Tras el duende andalusí en tierras gaditanas
Si su caza a rececho es complicadísima, imagínense la dificultad que entraña abatirlo en movimiento, corriendo a toda velocidad perseguido por los perros. El autor de esta crónica puede dar fe de ello, pues fue testigo de excepción de una interesantísima batida de corzos moriscos en un paraje incomparable como es el Parque Natural de Los Alcornocales, en Cádiz.
Un año más, tras dos décadas desde la vuelta de esta modalidad de caza, las monterías de corzos, o más concretamente las batidas de corzos moriscos en Los Alcornocales, se inician una temporada más. Es el primer lugar de España donde se abre su veda. Un verdadero tesoro de nuestras modalidades de caza.
El pasado 20 de marzo tuvimos la oportunidad de disfrutar de esta modalidad de caza, la batida de corzos, en la finca La Jarda, que con sus 6.231 hectáreas es la más grande de las dos que componen Los Montes Propios de Jerez de la Frontera (la otra es Montifarti, con 820 hectáreas), dentro del Parque Natural de Los Alcornocales.
A las 8.30 horas estábamos citados en la finca La Jarda, acompañando a Juan Carlos Aranda, gran montero y gerente de Athos Safaris, que, aunque reside en Canarias, no duda en venir por estas tierras gaditanas a montear los corzos.
Tras el desayuno y el sorteo de los 30 puestos de la mancha La Gallina, partimos hacia las posturas. El cupo es de dos corzos machos y jabalíes libres. Desde hacía 30 años no se monteaba esta finca, y nos comentan que en ella hay abundancia de corzos.
Ya en el camino a los puestos pudimos comprobar lo bien cuidada que está y los esfuerzos que realizan para mantener una población de corzos moriscos saludable y abundante. Es un espectáculo pasear por el Parque Natural de Los Alcornocales, donde se suceden los escenarios de alcornoques entresacados, el manto de hojas secas de tonos amarillos y ocres, desde donde parten los troncos rojizos de los alcornoques cubiertos, cerrando el cielo con su manto verde… aunque a veces rompe la monotonía una tira de pinos donde se nota la labor de la cuadrilla realizando rozas que dejan tiras de cortafuego. Y precisamente es en una de éstas donde se encuentra nuestro puesto. El día radiante augura una buena jornada de caza.
A las 11.00 horas se procede a la suelta de las rehalas y al instante nos entran tres venados por la derecha, a los que naturalmente dejamos marchar, ya que ese día no tocaba su caza.
Al poco apareció, no sé cómo, una corza a menos de cinco metros de nuestra postura. Se nos había colado como siempre. Y es que estos duendes del bosque se meten encima de uno sin enterarse. Una ladra por la parte baja nos puso en aviso y de pronto apareció el primer corzo macho seguido de los perros y que, con algo de suerte, más que puntería, consiguió abatir Juan Carlos.
Al estar cerca de la suelta, en media hora sobrepasan los perreros la postura, parándose en lo alto de la cresta. Es entonces cuando, a la voz de los rehaleros y conducido por el puntero, un perro cruzado de color blanco, típico de la zona, levanta un corzo que nos sorprende de frente. Intenta hacer un quiebro, pero un certero disparo de Juan Carlos corta su carrera alcanzándole.
Al momento, otro corzo entra por debajo, pero ya el cupo está hecho. Ni tiempo nos dio para ver si era bueno. Las ladras no pararon durante toda la jornada, dando mayor emoción a la batida
El disparo a los corzos es muy difícil, tanto por su velocidad como por su tamaño. Se utilizan principalmente calibres pequeños para su caza en batidas. Es impresionante ver cómo los corzos intentan engañar a los perros cruzando una y otra vez sus rastros para confundirlos.
Ya tenemos el cupo: dos por puesto. Cochinos y zorros es lo que se nos permite tirar, aunque podemos ampliar el cupo, abonando un extra. Ya vienen los perros de vuelta y una cierva se escabulle entre los pinos seguida de una corza que nos cruza por el mismo sitio por donde pasó el segundo corzo.
Una ladra de parada y un disparo de la postura vecina, seguido de unos gruñidos, evidencian que un cochino ha caído. La batida se acaba y nos marchamos de nuevo a la casa de la finca, donde un buen potaje nos espera.
En la junta de carne, siete corzos y un par de cochinos. Muchísimos disparos, cerca de los 150, dan fe de la dificultad de abatir en montería a los corzos moriscos.
La próxima temporada espero volver de nuevo por estas tierras gaditanas para montear a los esquivos corzos andaluces en esta modalidad especial y única.
Su caza en un marco único: Los Alcornocales
La caza en batida de corzos en Andalucía se puede realizar en los cotos que lo tengan aprobado en sus planes técnicos de caza, únicamente del 5 de marzo al 5 de abril. Nunca con más de 25 batidores y de cinco perros por batidor. Aquellos cotos que, pudiendo realizar batidas, renuncien a ellas tienen la opción de solicitar prórroga para la caza a rececho hasta el 25 de mayo.
