En tiempo de veda, muchos cazadores estarán contentos de los resultados que han sacado de sus armas y calibres en las monterías. Pero puede que algunos no entiendan cómo se les pudo ir ese venado o guarrazo pinchado. En marzo comenzó la temporada de caza y recechos internacionales y veremos la posible aplicación de estos fenómenos de la velocidad a esa cacería soñada si el tiempo y la fortuna nos la permite realizar. Si alguno de los lectores está pensando en cambiar su arma por un cartucho más potente o más rápido, tal vez les podamos ayudar a tomar la decisión.
Vamos a empezar repasando el origen del concepto «magnum», pues es uno de los adjetivos más incomprendidos de todo este mundo de balística. El término «magnum» se cree que tiene su origen en unas botellas de champán bastante más grandes de las normales. Por semejanza entre una botella y el casquillo de un cartucho metálico, se aplicó a esos casquillos más grandes y de mayor capacidad de pólvora de la normal. Por ello, se “suele” denominar mágnum a estos cartuchos más grandes y que dan mayores velocidades que los cartuchos estándar o normales, que utilizan la misma bala y del mismo calibre.
Antes he dicho “suele”, pues hay cartuchos mucho más rápidos que otros y que han aumentado mucho su velocidad, pero nunca se han denominado mágnum. Podría ser el caso del 6,5×57 y el 6,5x68S, pues el segundo dispara las mismas balas que el primero a mucha más alta velocidad y jamás se ha denominado magnum, aunque por derecho propio lo podría ser. El mismo caso ocurrió entre el venerable .416 Rigby y el nuevo .416 Remington Magnum. El cartucho americano se desarrolló buscando igualar las prestaciones del Rigby en un cartucho más compacto, ligero y barato. Desde su nacimiento se denominó al Remington como magnum y, sin embargo, al Rigby, de prácticamente iguales prestaciones, nunca se le adjudicó el adjetivo magnum.
Roy Weatherby regreso a California después de la Segunda Guerra Mundial con la cabeza llena de ideas sobre armas y calibres y muy poco dinero en el bolsillo. En la parte de atrás de su casa, en un garaje, creó una compañía que revolucionaría el mundo de las armas, especialmente el de la alta velocidad, que llevaría su nombre y que le haría inmortal.
Experimentando sobre el .300 Holland, en 1944 presento el más popular y conocido de todos sus diseños: el .300 Weatherby Magnum. Con un cartucho de vaina enorme que exigía acciones más largas que el estándar, pero es un auténtico cohete que consigue pasar de los 1.000 metros por segundo con magníficas balas Nosler Partition de 150 grains, su punta de caza más popular durante décadas y la que yo elegiría para un largo tiro a rececho en España. Las balas de 180 grains han sido las más populares, pero en tiros cortos tipo montería deben usarse balas con cierto control de expansión, tipo Nosler Accubond o Partition. Lo increíble de este fenómeno de la velocidad es que mantiene los 920 m/s con las excelentes Hornady ELD-X de 200 grains. Un auténtico martillo de Thor.
En lo que más destacó Roy Weatherby fue en su increíble dominio del marketing y las relaciones públicas. Enseguida se dio cuenta de la importancia de esto para tener éxito y pronto empezó a utilizar los rostros más conocidos de la época para popularizar sus diseños, como el actor John Wayne.
Pero su gran acierto fue la creación del famosísimo premio que lleva su nombre. De un modo muy inteligente consiguió que dos de los primeros premiados fueran, en 1956 y 1957, dos de los escritores de armas más famosos de su tiempo: Warren Page y Jack O´Connor.
El .300 Weatherby creado en 1944 fue su creación más conocida y, sin duda, es un gran cartucho que ochenta años después de su creación es tremendamente popular. Está basado en el .300 H&H aumentando el volumen de su casquillo y conservando su longitud mayor de la estándar.
Sin embargo, el .300 Weatherby tiene también algunos inconvenientes que no hacen que sea el cartucho ideal para todo el mundo. Al igual que el .300 Holland y antes el .375 Holland en los que está inspirado, exige acciones más largas y pesadas que la estándar. Para desarrollar todo su potencial y quemar su enorme cantidad de pólvora necesita cañones de 65 centímetros como mínimo. Por ello, los Weatherby implican cerrojos y acciones más largas y pesadas y un cañón y rifle más largo. Además, un cartucho muy grueso que apenas permite cargadores de dos a tres balas.
Hacia 1998 se presentó el primer desarrollo popular de los Ultra Magnum por una importante marca comercial y fue el .300 Remington Ultra Magnum, generalmente conocido como .300 RUM. En este nuevo cartucho los ingenieros de Remington no se basaron en una vaina tradicional como la del .300 Holland &Holland, se había hecho para el .300 Win. Mag o el .300 Weatherby.
