Al sacarlas del armero para guardarlas en sus fundas, antes de salir de caza, al regresar al domicilio y especialmente cuando las limpiamos, estaremos “armados” en casa. Los accidentes que ocurren en el hogar mientras manipulamos armas de caza son escasos, pero cuando se producen suelen tener graves consecuencias. Es necesario extremar la precaución.
Los accidentes en el hogar con armas de fuego suelen producirse porque durante la cacería se nos olvidó descargar bien el rifle o la escopeta y quedó en el arma algún cartucho en la recámara o en el cargador, de modo que al manipularla ésta se dispara.
Pero también los niños u otras personas autorizadas son en ocasiones los protagonistas de algún disparo que se ha escapado en el domicilio por no haber guardado en un lugar seguro o con el mecanismo de percusión desactivado el arma.
Por esta razón, en el hogar y, en general, en cualquier escenario, aunque estemos seguros de que están descargadas, las armas siempre se deben manipular como si estuvieran listas para ser disparadas y se deben guardar de forma segura y alejadas de la munición para que nadie que no esté autorizado pueda manipularlas ni cargarlas.
La seguridad debe comenzar en el campo Es muy difícil que en una armería nos proporcionen un arma cargada que hemos comprado o reparado, pero no es tan difícil dejarla cargada después de cazar, por lo que debemos comprobar que no lo está antes de guardarla en el coche, siempre en el maletero, en su funda o maletín.
Sobre todo con los modernos rifles que poseen tensores del mecanismo de disparo, de modo que éstos se pueden llevar con total seguridad con un cartucho en la recámara mientras no se active el mecanismo, más de un cazador ha terminado la montería o el rececho y se ha olvidado del cartucho que tenía la recámara, por lo que el rifle ha llegado alimentado a casa.
Este “olvido” también se suele producir cuando tenemos que interrumpir la cacería de modo urgente por cualquier causa, como que se ponga a llover o recibamos una llamada urgente que nos obligue a suspenderla.
Más frecuente es que queden cartuchos en los cargadores por olvido o bien porque de forma imprudente no se descarga porque no vemos por estar cazando de noche o porque viene el postor a recogernos y tenemos que recoger rápido, por ejemplo.
Por otro lado, en las armas semiautomáticas y las que tienen cargadores fijos, que se descargan accionando el cerrojo del rifle o de escopeta, también puede quedar un cartucho en el cargador o en la recámara si después de accionar el cierre no comprobamos, con éste abierto y retenido, que estén completamente descargadas, observando la teja elevadora del cargador y la recámara.
Tenga en cuenta el lector, y quien escribe estas líneas así lo presenció, que, aunque accionemos el cierre, puede quedar en la recámara un cartucho porque esté averiada o sucia la uña extractora o defectuoso el culote del cartucho, razón por la que siempre se debe comprobar visualmente que la recámara está vacía y, una vez hecho esto, relajar el mecanismo de percusión o, mejor aún, disparar la escopeta o rifle en vacío hacia un lugar seguro.
Es, efectivamente, perjudicial para el arma dispararla reiteradas veces en vacío, pero por hacerlo de vez en cuando con armas de fuego central cuando se termina de cazar, no pasa nada, a diferencia de las de fuego anular (las del calibte .17 HMR; .22 Long Rifle ó .22 Magnum), que sí se deben descargar manualmente porque si las disparamos en vacío se puede dañar la aguja percutora.
Muy buena idea es llevar en la mochila o estuche un falso cartucho “aliviamuelles” para disparar el arma después de utilizarla porque así nos aseguraremos de que no está cargada y que, además, no sufrirá la aguja percutora.
CÓMO MANEJAR LAS ARMAS DE FUEGO EN EL DOMICILIO
Una vez en el domicilio y aunque estemos seguros de que las hemos descargado bien en el campo, antes de guardarlas o limpiarlas conviene volver a comprobar que estén descargadas. “Más vale prevenir que curar”, dice el refrán.
Por ley, los españoles estamos obligados a guardar los rifles en un armero homologado. Sólo los rifles, no los cartuchos, que, por seguridad, deben guardarse en otro lugar, alejados de las armas.
