La tórtola común es una de las especies cinegéticas más importantes de España y protagoniza la caza, junto con la codorniz, en el periodo denominado media veda. Se ha cuestionado desde varios frentes la sostenibilidad de esta práctica cinegética por dos razones principales: por un lado, por ejercitarse antes de la finalización plena del periodo reproductor y, por otro, porque hay opiniones que apuntan a que la tórtola estaría sufriendo un declive poblacional que sugeriría una moratoria temporal para cazarla.
La tórtola europea es un ave migratoria y estival en España, sujeta a grandes y habituales oscilaciones en su flujo migratorio y en su éxito reproductivo. La incertidumbre que rodea a la especie es grande y, aunque la investigación y estudios cinegéticos en España tienen ya cierta trayectoria, los referidos a las especies migratorias son menos y con mucho menos recorrido, más aún para la tórtola. Para una revisión del conocimiento de la especie en España, ver, por ejemplo, Puerta (2011) o Consultora de Recursos Naturales, S.L. (2011 y 2013).
Como señalan Rocha et al. (2009), ante la dificultad de manejo de esta especie es necesaria la puesta en marcha de una red permanente de seguimiento para la obtención de datos rigurosos, prácticos y actualizados aplicables a la gestión. Se trata de conseguir información anual de lo que llega, lo que se reproduce, la productividad que se tiene, lo que cruza de paso y lo que se extrae por la caza, todo ello referido al contingente reproductor de las rutas migratorias más occidentales de Europa. Es esta información la que permite tener argumentos sólidos para legislar adecuadamente sobre la especie y, en su caso, enmarcar su aprovechamiento cinegético sostenido. Hasta ese momento, es el principio de precaución el que, cuando menos, debe regir la caza de este ave.
Uno de los puntos importantes en la planificación del aprovechamiento es analizar el acoplamiento entre la biología de la especie y los periodos de caza, aspecto que hoy en día es objeto de debate, dado que la Directiva Aves impone a los Estados miembros la obligación de impedir que las “especies a las que se le aplica la legislación de caza (…) sean cazadas durante la época de anidar ni durante los distintos estados de reproducción y crianza”.
El establecimiento de los periodos de caza es competencia de las comunidades autónomas, pudiendo haber, entre distintas regiones de España, diferencias fenológicas relevantes en la reproducción de la tórtola. Sólo el conocimiento preciso de esos calendarios biológicos de la especie en las diferentes regiones puede servir de base para establecer periodos adecuados de caza.
El principal estudio sobre fenología reproductiva de la tórtola europea que existe en España se refiere a Extremadura, con información recabada hace más de diez años. La actividad reproductiva se inicia en la primera quincena de abril, la incubación se prolonga hasta la segunda de julio y hay pollos recién salidos del nido hasta la segunda quincena de agosto. El máximo reproductivo tiene lugar entre la segunda quincena de mayo y la primera de julio (Hidalgo y Rocha, 2001, 2002; Rocha e Hidalgo, 2004). Estos autores interpretaron que si la caza empieza a mediados de agosto, un 2,7% de los progenitores son abatidos cuando aún tienen pollos en el nido; y que si la caza se inicia a mediados de agosto, durante los primeros días de la media veda se abate un elevado número de jóvenes volantones (13,5%), ejemplares recién salidos del nido que aún no han tenido tiempo para prepararse, ejercitarse y adquirir experiencia (Rocha et al., 2009).
A continuación se exponen los conocimientos que el Proyecto Tórtola está recabando sobre la reproducción de la tórtola en España. El objetivo es obtener información del mayor número posible de nidos repartidos por varias regiones de España. Es una labor acumulativa y a largo plazo. Los datos han sido recogidos por varios colaboradores (cazadores, vigilantes, técnicos). La tabla 1 reseña los colaboradores de este apartado del Proyecto Tórtola.
Las tórtolas construyen nidos frágiles que consisten en una acumulación de ramillas en forma de efímera plataforma cuyo contenido puede a veces observarse desde el suelo. El seguimiento debe realizarse siempre a distancia, con ayuda de prismáticos, sin acceder al nido y, por supuesto, sin manipular las aves (la tórtola es muy sensible a la manipulación y, de hecho, los manuales señalan que se debe evitar el anillamiento de pollos de esta especie –Sales, 2000–).
Se persigue principalmente en el Proyecto Tórtola determinar la existencia de “pollos volantones”, es decir, que están a punto de abandonar el nido o que acaban de hacerlo pero que revolotean a su alrededor. La ficha de seguimiento de cada nido permite anotar la fecha de cada visita y el estado reproductivo del mismo: fecha de primera localización, huevos, pollos pequeños (menos que media tórtola), pollos grandes en nido, pollos fuera del nido (no vuelan), pollos que vuelan… La ficha también incluye campos para la recogida de la información sobre datos de la localización de los nidos, especie arbórea o arbustiva utilizada como soporte del mismo y características del entorno.
