Reintroducido gracias a una iniciativa sin precedentes
El bisonte europeo regresa a la Península
Seis de Junio de 2012, ‘día d’. 16 Ejemplares de bisonte Europeo son subidos a dos camiones para viajar 2.000 kilómetros hasta llegar a nuestro país. Concretamente a tres localizaciones: San Cebrián de Mudá, en Palencia, y dos emplazamientos de Asturias.
El objetivo: Conseguir que se reproduzcan y que salgan de la delicadísima situación en la que los humanos sumieron a la especie en 1927, cuando se mató bisonte europea libre en el cáucaso ruso.
El bisonte europeo es el mamífero terrestre más grande de Europa. En peligro de extinción (lista roja de IUCN), cuenta con un plan muy sencillo para la recuperación, basado en la idea de conseguir aumentar su número, unido estrechamente a extenderse a más territorios donde poder hacerlo. Esto, bajo unas normas concretas de desplazamiento, suelta y mantenimiento. Las reglas son sencillas y han nacido de la necesidad extrema. En 1919 moría el último bisonte libre de Europa en Bialowieza, Polonia. En 1927 hacía lo propio el último ejemplar que vivía en libertad en todo el mundo. ¿Supuso esto su fin? Casi.
UN SIGLO DE LUCHA POR LA CONSERVACIÓN. El año 1919 y la desaparición de la especie en Europa se convirtieron en un fuerte revulsivo que dio origen, cuatro años después, a la primera asociación fundada para luchar por la recuperación de un animal de la fauna salvaje que ha formado parte de la historia del hombre. En aquel momento tan sólo quedaba una docena de bisontes en cautividad repartidos en tres zoológicos. Por si fuera poco, los 12 llamados, por razones obvias, “fundadores” se repartían en dos grupos, uno de cuatro hembras y tres machos de subespecie Lowland (planicie, denominados “L”) y otro de cuatro hembras y el único macho vivo de la subespecie Caucasian (montaña, que se conoce como “C”).
Ésos eran los mimbres que manejaron los conservacionistas hace un siglo para intentar evitar el final del bisonte europeo. La responsabilidad de los que trabajaron con el objetivo de que llegara a nuestros días fue enorme, cualquier error habría desembocado en la desaparición de la especie.
Pero no olvidemos que se trata de un animal de bosque que vive en Polonia ¿Qué hace en España? Hace cinco años se creó una iniciativa destinada a ayudar a la especie. Estudiando las características de nuestro país, presentamos un perfil de hábitat muy adecuado para la especie, y así lo han entendido desde Europa, donde nos apoyan incondicionalmente. Somos cazadores y amantes de lo salvaje (tenemos la máxima biodiversidad de Europa porque la hemos conservado). Además, contamos con cuestiones territoriales y coyunturales que abren posibilidades al bisonte e incluso a otras especies de grandes herbívoros silvestres; tenemos gran parte del territorio vallado y potencialmente preparado, y las zonas que no están valladas (grandes zonas salvajes que hay en nuestro país y que no existen en otros países de Europa porque las han liquidado) sufren ahora un deterioro sin precedentes en los últimos 4.000 años debido a la ganadería extensiva, un trágico final para el paisaje y la naturaleza, situación difícilmente reversible. El trinomio edad-fin de ayudas-infravaloración social está terminando con el ganadero extensivo de forma fulminante, todo esto ayudado porque el consumidor final tiene un sustituto y lo acepta, la carne criada en intensivo.
El futuro es, cuando menos, incierto. Esto, añadido a la falta de ganado o de fauna que se alimente de la elevadísima producción vegetal en forma de matorral, aumenta el riesgo y la incidencia del fuego.
RELIQUIA DEL PASADO.
En el año 2012 se cuentan en total unos 4.000 bisontes, cifra que se ha alcanzado tras 90 años de trabajo. La mitad de ellos están en zoológicos. Esta cifra se divide en 2.000 en cada subespecie, lo que significa que la cría cuenta con la mitad de posibles efectivos. Sin duda, la situación sigue siendo peligrosa. Podemos considerar que el bisonte europeo aún siente cerca el aliento de muerte de tantos animales extinguidos de su tiempo, de la noche de los tiempos, animales que nunca volveremos a ver, como el rinoceronte lanudo, el oso de las cavernas, el mamut, el uro, el megalocero (ciervo gigante)… Todos quedaron atrás, pero el bisonte sigue, ahí es donde radica su importancia, ya que históricamente se encuentra al nivel de estos grandes desaparecidos, con la diferencia de que aún está junto a nosotros. Estamos ante una especie emblemática.
