Las condiciones actuales de deterioro de nuestros paisajes rurales, junto con el progreso económico y social, han empujado a las sociedades de cazadores a comprar y soltar muchas perdices de granja con el propósito de tener caza a corto plazo o con la intención de asilvestrarlas y “reforzar” las maltrechas poblaciones de los cotos. Sin embargo, las mal llamadas “repoblaciones” perjudican seriamente a las poblaciones de perdiz roja silvestre y, además, esta práctica no siempre constituye la mejor opción para cazar.
Frecuentemente, en los cotos de caza no hay especies cinegéticas y cada año la solución más inmediata es “comprar y soltar” con el fin de que los socios tengan alguna oportunidad de caza. Sin embargo, “comprar y soltar” no puede ser eternamente la mejor perspectiva.
No hay que confundir repoblar con soltar. Repoblar es reponer la población natural, sin embargo, soltar es una acción directa para recomponer de forma inmediata el escenario de caza deseado. La razón de ser de las sueltas es aumentar la densidad de caza del coto a corto plazo para satisfacer al cazador, pero es imposible que estas sueltas lleguen a emular la caza natural. Las perdices soltadas no pueden ser silvestres, salvo en la fantasía ilusoria de quien no conoce lo natural. Los cazadores deben aclarar los objetivos de su sociedad sobre la gestión del coto. La satisfacción de las jornadas de caza no sólo se mide por el número de piezas abatidas. Existen muchas otras cuestiones que valoran los cazadores, porque ellas forman parte importante de sus lances, de su jornada de campo. ¿Qué tipo de caza quieren mayoritariamente los socios? ¿Caza natural, asilvestrada, de granja? Sólo después de haber respondido a esta pregunta conoceremos el objetivo de caza preferido para la mayoría de cazadores de la sociedad.
Las perdices silvestres son muy difíciles de cazar. El número de perdices cobradas por cazador y jornada oscila entre 0-2 al salto y entre 5-20 en ojeo. La recompensa es un recuerdo imborrable en la memoria.
La caza asilvestrada se consigue con sueltas tempranas de perdices de granja. Su captura presenta cierta dificultad. El número de perdices cobradas por cazador y jornada está entre 3-8 al salto y más de 10 en ojeo. La recompensa es un recuerdo pasajero.
La caza de granja se consigue con sueltas inmediatas. Abatir estas piezas es asequible. El número de perdices cobradas por cazador y jornada está entre 5-20 al salto y más de 20 en ojeo. La recompensa es un recuerdo efímero.
LA SOCIEDAD VE BIEN LAS REPOBLACIÓNES
Las sueltas resultan idóneas para el “lavado verde” de los daños a la naturaleza; ¿qué juez, periodista o urbanita no va a encontrar multitud de virtudes en aquel que “repuebla” la dañada naturaleza? Curiosamente, las repoblaciones (sueltas) producen múltiples beneficios:
1) Enaltecen y transforman en buena la mala imagen del cazador. Lo convierten en el principal abanderado de la restauración de la naturaleza. Lo presentan a la sociedad como persona que invierte su dinero en mejorar la naturaleza, frente al ecologista radical que protagoniza incívicas protestas.
2) Satisfacen de forma inmediata los deseos de la breve vida útil del cazador. El periodo activo durante la vida del cazador, aquel en el que posee óptimas condiciones físicas, es corto, sólo 27 temporadas, desde los 18 a los 45 años.
3) Prolongan la vida útil del cazador, desde los 46 hasta los 86 años, 40 temporadas más. Permiten disfrutar de las piezas, el perro y el campo casi eternamente.
4) Transforman la caza en una actividad comprensible y aceptable por la sociedad urbanita. Los cazadores sólo matan lo que sueltan. Actualmente, en la ciudad la palabra matar es malsonante. No se debe decir, produce aversión, imagen nefasta, asociación a persona detestable. Es contraria a lo bueno, es mala, anticívica y sirve para diferenciar aquello que se debe marginar, dejar de ser. Esta palabra sólo aparece en las grandes tragedias y crímenes contra la humanidad.
5) Promueven la igualdad de oportunidades y la solidaridad dentro de la sociedad de cazadores. Los días de suelta son jornadas de hermandad, todos los cazadores son capaces de cobrar piezas. Ello les estimula para reunirse al final de la jornada, para compartir y repartir entre todos lo capturado. Incluso llevan carne a las instituciones de beneficiencia. Este día se hace una comida que congrega a todos los socios. Es la jornada idónea para limar asperezas, eliminar rencillas, llegar a acuerdos y exaltar la amistad.
