Con discrepancias en su origen –ya que una parte habla de que fue especie original con ancestros de mayor tamaño, mientras que la otra arguye que su origen fue el asilvestramiento de especies domésticas–, sea como fuere lo que ocurriese, sucedió en Córcega y Cerdeña, las islas mediterráneas y, desde ahí, el muflón ha sabido colonizar (por reintroducción) y adaptarse a multitud de medios en diferentes países de Europa y del resto del mundo.
En lo que se refiere a la caza, marca la real y gran diferencia en ser el carnero por excelencia, el más común y que más adeptos tiene. Ya sea en zonas abiertas, cerradas, en paisajes de montaña o en dehesas, el muflón supone una de las cacerías más practicadas por aficionados de todo el mundo.
–
–
Años cincuenta, según anotaron los que allí estaban. Consta el cincuenta y cuatro como el año en el que vinieron los primeros muflones a España. Bastaron unos escuetos rebaños, más bien grupos, en un puñado de lugares de España bien elegidos por similitud a su paisaje original, para que a día de hoy el muflón haya encontrado su hueco como animal reconocido de la fauna patria, subido a lo más alto de la excelencia cinegética y, a modo de ver del que suscribe, haya aumentado el patrimonio natural español.
En el camino ha tenido tiempo de sufrir el desprestigio de los de siempre y, como puse sobre el papel con el arruí, hago lo mismo con el muflón: su introducción no fue una aberración natural, procede de una isla que comparte mar con nuestro país y que está a unos centenares de kilómetros en línea recta; no ha supuesto la desaparición o detrimento de ningún animal o planta autóctono; aporta riqueza y turismo; y, a todo ello, hay que sumarle que la mayoría de muflones de España se encuentran en fincas cerradas cuyos propietarios los introdujeron legal y voluntariamente (y gestionan bajo su propio riesgo), con lo cual podemos afirmar que la existencia del muflón en España no es una aberración contra la naturaleza.
Nuestro muflón, como ocurre con nuestro venado, ha dado en denominarse ibérico hasta el punto de ser reconocido así por varios estamentos cinegéticos. El motivo no es otro que los venados y muflones (por sólo mencionar estos) que se encuentran al sur de los Pirineos son más pequeños en todos los sentidos que el resto de hermanos europeos del norte. Esto, lejos de ser algo negativo, supone una peculiaridad que agrada y atrae más cazadores de otros países.
–
–
La caza del muflón se practica principalmente a rececho, aunque las monterías de muflones en España tienen un gran atractivo para muchos cazadores y suponen una oportunidad a tener en cuenta para hacerse con varios carneros en una jornada. Su disparo en montería es, sin duda, el más difícil, ya que el muflón es pequeño, escurridizo y suele hacer ciertas jugarretas que pondrán en aprietos al cazador.
Su principal baza en montería es su instinto de agrupación, formando las conocidas pelotas que, perfectamente guiadas por las hembras de más edad, irán ‘pico al viento’ buscando el escape. De todo montero es sabido la facilidad con la que se vacía de la mancha una pelota de muflones a primera hora de la mañana, pues, donde va uno, van todos. Existe un perfil de cazador muy aficionado a los muflones en montería, además de existir aficionados europeos que aprovechan nuestras excepcionales fincas de muflones para disfrutar de cazarlos en batida, algo menos habitual en sus países de origen.
Por otro lado, también existe un perfil de cazador muy aficionado a la caza del muflón a rececho, algo similar (salvando las distancias) a la fiebre corcera.
Su caza individual se practica como cualquier otro rececho, con la dificultad de que los rebaños pueden ser más grandes en comparación con el venado o el gamo, ya que recordemos que tienen un comportamiento similar al de sus parientes las ovejas.
Sus grandes rebaños, su facilidad para criar y su comportamiento grupal y gregario provoca que, en ocasiones, su caza por daños a la agricultura esté también autorizada en determinados parajes abiertos.
La época de celo, que coincide con octubre, cuando los cambios meteorológicos (lluvia, frío) y los cambios en la luz se consolidan, es, como en toda modalidad cinegética de caza mayor, la más adecuada para conseguir animales que, durante el resto del año son menos visibles; no obstante, sólo podemos afirmar lo anterior con rotundidad en fincas abiertas de típico monte mediterráneo, donde la densidad de matorral y los quebrados y habituales valles hacen la caza de viejos machos realmente difícil.
En ese sentido, hemos de mencionar dos aspectos peculiares del muflón según las fincas donde habiten sean abiertas, cerradas, de monte espeso o adehesadas.
En fincas cerradas, los animales, lógicamente, suelen tener una mejor alimentación, siempre suplementaria, además de una genética un tanto más seleccionada y procedente de reintroducciones que caminan hacia la consecución de un mejor trofeo. Ello hace que los trofeos sean mayores y casi siempre mejores, ya que en las zonas abiertas más típicas donde el muflón habita (por ejemplo, Muela de Cortes), el espeso monte mediterráneo (además de su escaso valor nutritivo) hace que las puntas de los viejos machos se encuentren en continuo desgaste, con lo cual los grosores que, con los años los machos consiguen, se ven descompensados en la fórmula final del trofeo; es decir, lo que el grosor suma, se ve perjudicado por el desgaste de las puntas y su menor longitud, provocando que sea misión casi imposible conseguir trofeos medalla de oro en zonas abiertas (lo que tampoco es fácil en fincas cerradas).
–
–
Como dijimos anteriormente, el muflón fue una especie reintroducida en España, hecho que, de igual forma, ha ocurrido en el resto de países europeos (y, por tanto, también en los de otros continentes donde se ha llevado). Pero, por centrarnos únicamente en Europa, donde su tradición está arraigada por lógica natural y cercanía, hemos de decir que el muflón es un animal, sin lugar a dudas, cinegéticamente reconocido. Su tamaño y, sobre todo sus cuernos, son mayores que en España. Se encuentran grandes muflones casi en cualquier país de la mitad y norte europeo, como Austria, Alemania, Eslovenia, Bulgaria… pero, sin duda, los muflones más grandes los encontramos tradicionalmente en República Checa, Hungría y algunas fincas de Francia, donde su genética original, su selección y su manejo son excepcionales. No debemos olvidar algunas fincas y bosques concretos de República Checa donde podemos encontrar grandes trofeos en abierto.
El muflón, sin duda el más famoso de los carneros, el más común, pero no por ello el menos importante, más bien al contrario, presente en casi toda Europa y otros continentes, fue y será el protagonista de grandes momentos cinegéticos pese al fantasma inducido de su introducción, para algunos, antinatural. Y seguirá siendo el animal cinegético que mueve a cantidad de aficionados, en busca del «caracol» más imponente.
–
Juan Salvador Calzas Prados.