En vez de ello se basaron en una antigua vaina de gran capacidad, el .404 Jeffery, modificándola poco. Simplemente, adaptándola o agolletándola al calibre .300 o 7,82 milímetros. Tiene el reborde más estrecho que el cartucho, como muchos de los cartuchos que provienen del venerable .404 Jeffery. La capacidad de pólvora de la vaina del .300 RUM superó a la del .300 Weatherby Magnum y en muchas cargas mejora sus prestaciones. Sin embargo, el suministro de munición es muy limitado y ahí es claramente inferior el .300 RUM. Al igual que el anterior requiere acciones más largas, como la del .375 H&H, que las estándar, lo cual encarece y alarga la longitud total de ambos rifles.
Fue presentado en el 2001 en el popular rifle Winchester Modelo 70 que fue el arma más popular del mundo en su momento. También la casa Browning lo presentó en otro popular rifle: el Browning A-Bolt. La popularidad de las dos casas y el enorme interés que se había despertado en armas que pudieran tener un cerrojo corto, como las que disparaban el calibre .308 Winchester, le hicieron tener un gran éxito desde su nacimiento. Este éxito se ha consolidado en estos veinte años de vida y, probablemente, será el ganador de la carrera de los Short Magnums.
El .300 Winchester Short Magnum se presentó como un cartucho nuevo que no se basaba en ningún diseño preexistente. No obstante, algunos entendidos adujeron que su diseño estaba inspirado en el veterano .404 Jeffrey, como varios otros de los nuevos desarrollos. De cualquier manera, ha sido divinamente aceptado por el mercado con su corto casquillo de 53,5 milímetros de longitud. Su cabida en grains de agua, que es como se mide la capacidad de pólvora de un cartucho, es de 77 grains, o sea, unos 5 gramos de agua.
Uno de sus principales puntos fuertes es que este cartucho con su longitud total en torno a 73 milímetros permite usar rifles con acción corta, como los que disparan cualquier cartucho de la familia del .308. Esto permite acortar el largo total rifles entre cinco y siete centímetros. Al acortar cañón y acción, se quita mucho metal que es lo que más pesa en un rifle y se puede reducir el peso entre 200 y 300 gramos.
El .300 WSM se diseñó pensando en igualar las prestaciones del .300 Winchester Magnum en un cartucho más corto y compacto.
Es un diseño sin el «belt», zuncho o reborde, que se ha comprobado que tiene pocas ventajas, pero que, sin embargo, devora el espacio en los cargadores.
En sus cargas estándar las marcas comerciales anuncian disparar una bala de 150 grains que roza los 1.000 m/s. Con la bala de 180 grains la velocidad que anuncian reduce a unos 900 m/s. Estas velocidades son mínimamente superiores –apenas unos pocos m/s más–, que las anunciadas por el .300 Winchester Magnum en un rifle que es más corto y compacto.
Después de este largo análisis nos podríamos preguntar cuáles son las ventajas que nos puede aportar un cartucho magnum sobre uno que no lo es. Si ha tenido la amabilidad de leer estas líneas con atención, muchas de estas ventajas ya se han ido intuyendo. Pero vamos a intentar, como conclusión, resumirlas de una forma clara y concisa.
1.- Los diseños magnum: aumento de velocidad y de la energía teórica, basada en multiplicar la masa de una bala por su velocidad elevada al cuadrado.
2.- Lo anterior aporta trayectorias más planas, lo cual simplifica el tiro a larga distancia, pues permite ser menos exacto en el cálculo de caídas que con un cartucho no magnum.
3.- Ese aumento de velocidad produce mayores probabilidades de causar un shock en su pieza y abatirla en el acto. Aunque el shock es muy discutible.
En mi opinión, indudablemente, sí, querido lector. Igual que antes hemos visto las ventajas que nos puede aportar un magnum, veamos ahora las desventajas que, personalmente, pienso que puede tener un cartucho magnum.
Para mí, la mayor desventaja de un magnum es el aumento de retroceso que proporciona al tirador. Pero no por comodidad. En mi opinión a menor retroceso se consigue agrupar mejor y esto lo he comprobado mil veces personalmente. Y para tirar largo, el factor más importante, en mi opinión, es poder agrupar bien con un rifle que usted ha elegido. De nada nos servirá toda la velocidad y energía del mundo si luego, por su enorme retroceso, no podemos colocar nuestras balas con precisión.
Podemos intentar reducir el retroceso con un freno de boca, pero entonces aumentara muchísimo el rebufo y el ruido y afectara a nuestro oído y sobre todo el de nuestros acompañantes. Este aumento de ruido tampoco colaborará a hacernos tirar mejor.