Esta modalidad se practica en el Parque Natural de Los Alcornocales, que, con una superficie aproximada de 170.000 hectáreas, está situado en el extremo occidental de la Cordillera Bética. Pertenece a la provincia de Cádiz, excepto su borde nororiental, ubicado en la provincia de Málaga. De la primera ocupa parte del territorio de 16 términos municipales (Alcalá de los Gazules, Algar, Algeciras, Arcos de la Frontera, Benalup, Benaocaz, Castellar de la Frontera, El Bosque, Jerez de la Frontera, Jimena de la Frontera, Los Barrios, Medina Sidonia, Prado del Rey, San José del Valle, Tarifa y Ubrique) y uno (Cortes de la Frontera) de la segunda.
Este Parque Natural de Los Alcornocales se encuentra en excelente estado de conservación, siendo el mayor alcornocal de la Península Ibérica y uno de los más importantes del mundo. Excepcionales bosques en galería, formados por especies subtropicales ausentes del continente europeo, se localizan en los denominados “canutos”, valles profundos y estrechos excavados por los ríos, poblados por laurel, rododendro, avellanillo, durillo y aliso, acompañados por acebo y ejemplares de helechos, poco comunes en nuestros bosques.
Los alcornocales a veces se mezclan con acebuches, quejigos, robles melojos… Su matorral está constituido por lentiscos, jaras, brezos, cantuesos, torviscos y majuelos, entre otras especies típicas del clima mediterráneo.
Un ecotipo con rasgos propios
El corzo morisco (Capreolus capreolus garganta, Meunier, 1983) es el típico de esta zona. Presenta ciertos rasgos propios, como la ausencia de babero blanco en el cuello, pequeño tamaño, dimorfismo sexual más acentuado y cráneos más cortos y anchos. Se localizan en las provincias de Cádiz y Málaga y se están expandiendo ya por Granada.
Los corzos moriscos andaluces pesan entre 21 y 26 kilogramos los machos y 18 y 24 las hembras, y su envergadura es de entre 68 y 75 centímetros y 65 y 73, respectivamente. Son los corzos más pequeños de entre todos los europeos y su coloración es uniforme durante todo el año.
Los corzos moriscos de Andalucía pertenecen a una población genéticamente diferente a la del resto de poblaciones ibéricas (esto ha sido ratificado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el VII Congreso Europeo del Corzo, en Jerez, 2005).
La revisión del “Manual CIC sobre la evaluación y medición de los trofeos de caza”, anteriormente conocido como el “Libro Rojo de la CIC”, está en curso con el lanzamiento de la nueva edición prevista para la 61ª Asamblea General de la CIC en Milán. El CIC destaca el reconocimiento, en el nuevo manual de dos nuevas categorías de trofeos para corzo (Capreolus capreolus) con dos nuevos fenotipos: el corzo andaluz (C. c. capreolus, syn. garganta) y el corzo italiano (C. c. italicus).
Cádiz y Málaga, la cuna del morisco
El reconocimiento de estos fenotipos distintos se basa en una gran cantidad de literatura científica y en los estudios disponibles hasta la fecha tanto de Italia como de la comunidad autónoma de Andalucía.
El ecotipo corzo andaluz se produce en las sierras de Cádiz-Málaga y, en particular, en las dos áreas de gestión de Los Alcornocales y Ronda-Grazalema.
Mientras que el nuevo manual del CIC sobre la evaluación y medición de los trofeos de caza reconocerá estas dos categorías separadas de trofeos, los parámetros de medallas serán idénticas a los del corzo europeo común (C. c. capreolus). Esto aumentará el interés internacional sobre esta especie, el corzo morisco o corzo andaluz.
Tradicionalmente, en estas tierras el corzo se cazaba esporádicamente como una especie escasa, aunque no lo era. Fue a mediados de la década de los sesenta del pasado siglo cuando se empezó a tomar conciencia de su importancia cinegética y organizaron batidas serias.
Una vez visto el terreno y con unos 25 ó 30 puestos, dependiendo de las hectáreas a cazar y de la orografía del terreno, que en algunas zonas es verdaderamente duro para montear. Se batía la mancha con unos cuantos perros, podencos de la zona y cruzados, consiguiéndose buenos resultados.
Solían celebrarse durante los meses de marzo (finales) y principios de abril. De un año a otro se reservaban algunas manchas a batir y se dejaban sin cazar para la mejor procreación y conservación de la especie. Así se estuvo cazando hasta los años 80 aproximadamente, cuando dichas batidas se prohibieron.
Gracias a algunos aficionados cazadores del corzo morisco, a partir del año 2000 se volvieron a autorizar las batidas de corzos, con una reglamentación especial y limitadas a la zona del Parque Natural de Los Alcornocales. Muy importante es que en este tipo de caza se mire más el lance que el trofeo, siendo una modalidad de caza muy atractiva por su dificultad, sin olvidar el terreno abrupto donde se realiza. Fincas corceras de prestigio son La Alcaria, La Almoraima, Los Montes Propios de Jerez, La Garganta de Millán, Marrufo, Cardela, Las Piñas (Bolonia), Ojen (Valle de Ojen), La Granja, Zanona, Jautor, Ahojíz, Santa Victoria o Valdespera, entre otras.
Texto: Félix Sánchez Montes
Fotos: Juan Carlos Aranda y autor