Ciclo biológico de la mosca del corzo y sus efectos

Esta miasis o parasitación de las vías respiratorias del corzo se ha extendido en los últimos años por el noroeste de la península y, aunque en algunos foros se afirma que no existen evidencias científicas de que su agente, la mosca Cephenemyia stimulator provoque directamente la muerte de su hospedador, lo cierto es que su aparición coincide con un drástico descenso se sus poblaciones.

Gerardo Pajares nos hace una exposición pormenorizada sobre  el ciclo biológico de la mosca Cephenemyia stimulator  y sobre las que, a su parecer, son las consecuencias para el corzo

MORTANDADES PARASITARIAS DEL CORZO

Desde principios del presente siglo se ha detectado en el noroeste español una notable mortalidad de corzos que ha originado una honda preocupación en el colectivo de cazadores aficionados y, en menor medida, en algunos grupos conservacionistas.

La causa principal de este crack demográfico es la aparición de una enfermedad parasitaria causada por un díptero: Cephenemyia stimulator.

El brote que se detectó inicialmente en Asturias no ha estado exento de polémica. Desde la Asociación del Corzo Español se alertó de su llegada y de la detección de las primeras mortandades. No faltaron grupos que minizaron la importancia y el alcance del proceso.

A la postre, lo cierto es que, conforme avanzaba la enfermedad en los territorios afectados, se detectaba pronto un preocupante descenso demográfico. Las Administraciones competentes, lejos de ponerse manos a la obra y trazar estrategias de gestión y estudio, se han desentendido de esta situación, y ello a pesar de la importancia del corzo como pieza de caza y especie clave sobre la que pivota la conservación del lobo y del que se presume se quiere conservar.

Gracias a los trabajos desarrollados en INVESAGA sabemos que en los años previos al 2000 esta enfermedad estaba ausente en la cordillera Cantábrica. Siete años después su prevalencia serológica en la misma zona había cambiado hasta alcanzar el 36 % de los ejemplares estudiados.

En el año 2014 la cifra de los animales portadores de anticuerpos frente al parásito había ascendido al 60 %. El impacto en las poblaciones ha sido demoledor en estas zonas. En algunos cotos regionales de caza de Asturias los trabajos de campo han demostrado descensos de hasta el 80 % de la población de corzos entre 2009 y 2015.

Como hemos indicado, la enfermedad no estaba presente en la zona de estudio, suponiendo por lo tanto que llegó hasta estos corzos del NW español merced a desafortunadas introducciones de corzos portadores de enfermedad.

A lo largo de la última década del siglo XX se realizaron numerosas reintroducciones de corzos en distintas partes de España y Portugal. Algunas están documentadas, otras fueron sencillamente irregulares. Gran parte de estos corzos provenían de Francia.

En el país vecino está bien acreditada la existencia de esta enfermedad. Por ello cabe pensar que la cefenemiosis que afecta al noroeste español llegó a Asturias a principios del presente siglo con una introducción irregular de corzos desde algún punto de Europa, donde esta enfermedad es endémica.

En la actualidad estamos estudiando el ritmo de expansión de Cephenemyia stimulator en Galicia, Asturias y León; la importancia de los factores ambientales (clima, orografía, etc.); y el tiempo de recuperación desde la detección del brote.

A partir de la información disponible en otros países como Italia, en los que se documentaron mortandades por la misma causa, todo parece indicar que en un plazo de 10 a 15 años el corzo alcanza un estado de equilibrio con el parásito que permite una buena recuperación de sus efectivos.

CICLO BIOLÓGICO CEPHENEMYA STIMULATOR 

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Este díptero se caracteriza porque deposita sus larvas en los ollares de los corzos en lugar de huevos.

Estas larvas pasan por distintas mudas, que se denominan sucesivamente larvas 1 (L1), larvas 2 (L2) y larvas 3 (L3), que se desarrollan dentro de las vías respiratorias altas del corzo. C.stimulator es un parásito específico del corzo que muy rara vez ha sido encontrado en otras especies.

El ciclo biológico se inicia cuando las hembras adultas de C. stimulator depositan las L1 en los ollares de los corzos. Estas, con ayuda del esqueleto cefálico, de los ganchos bucales y de las espinas que rodean sus segmentos, penetran en la mucosa nasal para, posteriormente, migrar a través de los cornetes y senos paranasales.

