Recuerdo perfectamente la primera vez que vi un hurón en el coto: era una modalidad excepcional y que se practicaba de forma muy anómala. Hoy es mi gran pasión, tanto que soy conocido en el mundo cinegético como Hurones Pacus 3.0.
En el año 2002 mi padre entró a formar parte de una rehala debido a que la tendencia en el coto era la caza mayor. Apenas había una población suficiente de conejos para hacer disfrutar de su caza a los más de 500 socios que el acotado ostentaba por aquel entonces y las perdices, que haberlas había y muchas, se cazaban unos ocho domingos al año solamente (orden de vedas de La Rioja) y había que rellenar los demás fines de semana con algo y la caza mayor era la mejor opción, por aquel entonces.
En uno de esos días de relleno fuimos junto a Agustín, un amigo de mi padre, a cazar con hurón a una siembra de cereal, concretamente de trigo, donde los conejos estaban ocasionando daños, ya que se encontraba junto al Barranco del Cura y era una de las pocas zonas del coto donde la población de conejos era abundante y no se mermaba con la caza al salto. Y es ahí, como ayuda a la agricultura, donde entran en acción los hurones y donde yo vi por primera vez a estos maravillosos mustélidos, los Mustela putorius furo, que son una subespecie del turón salvaje (Mustela putorius), los cuales fueron domesticados por los egipcios entre el año 1500 y 1400 antes de Cristo.
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El coto al que pertenezco tiene una extensión de 11.400 hectáreas, alternándose zona de monte, monte bajo, cultivo de secano (almendros y siembras de cereal, mayoritariamente), cultivo de regadío (árboles frutales y hortalizas en menor número) y, cómo no, situándonos en La Rioja, gran cantidad de viñas. Antiguamente predominaban las plantaciones denominadas «a vaso», que poco a poco han ido desapareciendo, siendo sustituidas por plantaciones «en espaldera». Esto ha provocado un gran cambio en el medio, pasando de 75 hectáreas de vid en 1960 a las 1.100 ha en 1990 y las 4.666 en el 2020, llevando esto a un cambio en las especies, siendo unas favorecidas y otras altamente perjudicadas.
Y, sin duda, una de las pocas especies beneficiadas son los lagomorfos (Oryctolagus cuniculus), los conejos. No hay que confundirlos con sus familiares, también lagomorfos, las liebres (Lepus), ya que estas se han visto seriamente perjudicadas por este tipo de cultivo de vid, al igual que muchas aves esteparias, como sisones, gangas o perdices, abundantes antaño y donde hoy son prácticamente un mero recuerdo.
Tras aquella jornada de caza por daños con hurón, quedé prendado de esta modalidad y de esos pequeños mamíferos. Quizá por cómo me habían transmitido la caza, la cual no la entendía sin nuestros más fieles compañeros, los perros, vi en los hurones esa figura de unos compañeros con quienes vivir jornadas inolvidables, pero también muchas horas de compañía en casa, algo que intento mostrar siempre en mi canal de YouTube Hurones Pacus 3.0 y en mis redes sociales de Instagram y Facebook.
Fue gracias a Agustín por quien conseguí hacerme con mi primer hurón. Él ya disponía de varios ejemplares y yo, todavía como morralero, le insistía mucho a mi padre para adquirir uno. Él se negaba a esto, no lo veía necesario, ya que eran muy pocas las jornadas «de bichar», como aquí llamamos a la caza con hurón, a las que acudíamos y estas eran siempre acompañando a Agustín, que era quien tenía los hurones.
Un día, a la vuelta del colegio, mi padre estaba esperándome en la puerta de casa y me sorprendió con un ejemplar hembra de hurón, ¡por fin tenía mi soñado compañero! Tras esta sorpresa, me tocaba aprender mucho sobre ellos, cosa que no fue fácil al principio, pero que, poco a poco, se convirtió en una pasión y casi en una forma de vida.
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Con el cambio de paisaje debido a la agricultura moderna, donde las pequeñas piezas de tierra de cultivo quedaron absorbidas por grandes extensiones de cultivo monotipo, las cuales son fácilmente trabajadas con grandes máquinas agrícolas, como tractores y cosechadoras, tanto de cereal como de uva, almendras o aceitunas, la población de conejos fue creciendo exponencialmente en estas zonas. Esto llevó a que, debido a las lindes creadas artificialmente con grandes desplazamientos de tierra, estos animales tuvieran mayor facilidad construcción de sus vivares. Por todo esto, estas zonas se convirtieron en espacios donde se hizo y se hace indispensable la actuación de los cazadores para ayudar a los agricultores reduciendo el número de población de conejos.
Otro de los factores importantes que llevó a que la población de conejos incrementara hasta la sobrepoblación que tenemos hoy son tres construcciones humanas. Debido al movimiento de tierras se ha favorecido la expansión de los conejos facilitando la creación de madrigueras y, así, el aumento de sus poblaciones. La construcción de autopistas, la construcción de canales artificiales para el riego –en mi zona concretamente, el canal de Lodosa con una extensión de 127 km– y la construcción de nuevas vías de tren, ha llevado a que las empresas dueñas de esas vías se vean obligadas a contratar a cazadores o empresas cinegéticas para que, mediante la caza con hurón y red, mermen las poblaciones de conejos que llegan a provocar grandes daños, como hundimientos de vías.