COHERENCIA PARA NO HIPOTECAR EL FUTURO
En tres situaciones comunes se recurre a las sueltas cuando:
- En el coto quedan muy pocos animales, no suficientes para cazar.
- El hábitat del coto está muy deteriorado, los impactos de la actividad humana no permiten la reproducción natural de los animales.
- Los cazadores quieren animales de granja. Es frecuente que en la gestión que la sociedad hace del coto estén instituidas las sueltas anuales de perdices, que cada año se decida por voto la cantidad de dinero aportado para las liberaciones, o que sea el primer año que la sociedad ha decidido comprar y soltar perdices. La vida es breve y son muchas las tensiones negativas (sinsabores y amarguras) que los cazadores soportan, a pesar de los esfuerzos para minimizarlos. Por eso, muchos de ellos exigen que el tiempo que pueden dedicar a la caza tenga recompensas con capturas.
Comprar es la solución del mercado para suplir las carencias y alcanzar los deseos. Gracias al precio y al dinero se pueden adquirir las piezas que no hay en el coto, con un coste asequible y ventajoso, pero antes de comprar y soltar hay que tener claro qué tipo de caza se desea: artificial, asilvestrada o natural. Es importante alinear la filosofía de la caza con la práctica, se necesita ser coherente para no hipotecar el futuro. No debemos confundir el deseo inalcanzable con la realidad que podemos tener: “Me gustaría disfrutar de la caza silvestre, pero no tengo tiempo, ni ganas de volver bolo”. Además, el equipo no llega al nivel que exigen las perdices silvestres: el perro no sirve, mi fondo físico no aguanta, ni tampoco el de mis compañeros. Reconocer nuestras propias limitaciones es importante para no frustrar nuestra caza.
Muchos cazadores prefieren enfrentarse a las perdices silvestres, aunque eso implique no conseguir ninguna captura en la temporada, una o muy pocas piezas. Los objetivos se deben pensar a corto, medio y largo plazo para adaptarlos de forma progresiva a nuestra ambición sobre la caza natural en el futuro.
La inmediatez nos aboca hacia comprar y soltar, pero esto es contraproducente si deseamos la caza natural para un futuro mas lejano. La imprescindible coherencia nos exige pensar en las alternativas y seleccionar la más adecuada. Posiblemente, lo mejor es no soltar y visitar los cotos de caza intensiva. Si la decisión de la sociedad es comprar y soltar, podemos focalizar las sueltas en las zonas donde no hay perdiz silvestre. Además, podemos evitar que las sueltas se hagan en Navidad o el último día de la temporada. Es mucho mejor estrategia soltar el día de la apertura. Cuando el gasto que hace anualmente la sociedad de cazadores en comprar y soltar está oficializado, se puede calcular el rendimiento real de la caza artificial del coto. De lo soltado en el día, se captura el 37,5% (rango entre el 25 y 50%). Cuando las sueltas incluyen primero ojeo y después búsqueda, las capturas aumentan los cobros y baja la calidad del lance. Si las sueltas son anteriores a la jornada de caza, los rendimientos de captura bajan mucho pero aumenta la calidad del lance.
¿PODEMOS MEJORAR LA CAZA ARTIFICIAL?
En la caza artificial, la cantidad de perdices capturadas está asociada a la calidad de los lances. Las sueltas en los cotos de las sociedades aparentemente son una estrategia para hacer la caza más barata que cuando se práctica en los cotos intensivos y comerciales. No siempre esto es cierto, depende de la gestión y de cómo evaluamos los resultados. Como ningún cazador se cuestiona, lo habitual es que la preparación para ejecutar esta técnica sea muy deficiente. No se consulta a buenos profesionales y frecuentemente se creen ciertas las fantasías comerciales. No se dispone de un plan de repoblación coherente que sea equilibrado entre la cantidad de perdices y la calidad de los lances. Hacer bien las sueltas, exige tomar las decisiones correctas por los responsables de la sociedad. Para diluir esta responsabilidad se pregunta a la asamblea: “¿cuántas perdices soltamos este año?”
Las sueltas deben mejorar su calidad en todos los aspectos, desde la excelencia de las perdices producidas en las granjas, hasta la satisfacción de los lances en el campo. Hay un largo camino de acciones que debemos mejorar: la preparación técnica, el plan de repoblación, la gestión de la sociedad y del coto… Los cazadores tenemos que aspirar a ser ejemplares porque la ejemplaridad es el camino para mejorar.