Las L1 de C. stimulator se localizan en la cavidad nasal, principalmente entre los cornetes y senos paranasales donde, según las condiciones climatológicas, pueden permanecer en diapausa durante el otoño/invierno o continuar su desarrollo a L2 y migrar hacia las coanas, faringe y laringe, siendo estas dos últimas, junto con los recesos nasofaríngeos, las ubicaciones preferentes de las L2 y L3.

En estas localizaciones las larvas se alimentan de mucus y de los fluidos producidos por las células inflamatorias. Una vez que las L3 han madurado, realizan una migración inversa a la que habían realizado las L1 y L2, para salir al exterior a través de los orificios nasales.

Las L3 son lucífugas y se entierran entre la hojarasca para formar la pupa, que se caracteriza por poseer una cubierta gruesa de quitina de unos 0,5 mm de grosor, que protege al imago que se está formando en su interior. Dentro de la pupa se formarán las hembras y los machos de C. stimulator.

Los machos ya poseen semen maduro cuando eclosionan. En las hembras, durante el periodo de pupa se inicia el desarrollo de huevos.

Los ovarios de C. stimulator se atrofian después de que los huevos se hayan transferidos al útero. De este modo las hembras eclosionan albergando en su abdomen los huevos que serán capaces de desarrollar. Al cabo de aproximadamente 14 días, en el abdomen de la hembra grávida se pueden encontrar hasta 500 larvas.

Se cree que las hembras de C. stimulator buscan cobijo durante la fase en que se están desarrollando las larvas. Una vez que estas se han formado, la hembra busca rápidamente un hospedador adecuado para depositarlas.

El potencial reproductor de la hembra está genéticamente determinado. Sin embargo, el número de huevos maduros parece depender de la cantidad y calidad de los nutrientes obtenidos del hospedador.

Los adultos no se alimentan debido a que su aparato bucal está atrofiado, y vuelan preferiblemente en espacios abiertos.

la-mosca-del-corzo-moscaMerced a los estudios realizados sabemos que en NW español los primeros vuelos de estos dípteros tienen lugar a principios del mes de mayo. También se ha observado que el vuelo de los adultos se produce entre las 9 y las 13 de la mañana, siendo su actividad máxima entre las 11 y las 12 horas.

Los machos vuelan alrededor de lugares en los que haya elevaciones, como roquedos, colinas o construcciones artificiales. Cuando se posan lo hacen agrupándose alineados en zonas soleadas y situadas a sotavento. Si el cielo se cubre de nubes se posan, pero reinician su actividad cuando despeja. Además, en estas zonas de reposo se producen las agregaciones, en las que se reúnen entre 25 y 60 machos, aunque pueden llegar a un millar.

En los días cálidos, en las agregaciones, los machos realizan vuelos de termorregulación de forma frecuente, ya que de otro modo se sobrecalientan rápidamente; además, cuando los días son muy calurosos, los machos permanecen cortos periodos de tiempo posados en los lugares de cortejo con el fin de evitar situaciones de estrés térmico. La estrategia de buscar puntos elevados en el campo es algo que se ha visto en todas las regiones en las que se ha estudiado el fenómeno.

En los meses de verano, especialmente en agosto, y coincidiendo con el periodo de máxima actividad de vuelo de los adultos, entre las 11:00 y las 12:00 de la mañana, se producen la mayoría de las cópulas. Tras la cópula, los machos regresan a las zonas de agregación y las hembras se alejan en busca de los corzos en los que realizará la larviposición.

En condiciones de laboratorio, se ha comprobado que las hembras no fecundadas son reacias a volar, en tanto que las fecundadas vuelan entre 8 y 15 horas.

Cuando C. stimulator localiza un corzo vuela a gran velocidad (40 km/h), siendo esta muy superior a la de las moscas comunes (0,4 km/h), mosquitos (3,2 km/h) y tábanos (22,4 km/h).

La hembra de C. stimulator no deposita las L1 en un único hospedador, sino que lo hace sobre varios corzos y en distintos lugares. Esto le permite reducir la competencia entre su progenie, al tiempo que aumenta la posibilidad de que el ciclo continúe al infestar hospedadores con distintos niveles de inmunidad. Se sabe que las moscas son atraídas por las emisiones de CO2 y por feromonas específicas de la especie hospedadora.