Estos bisontes, estas reliquias del pasado que aún pastan, se reproducen, nacen y mueren en tiempo real y no desde una lámina, todos ellos son hijos de 12 “padres”. Tienen una consanguinidad delirante y esto hace que, además de ser pocos, peligren ante enfermedades comunes. La solución es simple, la especie necesita más individuos que se repartan en más localizaciones geográficas, lugares cerrados, abiertos, pequeños o grandes espacios, todo suma. Parece sencillo, pero en la Europa occidental, rango histórico de distribución del bisonte europeo, no lo es. La proliferación de leyes y organismos medioambientales, el impacto, la biodiversidad, tanto forestal, cinegética y del medio rural, la catalogación de espacios en diversos regímenes de conservación, las leyes nacionales, autonómicas, europeas, las normativas locales, todo esto se ha convertido en trabas a la hora de poner en práctica cualquier iniciativa de ayuda al bisonte.
Pero el bisonte lucha desde hace décadas contra la extinción, y los que lo ayudan, también. Bien clasificado en estas leyes que todo lo organizan como ganado, especie protegida, exótica…, se abren huecos y encuentra iniciativas de apoyo, a la espera de mejores tiempos, quizá de leyes más lógicas y dictadas desde el terreno, no tanto desde las ciudades.
EL BISONTE LLEGA A ESPAÑA.
En 2010 se inició el proyecto en San Cebrián de Mudá con ocho ejemplares capturados en Polonia, en plena naturaleza, para establecer el primer núcleo de cría de la Cordillera Cantábrica. La visión de las fotografías y posibilidades de la zona contribuyó a que las entidades responsables de la especie a nivel mundial la seleccionaran como la más adecuada del planeta para expandir la especie. En España ya había bisontes en zoológicos, con un planteamiento de educación y cría (muy válido, como hemos dicho, todo vale para conservar una especie) en Barcelona, Cabárceno, Satillana del Mar, Lacuniacha… Pero a partir de ahora cuenta con tres nuevas oportunidades, con tres planteamientos de futuro muy diferentes y perfectamente válidos:
San Cebrián de Mudá, en Palencia, ofrece el espacio, pero además se beneficia del valor turístico que el bisonte añade a la zona. Los visitantes acuden a ver a los animales y disfrutan de una zona natural de forma guiada, donde se les explica que la especie ha llegado para solucionar los mismos problemas, la despoblación de unos (humanos) y otros (bisontes). Una simbiosis que ha generado esperanza en un lugar en el que el 90 por 100 de los habitantes está jubilado y sus hijos han emigrado…, todos excepto los que han encontrado futuro en el pueblo produciendo biodiversidad. Es una isla en el océano, pues como San Cebrián hay cientos de pueblos en la Cordillera que están sufriendo esta situación. Allí comenzó el proyecto con 20 hectáreas y ahora han preparado otra zona de 200, para seguir siendo pioneros de una restitución completa de fauna prehistórica, probando cómo incide el bisonte en un medio compartido con caballo de prezwalski, onagro y uro.
Las otras dos localizaciones seleccionadas las encontramos en Asturias, donde los últimos bisontes conocidos se encontraban en yacimientos arqueológicos y pinturas realizadas en cuevas. Ambas tienen una característica común, pues nacen de la iniciativa privada. Cerca de Oviedo, con idea de acercar el bisonte a la población, está el centro de cría de Les Folgueres, en Siero, donde han desembarcado cuatro bisontes. La empresa Adarsa, concesionario de Mercedes y Mitsubishi, ha habilitado un pequeño centro de cría por dos razones: filantropía, es decir, por ayudar a una especie en peligro de extinción al conocer el estado en el que se encuentra la especie y, por otra parte, para lograr el mantenimiento y el uso práctico de una finca abandonada. Tras una pequeña inversión, ha aparecido una tercera razón no buscada, la campaña publicitaria que el bisonte ha generado a la empresa. Esta empresa lleva a sus clientes a ver los bisontes mientras hablan con ellos de sus productos, pero van más allá y están pensando en habilitar las instalaciones para que los escolares asturianos vayan conocer a los bisontes. Este lugar sirve de ejemplo a pequeña escala, ya que ha demostrado que un hotel, un pueblo, una empresa…, pueden establecer un centro de cría de bisontes.
En el concejo de Villalón encontramos la otra finca: la Braña de Zapurrel. Consta de un amplio territorio que ha decidido ayudar al bisonte por tres razones: ayudar a una especie en peligro, utilizar una especie que limpie, desbroce, abone y cuide la zona de forma gratuita, continua y no contaminante (cambiando el tractor por los bisontes), y aumentar de forma inmediata la biodiversidad y el patrimonio natural de la propiedad.
Como el territorio cuenta con más de 1.200 hectáreas, de hecho es una finca de caza única en España y en el mundo por las especies con las que cuenta. La iniciativa ha supuesto un impulso de gran importancia para la especie, tal y como observó la profesora Wanda Olech, máxima responsable de la especie en el mundo, en su visita a la Cordillera Cantábrica y a Villayón en mayo de 2011.