Ante esta situación extrema en nuestros campos, las sociedades de cazadores ponemos todo lo que está en nuestras manos para evitar los daños a la agricultura. Evidentemente, no somos los causantes de la plaga y no por ser cazadores tenemos la obligación de gastar nuestro tiempo y dinero en largas jornadas de descaste para luego ser denunciados por agricultores y condenados por las instituciones. Debemos trabajar en la misma dirección y de la mano de las asociaciones agrarias y agricultores, poner soluciones entre todos y no trabas en el camino del vecino.
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Con nuestros hurones sanos y fuertes es hora de ir al campo. Las crías pueden empezar a cazar a partir de los tres meses y siempre que tengan el tamaño adulto correcto.
Un mito que quiero desmentir sobre los hurones es ese de que al hurón «lo tienes que dejar sin comer el día antes de cazar para que vaya a por los conejos». Este pensamiento es erróneo. Los hurones cazan por instinto, no necesitan pasar hambre para ello: cuanto mejor alimentado esté el hurón, mejor cazará.
Con un equipo de tres hurones compuesto por dos hembras y un macho es como yo me asenté en esta modalidad, siendo más que suficiente para el disfrute de cualquier aficionado a este tipo de caza.
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Porque vivimos en un mundo humanizado, donde construimos y manipulamos el medio a nuestro antojo, siempre con el pretexto de que es un bien para la población. Y ¿quién va a discutir que eso, no es así? Se construyen puentes para cruzar ríos y mares, autopistas que dejan atrás atascos y permiten llegar en hora a destino, líneas de tren que facilitan cruzar en mucho menos tiempo de una punta a otra de España, aeropuertos, grandes polígonos industriales, se modernizan pueblos y las ciudades no paran de expandirse…
Un sinfín de «lujos» humanos que reducen el medio natural, estrangulado cada vez más a nuestra flora y fauna, dañando y disminuyendo poblaciones de muchas especies, como el lince ibérico, que sigue muriendo por decenas, atropellados cada año. Otras especies, como el conejo de monte, ven un beneficio en esta expansión humana y es que, aparte de ganar tierra para sus madrigueras, ven drásticamente reducidas las poblaciones de sus depredadores naturales por estas y otras construcciones, como las torres de alta tensión que siguen acabando con nuestras maravillosas rapaces, algo que desde la sociedad y las asociaciones animalistas no se le da la importancia que tiene.
Para mí está claro que el problema de la sobrepoblación de conejos es culpa del mundo humanizado en el que vivimos, pues priman nuestras comodidades por encima de los animales. Y los humanos, en este caso los cazadores junto a nuestros hurones, somos los responsables de equilibrar las poblaciones, concretamente de conejos, que nosotros mismos hemos desequilibrado.
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El mantenimiento de un equipo de hurones en época de caza es sencillo, los cuidados que necesitan no difieren mucho de los de un gato.
Es en la época de celo cuando hay que tener cuidado. Hay muchos factores a tener en cuenta para evitar algo que es muy habitual y es que tu hurona se coma las crías o, algo mucho más grave, que tu hurona muera en esta época debido al celo.
Puede pasar que, si no cortamos el celo a nuestra hurona, esta puede llegar a morir de anemia aplásica, afección que ocurre cuando el cuerpo deja de producir la cantidad necesaria de células sanguíneas nuevas.
Por eso yo siempre recomiendo cruzar a nuestras huronas. Si no se quiere cruzar hay técnicas para cortar el celo, como son una vacuna –compuesta de leuprorelina o deslorelina, fármacos que suprimen la estimulación de las gónadas (testículos u ovarios) y, por tanto, evitan el aumento de hormonas sexuales y la aparición o continuación del celo–, el implante hormonal (suele ser deslorelina), juntarla con un macho vasectomizado o la castración, algo que yo, bajo ningún concepto recomiendo, pues alteraremos el metabolismo de nuestra hurona, viéndose reflejado en su comportamiento.
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La alimentación es otro aspecto muy importante y que hay que cuidar mucho. Mis hurones tienen como base en su alimentación el pienso específico para hurones. Hoy en día hay muchas marcas, pero he de decir que no cualquier pienso vale, ya que los hurones son cien por cien carnívoros y muchos de los piensos del mercado para hurones llevan cereales, alimento que a los mustélidos no les sienta bien, y a largo plazo, les generará problemas, sin duda.
Con un buen pienso como base nos queda completar la dieta con un poco de carne. Yo les doy cada dos días carne de conejo; pero, sin duda, la mejor es la de pollo. Hay que tener en cuenta que siempre será carne cruda (en perfecto estado) y nunca, bajo ningún concepto, les daremos para comer nada cocinado o con sal, pues podemos llegar a matar a nuestro compañero de una intoxicación.
Francisco Cordón – Hurones Pacus 3.0.
Puedes ver un documental de caza de conejo con hurón con Hurones Pacus 3.0. haciendo clic aquí.