Esta alta velocidad, además, puede producir sobreexpansiones y separaciones de camisa y núcleo de nuestra bala, que pueden reducir la penetración. Esto se corrige utilizando balas de expansión controlada, especialmente donde esperemos tiros a corta distancia, donde aún conservan su enorme velocidad en boca. Pero no cabe duda que un magnum reduce el espectro de balas que podemos tirar comparado con un no-magnum del mismo calibre.
Los magnum exigen cañones más largos para quemar toda su pólvora y poder desarrollar todo su potencial. Se debe utilizar un mínimo de 65 cm y algunos de los superdiseños necesitan incluso más. Esto conlleva rifles de longitud total muy larga, de 113 a 116 cm y, por ello, pesados, pues lo más pesado de un rifle es, con diferencia, el cañón. Estos rifles largos están muy lejos de lo que para mí es un rifle ideal para moverse en terreno quebrado y difícil de caza en montaña.
Junto con el .300 Winchester Magnum que vimos en su día, hemos hecho una revisión de los .300 Magnum más populares hoy. Hemos reflexionado sobre sus posibles ventajas, pero también hemos visto que esas ventajas tienen un coste. Esto que nos debe hacer pensar si realmente necesitamos estos fenómenos de la velocidad. Pues tal vez, como yo siempre digo, el secreto no esté en el cartucho que elijas.
Tal vez el secreto del éxito esté más en el correcto dominio de tu rifle que en el cartucho que dispara en sí. Creo que el camino correcto no está en volverse loco estudiando en un ordenador tablas teóricas de velocidad, de energía o de rasante. No intente, querido lector, suplir el conocimiento y habilidad de su arma, que solo da una intensa práctica, gastando miles de euros en un rifle con un superanteojo y de un cartucho de altísima velocidad. En mi opinión, creo que camina puede caminar en el sentido incorrecto.
Pienso que el camino correcto puede estar en el intenso uso y la continua practica con tu arma, bien sea cazando y, sobre todo, tirando al blanco. Debes usar, tirar e incluso manosear tu rifle en casa, hasta que sea algo conocido y familiar. Con intensa práctica llegarás a sentir tu rifle como una extensión de tu brazo derecho. Debes dominar su encare, su gatillo, su retroceso y conocer su trayectoria y sus caídas reales tirando con él en un campo de tiro y no mirándolas en un ordenador.
Solo con esa intensa práctica tendrás el conocimiento y la habilidad necesaria para colocar los tiros en el sitio correcto con rapidez, precisión y regularidad, en el estrés de situaciones de caza real. Entonces, querido lector, te darás cuenta de que tal vez tu viejo .30-06 hasta te podía valer.
En un rececho en España no estoy seguro que sean la elección ideal. Querido lector, se le olvida que un rebeco o un corzo difícilmente llegan a 30 kilos y un macho montés malamente va a llegar a 100. Por ello, pienso que la ventaja de poder lanzar una bala pesada de 180 o 200 grains de un .300 Magnum es absolutamente innecesaria para uno de los anteriores animales. Salvo para un gran venado de montaña del norte de España, creo que puede haber elecciones más razonables.
En montería, con tiros a corta distancia y a reses en movimiento, tampoco creo que sea el campo ideal de estos fenómenos de la velocidad. Su alta velocidad puede producir sobreexpansiones y heridas superficiales. Además, salen unos rifles muy largos y pesados, con mucho peso en la boca, que tampoco, en mi humilde opinión, son lo ideal para un rápido tiro de montería.
Pero si hablamos de de caza internacional, revisaremos en qué destinos nos pueden aportar las ventajas que tienen. Pues creo que en este campo es donde puede aportarnos ventajas estos fenómenos de la velocidad.
En Norteamérica brillarán como el sol, por su alcance y potencia. Los animales de las Rocosas, alces, wapitíes, caribúes, grandes osos y difíciles carneros, son pesados y pueden exigir un tiro muy largo y muy difícil.
En Asia también serán una elección ideal. La fauna no es tan pesada, pero los tiros pueden y suelen ser muy largos y difíciles. Aquí es donde un potente .300 Magnum le dará la confianza y el alcance necesarios para ese difícil y complicado tiro.
En África, sin embargo, tampoco creo que sean la solución ideal. Los animales pueden ser muy pesados, pero, en general, las distancias de tiro, salvo excepciones, no son muy largas. A veces incluso son muy cortas, algo por encima o por debajo de los 100 metros. Aquí un cartucho más lento y, por ello, suave de retroceso, pero contundente por peso de bala, tal vez sea una mejor elección. Y los largos rifles necesarios para estos supermágnums tampoco son lo ideal para los rápidos tiros que se suelen hacer en el cerrado bush africano.
Roque Armada | Director de la Escuela de Tiro de Iberalia TV