Por otra parte, la Administración asturiana está de acuerdo, ha colaborado y se ha conseguido un marco legal para ello. Los proyectos de Zapurrel y San Cebrián cuentan con la ayuda del Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno de España, que ha considerado estratégico y piloto tener esta especie testada en diferentes ámbitos nacionales por si ha de ser utilizada con fines más amplios, y qué mejor sitio que la finca Zapurrel en Villayón, el único lugar del mundo donde conviven en condiciones controladas (en una finca cerrada) la cabra hispánica, el rebeco, el corzo, el jabalí, el muflón y ahora el bisonte.
UNA HERRAMIENTA PARA EL MEDIO RURAL.
Creemos firmemente que el bisonte puede convertirse en un complemento que cambie la dinámica que arrastra al entorno rural hacia este abandono. Puede revertir la tendencia e incluso producir rentas complementarias a actividades ganaderas, turísticas y cinegéticas en zonas rurales. El bisonte es una herramienta, usarla ayuda a una buena causa de interés mundial y al territorio que le ofrece la oportunidad de prosperar.
Nuestra filosofía es sencilla. Procuramos que exista el máximo de razones para criarlo. Ya hemos expuesto cuatro razones: está en peligro y ayudarle es una acción noble y reconocida por la sociedad. Además, gestiona el espacio desbrozando de forma única, puesto que el bisonte necesita entre un 20 y un 30 por 100 de lignina. En este sentido, como anécdota, un ganadero que lleva sus vacas al prado contiguo a Les Folgueres nos dijo sorprendido un día: “Eso que trajísteis aquí no pace, come madera”, en relación a la actividad de los bisontes que se meten en un bosquete de fresnos, sauces y zarzas y allí comen brotes y ramas. La tercera razón en que la especie posibilita un aprovechamiento turístico y esto produce rentas complementarias (en San Cebrián de Mudá, en la reserva donde hay ahora 14 bisontes, se ha contratado a seis trabajadores jóvenes dedicados a los animales y a otros temas relacionados con el espacio natural de la reserva). Por último, está la cuestión del patrimonio, la propiedad aumenta su valor si cuenta con más biodiversidad.
SU CAZA, OPCIÓN DE FUTURO.
¿Se nos ocurre algo más? Pues sí, estamos luchando para conseguir que se cace y se aproveche la carne. Creemos firmemente que si sumamos más razones que justifiquen la cría y proliferación del bisonte, la amenaza de la extinción no será más que un fantasma del pasado para este emblemático animal.
Hemos realizado una propuesta desde la Asociación en España que ha sido aprobada por la Asociación Mundial (que se llama EBCC, European Bison Conservation Center) con el objetivo de considerar unas normas para la caza de estos ejemplares en condiciones que favorezcan a la especie y su conservación. Se trata de unas sencillas normas: se cazarían ejemplares tras el fin de su ciclo reproductivo, sólo en lugares donde la superficie sea lo suficientemente extensa. Asimismo, deberían ser poblaciones que críen nuevos ejemplares, de esta forma el beneficio originado por la caza revertiría en la cadena de cría desde la finca hasta el lugar de origen del bisonte, con lo que la caza directamente incidiría sobre las posibilidades de cría y, por tanto, sobre la conservación del animal.
Por otra parte, un animal cazado al término de su vida reproductiva abre un nuevo hueco para un animal joven, tal y como harían sus depredadores en la naturaleza. De esta forma, el bisonte no sólo es un animal totémico, ancestral o atávico, sino uno muy moderno, presentándose como un aliado clave para problemas muy actuales.
Su biología y alimentación hacen de él un formidable enemigo de la matorralización, con lo que se convierte en el primer recurso que, durante todo el año y de manera gratuita, lucha activamente contra los incendios derivados del abandono rural.
VENTAJAS PARA LA FAUNA CARROÑERA. Por si esto fuera poco, el bisonte se convierte en colaborador directo de la fauna protegida carroñera: buitres, lobos, osos…, ya que cuando un bisonte muere en la naturaleza, la especie se resiente, pero en el sitio donde cae comienza una larga fiesta en su honor. En Zapurrel murió uno de los bisontes que se transportó, estaba enfermo antes de subir al camión, pero la Asociación, compuesta por veterinarios, aceptó el reto de sacarlo adelante. No pudo ser, los problemas que sufría y que no fueron identificados por los veterinarios del parque de origen no permitieron que el animal viviese, pero los 47 buitres que se acercaron al lugar de su muerte quedaron muy agradecidos.
Entendemos que la conservación, protección y recuperación de especies en peligro de extinción pasa por la producción de estos animales dentro del fomento general de la biodiversidad en los territorios donde esto es posible, pero procurando crear una situación que los convierta en una eficiente herramienta de gestión y protección del medio ambiente en el territorio en el que viven. Entonces no tendremos que preocuparnos por el futuro de la especie, sólo por que su gestión sea lo más natural posible. Debemos cambiar el concepto de conservación por el de producción, de esta manera aquél dejará de ser una preocupación, sobre todo en términos económicos.
TEXTO: Fernando MORÁN. Director del Centro de
Conservación del Bisonte Europeo en España (EBCC of Spain).
FOTOS: Jan RAZINSKI y Fernando MORÁN.