Además de esto existe un estímulo visual que permite a la hembra de Cephenemyia reconocer el punto preciso para realizar la larviposición y hacerlo en la especie adecuada, dada la enorme especificidad demostrada en la selección del hospedador y la variedad de especies animales que cohabitan con el corzo. Las moscas grávidas reconocen específicamente el diseño en blanco y negro del hocico del corzo.

Las larvas L1 se activan rápido en contacto con el aire y la temperatura del mamífero, de modo que, mediante este eficiente mecanismo termo-sensorial cuticular, adquieren una elevada motilidad y las L1, en prácticamente unos segundos, se establecen en la cavidad nasal, evitando de esta manera las primeras reacciones defensivas del hospedador, como son los estornudos.

Entre el mes de agosto y febrero las L1 permanecen en estado de latencia, siendo difícilmente detectables a simple vista. Entre el mes de marzo y agosto se produce el ciclo endógeno del parásito.

El sistema inmunitario del corzo es capaz de luchar contra el parásito durante la muda de L1 a L2, momento en el que estas son vulnerables. De forma que la abundancia de L2 y L3 es un fenómeno mediado por las defensas del cérvido. Si estas no están desarrolladas, como es el caso de la primera infestación, es probable que el número de L2 y L3 sea muy elevado, de modo que hay más posibilidades de enfermar y morir.

Esto explica el porqué de la diferencia en la tasa de mortalidad entre las zonas endémicas y aquellas en las que la enfermedad aparece por primera vez.

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EL EFECTO SOBRE LOS CORZOS

Las moscas de Cephenemyia, al acercarse a los corzos para depositar las L1, les causa estrés e inquietud, lo que interfiere negativamente sobre la ingestión y absorción de alimentos.

No obstante, en zonas endémicas se ha observado un cambio en el comportamiento de los corzos, evitando los espacios abiertos en las horas en que las moscas presentan mayor actividad de vuelo y alimentándose en zonas con mayor cubierta vegetal. Cuando detectan la presencia de las moscas, y para evitar que estas depositen las L1 alrededor de sus ollares, los corzos se defienden bajando y sacudiendo la cabeza, estornudando, coceando, e incluso emprenden largas carreras y saltos.

La presencia de los diferentes estados larvarios de C. stimulator en las vías respiratorias altas origina sinusitis, estornudos, descarga nasal, tos, disnea y problemas de deglución. Además, si la intensidad de la infestación es elevada puede producir la muerte de los animales.

No obstante, la gravedad del proceso está íntimamente ligada al número de larvas que alberguen los individuos, calculándose que entre 30 y 80 larvas producen efectos muy negativos en la supervivencia de los corzos, ya que en estas cantidades los animales presentan una pobre condición corporal, debilidad, apatía y escasa vitalidad.

Las larvas de C. stimulator utilizan los ganchos bucales que tienen en el extremo anterior para fijarse e ir abriéndose paso a través de los tejidos, y, junto con las espinas que tienen en sus segmentos y la producción de abundante óxido nítrico, irritan la mucosa nasal y la erosionan, complicándose a veces este proceso con infecciones secundarias.

El aumento de tamaño de las L3 de C. stimulator en los sacos faríngeos produce un incremento de volumen de los mismos y alteraciones histológicas reseñables. El cambio de tamaño llega a ser de aproximadamente 500 veces.

En los animales no infestados, los sacos se observan a ambos lados de la nasofaringe como pequeñas hendiduras u orificios elípticos. Por el contrario, en los corzos afectados la apertura del receso está claramente ensanchada y es circular.

En los sacos faríngeos de corzos intensamente infestados por C. stimulator las larvas se agrupan en forma de piña; la parte anterior de la larva se fija en el interior de la foseta y el extremo posterior se orienta hacia la apertura del receso.

Ocasionalmente se produce aspiración de las larvas de C. stimulator desde los recesos faríngeos al pulmón, produciendo una neumonía que ocasiona la muerte del animal.

LA IMPORTANCIA DEL PARÁSITO EN LA CAZA DEL CORZO 

La bibliografía cinegética española no recoge ninguna descripción histórica de esta afección en los corzos, en tanto que sí lo hace de otra similar que se produce en los ciervos.

