La gestión y caza del corzo debe ser una caza sostenible, más si cabe porque, al realizarse mediante recechos, los cazadores podemos elegir qué cazar y cómo. El equilibrio es la clave para que la calidad de nuestro coto mejore y recojamos los frutos a su debido tiempo.
Algunas medidas de gestión, como la caza de ejemplares jóvenes, un cupo de trofeos y la caza selectiva, incluidas las hembras, son fundamentales para mantener un equilibrio en las poblaciones.
En primer lugar, todo coto debe mantener un equilibrio de sexos, en torno de un macho por cada hembra.
En condiciones naturales la proporción de sexos tiende a ser ligeramente desequilibrada a favor de las hembras en razón de su mayor tasa de supervivencia y longevidad. Estas desviaciones nunca son extremas, oscilando entre el 1,1 y el 1,7 en función de las poblaciones.
La realidad que nos encontramos en muchos cotos al llegar abril es una desproporción muy grande de machos con respecto a las hembras, debido a que no se ha realizado una caza de hembras durante el invierno.
En la práctica, nuestra labor de cazador–gestor debe intentar, con una gestión correcta y sostenible, mantener estos valores próximos a 1. De no hacerlo se corre el riesgo de que la población crezca a gran velocidad, llegando a su pico de crecimiento, degradando el medio o viéndose afectado por algunas patologías, en especial las parasitarias.
La caza, a día de hoy, es la única forma de realizar un control planificado.
La forma de saber cuál es la estructura de sexos de nuestro coto es mediante la realización de conteos en el final del invierno, cuando los ejemplares son fácilmente visibles y se distinguen correctamente los sexos por la forma del escudo.
En los machos es oblonga y en las hembras acuminada por la proyección hacia abajo y atrás del pincel vulvar.
Una vez visto que la caza de gestión es fundamental para mantener el equilibrio, nos centramos en las desventajas y ventajas que aporta al medio este equilibrio.
La ventaja más importante consiste en que manteniendo el equilibrio se tarda más en llegar a la capacidad de carga, con lo cual las poblaciones crecen y se recuperan mejor ante excesos de cupos. Cuando no se llega a la capacidad de carga del medio, las poblaciones se encuentran más sanas, dando trofeos mayores y crías con una mortalidad menor.
Por el contrario, el desequilibrio en favor de los machos produce una saturación del medio, comenzará a escasear la comida, lo que da lugar a una reducción del tamaño de los trofeos y el aumento de los problemas de parasitosis.
La conclusión, llegado el mes de abril, es que ya no estamos en el momento de actuar sobre las hembras, por lo que procuraremos actuar sobre los machos, no yendo a cazar solo los trofeos sino gestionando el conjunto de edades de la población.
La pirámide de población en el corzo suele ser en forma de pirámide con un ensanchamiento notable en las edades más jóvenes, ya que la tasa de prolificidad suele estar comprendida entre 1,3 y 1,7.
Si lo que queremos es mantener un equilibrio en las edades de los machos, tenemos que reservar un cupo para machos jóvenes, para machos viejos que ya han dado todo su potencial y también para algún macho de gran calidad.
Con esta perspectiva, definiremos qué es lo que hay que cazar para mejorar el equilibrio de edades entre los machos.
Fijándonos primero en los jóvenes, considerando estos los de edad inferior a los dos años y medio, nos centraremos en saber si nuestro coto está cerca o lejos de la capacidad de carga, para aplicar un método u otro de gestión.
Cuando nos encontramos por debajo de la capacidad de carga, nos centraremos en dejar los que presenten buenas características y queramos conservar como trofeos. Con el tiempo conseguiremos que estos individuos sean los adultos del coto, contribuyendo a una mejora de la calidad. Debemos fijar algún cupo para ir eliminando jóvenes con retrasos en el desarrollo o defectos claros en sus cuernas.
En el caso de encontrarnos por encima de la capacidad de carga, el esfuerzo se tiene que centrar en la reducción drástica de la población: se deberá actuar sobre todo tipo de machos jóvenes.
Habitualmente, los machos jóvenes durante el celo son echados fuera de los dominios de los grandes, convirtiéndose en la punta de lanza de nuevas poblaciones que transmitirán su descendencia. Para conseguir mejorar la calidad habrá que perseguir mantener los individuos mejor dotados de cada temporada.
La forma de realizarlo será mediante la gestión de los guardas o gestores, mejores conocedores de los individuos de la población a la que nos enfrentamos.
Continuando con los machos de mayor edad, comprendidos de tres años en adelante, debemos asegurar que no solamente cazamos los que mejor trofeo porten, sin distinguir su edad, ya que, por lo general, estaremos reduciendo tempranamente la oportunidad de establecer un patrón de calidad en el coto.
La observación en el campo durante los períodos en los que no hay caza, principalmente durante la formación de la cuerna y cuando se están formando los grupos familiares, nos permite diferenciar si los machos adultos son más o menos jóvenes.
La clave es llegar a elegir los trofeos de gran calidad entre individuos de al menos cinco o seis años de edad, evitando la caza de machos de tres a cinco años aun portando buenas cornamentas.
Esto se consigue diferenciándolos en el campo, estando muchas horas con los prismáticos buscando sus patrones característicos.
Los rasgos que nos permiten diferenciar un corzo adulto de otro más joven son:
Los viejos tendrán un cuello más ancho, con una frente acarnerada. El perfil del cuerpo tendrá una grupa caída y se observará un pincel peniano abundante. En general, la silueta será la de un cuerpo más macizo y de reflejos rojizos.
Normalmente su comportamiento es más arisco y escurridizo, frecuentando la misma querencia, de lugares protegidos con acceso a agua y comida. De frente podemos observar que las rosetas se inclinan hacia el exterior.
En conclusión, para mejorar la ratio de sexos y el equilibrio de edades de nuestro coto tenemos que ir modificando las pautas de caza que habitualmente tenemos, dejando de tirar a todo lo que tenga seis puntas, centrándonos en conseguir los machos más viejos y recuperar la caza de hembras y de jóvenes.
Juan Arce Aliseda.
Ingeniero técnico agrícola