Del conocimiento del estado del nido en una sola visita pueden estimarse con cierta fiabilidad las fechas de puesta, incubación, crianza y fecha de salida del nido de los pollos y su capacidad para volar. La estima fenológica es mayor a medida que se dispone de más nidos seguidos.
En el año 2012 se consiguió información de un total de 10 nidos, seis en Albacete (Castilla-La Mancha) y cuatro en Valladolid (Castilla y León). En 2013 se tomaron datos de 35 nidos, 12 en Ávila (Castilla y León), 12 en Cádiz (Andalucía) y 11 en la Comunidad de Madrid. Por tanto, los datos aquí manejados proceden, sobre todo, del centro y sur de la Península Ibérica, algo a tener presente en todo lo que sigue.
El número de visitas varió entre tres y siete en 2012, con una media de 5,10, y entre dos y diez en 2013, con una media de 7,03. En el conjunto de los controles, la media de visitas fue de 6,60.
La tabla 2 resume el esfuerzo dedicado al seguimiento de nidos de tórtola europea durante los años 2012 y 2013.
TAMAÑO DE PUESTA Y ÉXITO REPRODUCTOR
Los diez nidos controlados en la temporada 2012 fueron exitosos, sacando jóvenes adelante. En la temporada 2013 los nidos objeto de seguimiento sí sufrieron pérdidas (cf. Gráfico 4): de los 35 nidos controlados, 29 (83%) sacaron pichones y en 24 (69%) llegaron a salir del nido y volar.

Imágenes capturadas con una cámara de fototrampeo durante el estudio de los nidos.
En el conjunto de los nidos controlados en 2012 y 2013 (n=45), 39 (87%) sacaron pichones y 34 (76%) llegaron a criarlos hasta salir del nido y también llegar a volar (cf. tabla 3).
Estos datos de éxito reproductor, que son relativamente altos, están dentro de los referidos en otros estudios ibéricos (cf. Rocha & Hidalgo de Trucios, 2002), que muestran valores de éxito reproductivo total (porcentaje de nidos con pollos criados respecto al total de nidos) entre el 36% y 72,4%, con la mayoría de los casos entre el 53% y el 58%.
El tamaño de puesta observado fue siempre de dos huevos (n= 42) en las dos temporadas. El número de pichones sacados adelante en los nidos controlados oscila de 0 a dos (1-2 en 2012), con una media de 1,90 (n=10) en 2012 (95% del tamaño de la puesta) y de 1,09 (n=32) en 2013 (54,5% del tamaño de la puesta). La media para las dos temporadas es de 1,27 (n=42), que supone el 63,5% del tamaño de la puesta.
Señalan causa de pérdida de huevos o pichones 21 de los 45 nidos controlados en 2012 y 2013, una proporción del 46,67%. De los casos en los que se señala la causa de la pérdida (n=21), ocho (30,10%) corresponden a condiciones meteorológicas adversas; para uno de los nidos fracasados (4,76%) la causa de la pérdida es desconocida y 12 pérdidas se atribuyeron a predación (57,14%), siendo los predadores a los que se atribuye la pérdida de huevos y pollos los siguientes: azor (Accipiter gentilis), corneja negra (Corvus corone), grajilla (Corvus monedula), urraca (Pica pica), lirón careto (Eliomys quercinus), gato doméstico cimarrón (Felis catus) y rata (Rattus sp.).
Otros estudios (cf. Rocha & Hidalgo de Trucios, 2002) reiteran la predación como una de las principales causas de pérdida de nidos, cosa lógica por otra parte. Entre los predadores se indican rapaz diurna, córvidos (urraca, cuervo –Corvus corax– y rabilargo –Cyanopica cooki–), lirón careto y un ofidio, la culebra de escalera (Rhinechis scalaris). Otro origen de pérdidas relevante en otros estudios es el abandono. Curiosamente, la influencia de condiciones meteorológicas no se menciona, a diferencia de lo que el Proyecto Tórtola sí detecta en varios casos. No es descartable una cierta correlación entre ambas causas de pérdida de nidos.
Se ensayó el seguimiento de algunos nidos (n=5) con cámaras fotográficas en Cádiz (autor: Antonio Jesús Molinillo Guerra). Tres de los nidos sufrieron predación (por una rata, un lirón careto y una grajilla) y otro no llegó tampoco a sacar pichones (causa de la pérdida desconocida). Sólo uno de los nidos con el dispositivo del fototrampeo sacó los jóvenes adelante. Es interesante señalar el interés de este método para la identificación de las causas de las pérdidas de nidos, que muchas veces, con la única observación en determinados momentos de los nidos sólo pueden ser especulativas. Por otra parte, a pesar de lo reducido de la muestra, el porcentaje de nidos perdidos ha sido alto. Queda la duda de si este método, el trampeo fotográfico, podría implicar alguna vulnerabilidad añadida hacia ser predado. Sin duda, podría ser un aspecto importante a testar.