Una caza divertida, barata e ideal para los más jóvenes
A las puertas del comienzo de la media veda, los más afortunados ya se divierten disfrutando de entretenidas jornadas estivales de caza del pequeño lagomorfo, que, pese a haber sido afectado negativamente por la nueva cepa de la neumonía hemorrágica vírica, aún sigue siendo abundante en muchas zonas de España en las que se permite su caza en verano. A continuación le ofrecemos algunos consejos para que tenga éxito durante este periodo, del que también le proporcionamos las fechas hábiles establecidas en las diferentes comunidades en las que se autoriza.
La caza del conejo en verano es ideal para desengrasarnos, pues será la primera especie de menor que podremos cazar tras la veda. Allí donde hay conejos, cada vez en más lugares, a pesar de la nueva cepa de la NHV, su caza con escopeta (los perros no se podrán utilizar generalmente hasta el inicio de la media veda, allá por el 15 de agosto) se convierte en una modalidad muy divertida y, sobre todo, muy adecuada para los nuevos cazadores, pues perfeccionarán el uso de la escopeta y la técnica de aproximación a la pieza llevando bien el aire y caminando sigilosamente.
El conejo sigue siendo la pieza más popular para el cazador de menor y con la que, en general, se aprende a cazar.
Técnica de caza en rececho
La forma habitual de cazar el conejo en esta época, donde no está aún permitido el uso del perro, es caminar sigilosamente por donde suelen estar en esta fechas y dispararles cuando salten.
Estamos en verano y los conejos, a primera hora de la mañana o últimas de la tarde, suelen estar en barrancos en los que hay puntos de agua, o en las cañadas en las que suele haber hierba apetecible. Cuando el conejo sienta nuestra presencia correrá raudo a refugiarse en el monte, momento en el que cortaremos su carrera. Por eso es fundamental hacer el menor ruido posible cuando avancemos, pues, de lo contrario, el conejo pondrá tierra de por medio cuando estemos aún demasiado lejos. Por esto mismo tendremos que avanzar con el aire en la cara, o atravesado, nunca en la espalda, porque también saltará mucho antes de poder dispararle. El olfato y el oído son las principales armas de este lagomorfo. Se trata por tanto de un rececho en toda regla.
El mejor cazadero en estas fechas, sobre todo en el sur, será esa cañada o vaguada arropada por el monte, del que vendrán los conejos a comer. Hay quien, sobre todo si el día es caluroso, recorre a pleno mediodía la ribera de un barranco, en el que los conejos estarán disfrutando de la sombra, el agua y el frescor, para darles caza. Pero lo habitual en estas fechas de calor es buscarlo en las cañadas a primeras horas de la mañana y últimas de la tarde.
En cuanto a la munición, dependerá mucho del terreno y la distancia a la que salten los conejos, pero un cartucho de séptima de 32 gramos será suficiente. No obstante, yo prefiero jugar más con la munición y suelo llevar un cartucho de séptima en el cañón más abierto y otro de sexta en el más cerrado, generalmente full choke, para esos conejos más largos o enmontados. Y es que el perdigón más grueso es más letal en el monte.
Caza en espera
También estas fechas y esta especie permiten la caza en espera, ideal tanto para los más jóvenes como para los más veteranos que ya pueden menos con sus piernas. En este caso elegiremos una charca o una zona de pasto a la que los conejos acuden a beber y a comer, respectivamente. Nos colocaremos en el sitio contrario por el que se supone que vendrán los conejos, por ejemplo, una zona de monte. Basta con sentarnos en el suelo o en un cómodo asiento (no hace falta camuflarse) y esperaremos acontecimientos sin apenas movernos. Sobre todo, es importantísimo que el aire nos sople de cara, pues, de lo contrario, los conejos no aparecerán alertados por nuestro olor. Aunque las comparaciones son odiosas, es algo parecido a realizar una espera a un jabalí, aunque su olfato y oído es muy superior al del conejo, y más en la noche. En cuanto a la munición, aconsejo la misma que he citado antes, no descartando un cartucho más potente por si tenemos que tirar más lejos de la cuenta.
En este tiempo, sobre todo en la espera, es importante llevar repelente contra los mosquitos, que no pararán de acosarnos.
Pocos o muchos conejos
La caza del conejo en verano se autorizó tradicionalmente tras la llegada de la mixomatosis. La mayor abundancia de conejos tras las crías de primavera coincidía con la aparición de esta enfermedad transmitida fundamentalmente por pulgas y mosquitos. De esta forma se disminuía la densidad, y por tanto los efectos de la enfermedad, y se aprovechaban unos animales que pronto podían morir. Pero llegó la neumonía y diezmó la población de conejos en toda España. Muchas autonomías, con buen criterio, prohibieron su caza en verano. Pero ahora la cosa ha cambiado y el conejo se ha vuelto a disparar en muchas zonas, a pesar de la nueva cepa de neumonía. De todas formas, muchos cotos siguen teniendo pocos conejos, o muchos menos de los que había. Y es lógico que muchos gestores y cazadores se pregunten si deben o no cazar, o mejor dicho, cómo sabrían si deben o no hacerlo.
Hace unos años leí en esta revista lo que decía al respecto José Miguel Montoya, ingeniero de Montes y gran cazador de conejos. Montoya, huyendo de lenguajes técnicos y rebuscados, recurrió a un ejemplo que cualquier cazador entiende: “si te diviertes, o sea, si los tiras habitualmente, hay densidad para cazarlos moderadamente”. Efectivamente, así es, porque hay que entender que si la escopeta no actúa, habrá más posibilidades de que los conejos que se salven sean inmunes a las enfermedades y por tanto tardaremos menos en tener una adecuada densidad. También es muy importante para la especie y para superar las enfermedades que tengan una buena alimentación. Y no me refiero sólo a la hierba, sino, sobre todo, a las siembras, al grano. No afecta igual el virus a alguien que come regular que a otro que come buenos filetes de ternera. Y el grano en nuestro seco verano es la mejor ternera.
Tío Calañas