario el zorzal alirrojo es igualmente partidario de los invertebrados y frutas y semillas, quizás con una mayor predilección por los primeros y recurriendo a las segundas cuando las condiciones climatológicas hace escasear a aquellos. Es muy aficionado a las orugas, los caracoles y las lombrices, pero en otoño-invierno torna su atención a las frutas.
El análisis de 88 estómagos de aves cazadas en el sur de España en invierno dieron un contenido de 86 % de materia vegetal en biomasa, de la cual un 97 % procedía de aceitunas.
El período de cría tiene lugar entre abril y julio, dependiendo de la latitud; por ejemplo en Islandia no comienza hasta mayo, y cada pareja suele realizar dos puestas. Los nidos están bien en el suelo entre vegetación espesa o en arbustos o jóvenes árboles a poca altura.
Tienen forma de copa hecha de hierba, musgo y pequeñas ramas, y terminados con barro y vegetación fresca a modo de forro. Las puestas son de cuatro a seis huevos de color entre azul pálido y azul verdoso, con pequeñas pintas rojizas. Suelen tener un éxito del 50 al 62 %, dependiendo de las zonas, y aquí las pérdidas se deben a predación, siendo los córvidos los mayores responsables. Las recuperaciones de aves anilladas muestran que la mortalidad se debe mayormente a causas relacionadas con el ser humano y a la predación.
Turdus iliacus es una especie básicamente migratoria. Con la excepción de algunas pequeñas poblaciones en Islandia, Noruega y algunos puntos de la región báltica, donde son residentes, el grueso de los efectivos viaja largas distancias para pasar el invierno. Los de zonas más orientales del rango de distribución, como Siberia, prefieren invernar en los países del Mediterráneo occidental, como el nuestro, mientras que los alirrojos islandeses se dirigen al sudoeste de Francia y también a la península ibérica.
Algunos llegan al norte de África, pero en menor cantidad que el zorzal común. Los finlandeses invernan en el Mediterráneo oriental y los escandinavos viajan a Gran Bretaña donde, como queda dicho antes, forman bandadas mixtas y numerosas con los zorzales reales y deambulan por setos y jardines en busca de manzanas y otras frutas.
Su estado de conservación es como de ave común y no globalmente amenazada, con una población en Europa, incluida la Rusia europea, de 16 a 21 millones de parejas en el año 2000, la mayoría establecidas en Escandinavia, y especialmente en Finlandia.
Me Encontré un zorzal, parece que está durmiendo, es adulto, como a habido tanta lluvia está todo mojado, no sé si tal vez esté muerto. No sé si los zorzales invernan
Me causan gracia los que dicen no los cacen…pero una paloma si? Una vaca si? Una planta si? Un pez si? Todos tienen vida por si no se dieron cuenta. El hombre caza desde que existe. Se debe alimentar de carne y vegetales. Les guste o no. Chau!!
Cuando se encuentra un pichón de zorzal la madre no los abandona se queda varios días para alimentarlos e incluso suele hacer un vuelo arrazante si ve que alguien se le acerca al pichón .Justo estoy criando uno que cayó del nido y un gato lo atrapó y logré rescatar.Aun le faltan varias plumas y un ala la tiene lastimada.
Hola buen dia, te cuento q rescate a dos zorzales q se cayeron de un árbol con su nido, vino su mamá y los cuido ya ayer después de tres semanas tenían sus plumas y se dejaron tocar, yo volví a poner su nido en una parte del mismo árbol. Ayer a la noche piaban muy fuerte tipo 2 de la madrugada y, al mirar por mi ventana vi q había un pajaro tan grande como tres palomas juntas, pienso q se sintieron amenazados y por eso piaban tan fuerte q me despertó el revuelo, otros pájaros piaban también en su auxilio, yo abrí la ventana y ahí vi ese pajaro q no se q es y lo asusté, salió volando, los zorzales siguieron pisando pero cada vez más bajito. El tema es q hoy cuando fui a su nido no estaban, quiero creer q estaban maduros para emprender su vuelo. Vos tenés idea q pajaro puede querer comerlos?!!!!
Hola por favor no cacen animales 🙁 pobrecitos
Hola : Vivo en Salou y he sido cazador sobre todo de zorzales en una finca de olivos que poseo al sur de Tarragona ( ahora ya estoy jubilado ). Hoy 17 de Mayo he salido a pasear por una zona ajardinada de la población y cual ha sido mi sorpresa al descubrir en un pequeño árbol un nido de zorzales comunes con la hembra incubando. Me ha parecido muy extraño en esta zona.
Todozorzal aora es todotordo