Puede ser fruto de nuestra secular desatención al corzo o puede ser que en efecto haya sido una enfermedad ausente en España durante un largo periodo de tiempo. En todo caso sí da la impresión de que el parásito ha ejercido en esta especie, en todo su rango de distribución, una importante influencia.

la-mosca-del-corzo-despiEn especial parece que el comportamiento que tanto incomoda al cazador primaveral de corzos, ese hacerse invisible y frecuentar la espesura durante las horas de luz desde mayo a octubre, bien pudiera deberse a la presión ejercida durante milenios por el díptero, de forma que, incluso ausente, los corzos tienden a conservar la estrategia vital de evitar exponerse al vuelo de las moscas dispuestas a infestarles durante las horas de luz en la fase de vuelo de los insectos adultos.

Con la aparición del parásito este comportamiento se acentúa de forma más que notable, resultando una tarea casi imposible el dar vista a los corzos desde el mes mayo en las zonas afectadas.

La elevada tasa de mortalidad detectada en la mayoría de las zonas de estudio ha originado también el descenso del número de capturas y del tamaño de los trofeos. Las poblaciones remanentes están constituidas por ejemplares jóvenes, y necesitarán algunos años tras su recuperación para poder expresar adecuadamente su capacidad para proporcionar cuernas que tengan valor de trofeo.

La abundancia de corzos previa al brote epidémico descrito ha sido, sin lugar a dudas, una circunstancia que ha favorecido la extensión y agudeza del mismo. Con menos corzos y en mejores condiciones de salud –no hay que olvidar que además de esta oestrosis los corzos presentan otros procesos parasitarios que los debilitan– es probable que el efecto de la epidemia hubiera sido de menor importancia, de ahí que insistamos en llevar una gestión razonable de esta especie con el fin de prevenir nuevas recaídas.

Igualmente, y con el fin de evitar la extensión del proceso a territorios distantes, es necesario considerar la adopción de algunas cautelas en el traslado de los trofeos obtenidos en las zonas afectadas. Dado que en la temporada de caza es previsible que las L3 estén próximas a pupar, sería recomendable el traslado de las cabezas congeladas o previamente cocidas, de manera que las larvas hayan muerto.

Finalmente, es preciso mencionar que el tratamiento farmacológico de los corzos en libertad no es posible ni deseable. En el mejor de los casos tan solo retrasaría lo inevitable, supondría añadir un problema serio de residuos en la carne de caza y otro de contaminación ambiental, por no mencionar el desarrollo de resistencias a los fármacos de interés médico o veterinario.

Gerardo Pajares Bernaldo de Quirós

Dr. en Veterinaria

Ilustraciones: Pablo Capote Urosa

2 Replies to “Ciclo biológico de la mosca del corzo y sus efectos”

  1. Esteban Naturino dice:

    Roberto, mire usted, está comprobado que fue en Asturias donde se introdujeron los corzos franceses sin control sanitario, concretamente en una finca o coto de un señor -que todo el mundo sabe quién es -cerca de Tineo. De allí se expandió hacia el oeste y pasó a Lugo y luego a León por la zona del Bierzo y de allí hacia el Este a toda la Cordillera. A su vez, en Asturias, también se fue expandiendo hacia el Este. Y lo que está claro es que no tiene nada que ver con eso que algunos llaman “sobreabundancia” que, desgraciadamente en España, en pocos sitios se daba.

  2. Roberto dice:

    Solo quisiera poner en duda el origen de la enfermedad en Asturias, mito nacido en acusaciones sin fundamento desde Galicia en el inicio de la enfermedad y que parece ser se ha asentado con el paso del tiempo.
    En Asturias los cotos de caza son sociales, no hay intereses económicos privados y los recursos son de sociedades locales de caza, normalmente muy ajustados, especialmente en zonas de baja población como es el suroccidente asturiano donde se señala el origen del foco, por lo que es harto improbable que una sociedad local no solo acepte tal introducción, sino que tenga recursos para hacerlo.

    La lógica lleva a considerar más probable los cotos privados de León, en su mayor parte esquilmados y sometidos a una gran presión por los intereses económicos de gestores particulares que sí pueden tener interés en conseguir mayores beneficios importando piezas de caza para aumentar número y calidad de las piezas.
    Por ello habría que buscar el origen en los cotos del norte de León limítrofes con el suroccidente asturiano, siendo que la expansión del parásito fué primero y más rápida por todo el norte de León antes de su expansión al resto de Asturias. En mi caso la primera vez que escuché hablar de estas larvas fué en una batida de jabalí cerca de Riaño cuando en los concejos del Valle del Nalón aún no teníamos constancia de ella.

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