Las escopetas, sin embargo, no es necesario guardarlas dentro de un armero, aunque sería el sitio más idóneo para mantenerlas alejadas a salvo de que no las manipule nadie que no esté autorizado a hacerlo.
No obstante, si no queremos utilizar un armero, lo mejor es guardarlas en un lugar seguro, desmontadas en el caso de que se puedan desmontar fácilmente o armadas pero en un estuche con cerradura o inutilizadas con un candado de seguridad.
Existen dos tipos básicos de candados de seguridad para armas que cierran y abren con llaves o con cerraduras con combinación: los que se colocan en el guardamonte e impiden que se pueda accionar el gatillo y los que poseen un lazo que impiden que se accione el cierre (porque se interpone entre la acción el cerrojo).
Estos candados se pueden comprar e incluso los regalan los fabricantes de armas con sus escopetas y rifles, como por ejemplo Remington, Browning, Weatherby, Ruger… Son muy útiles para mantener inutilizadas las armas en el domicilio y también cuando viajamos en los hoteles y casas rurales donde nos hospedamos.
Hay fabricantes que incluso entregan sus modelos de rifles o escopetas en estuches con cerradura junto con accesorios, entre los que suele figurar un candado de seguridad, caso por ejemplo de Browning.
Los maletines especiales con cerraduras de seguridad también son útiles cuando viajamos, además de obligatorios en los desplazamientos en avión.
EL MANEJO DE CUCHILLOS Y OTRAS ARMAS BLANCAS
Si practicamos la caza mayor, lo más seguro es que, además de rifle, utilicemos cuchillos de caza de remate, desolladores o incluso hachas.
No disparan, pero cortan y pueden ocasionar serias lesiones, por lo que, después de limpiarlos con cuidado, se deben guardar en sus fundas en lugares seguros, como por ejemplo dentro del armero donde tenemos los rifles.
También debemos tener en cuenta como medida de seguridad no guardar en una mochila un cuchillo u otra herramienta cortante, una precaución lógica, además de muy saludable. No sólo podemos cortarnos al ir a cogerla, sino que, si nos caemos, podemos clavarnos la hoja si no está enfundada.
LA MUNICIÓN A BUEN RECAUDO
El punto más peligroso de un cartucho es su pistón, pues si éste recibe un golpe, puede detonar y encender la carga de pólvora. Sin embargo, a diferencia de lo que creen las personas que no están acostumbradas a manejar cartuchería, las municiones modernas que utilizan las escopetas y rifles son completamente seguras.
Incluso si una caja de cartuchos se cae al suelo o se golpea violentamente, el único problema que puede ocurrir es que los cartuchos se bollen y luego no entren en la recámara del arma. De hecho, se pueden portar sin peligro en los bolsillos o sueltos en la mochila y manipular con total tranquilidad.
Sin embargo, en el domicilio y en cualquier lugar, los cartuchos se deben mantener alejados de dos fuentes de peligro:
- El calor, que como mínimo los deteriora y puede hacer peligroso su uso al dispararlos
- Los niños, que, con su habilidad para explorarlo todo, pueden terminar golpeando con fuerza el pistón con algún objeto punzante y sufrir un grave accidente.
Almacenar cartuchos cerca de estufas, chimeneas, etc. o al alcance de los niños es una temeridad.
La mejor forma de guardar la munición es almacenarla en muebles o cajas fuertes (sin armas) a temperatura ambiente y aislados de la humedad, en sus cajas originales o bien en cajas plásticas especiales para guardar cartuchos, de venta en el comercio especializado.
¿Y si algún día nos da falta, es decir, el arma percute pero no dispara un cartucho? Pues si no sabemos desmontarlo, lo mejor es dárselo a nuestro armero para que él lo desactive.
La posesión de armas es un tema delicado y que debe de seguir unas medidas de seguridad. Claramente, no se pueden tener sin más en el hogar, como si se tratase de un jarrón. Los consejos que se dan aquí son perfectos para poder mantener a buen recaudo estos objetos y evitar ciertos problemas que se puedan ocasionar. Gracias por compartir.