La aparición en el pecho del Pointer de un “colgajo” de piel con un tamaño considerable es uno de los problemas de salud más frecuentes en esta raza. A esta patología se la denomina cayo esternal y, normalmente, no suele tener mayor relevancia que la estética.
Se trata de placas de aspecto redondo u ovalado que se forman en el esternón, justo donde apoya contra el suelo. Es una patología de la piel considerada un defecto de queratinización, es decir, aumenta la queratina en los estratos de la piel dándole un aspecto prominente, duro y rugoso.
Los cayos más frecuentes, y también más grandes, se producen en la zona esternal, pero pueden aparecer en cualquier otro sitio en el que un área dura y ósea contacte con el suelo frecuentemente. Por ello, no es raro que aparezcan en las prominencias de los huesos de la cadera, o en los huesos del tarso (los corvejones).
La aparición de este problema en estos puntos concretos induce a pensar que su origen se debe a que la piel de estas zonas sufre traumatismos cada vez que el perro se tumba.
Precisamente, en estas zonas la piel se ve expuesta a más presión de la habitual cuando el perro se tumba, ya que apenas tiene tejido subcutáneo, que es el que permite “amortiguar” el peso del animal. Ello provoca isquemia (falta de irrigación sanguínea) e inflamación, y la respuesta natural de la piel es la hiperqueratinización como medida de protección.
ALGO “NORMAL”
Casi todos los perros presentan cayos, más o menos grandes, a nivel de los codos. En algunos son bilaterales y en otros sólo aparecen en un codo, dependiendo de la tendencia del perro a tumbarse sobre los dos lados o sobre uno.
En cambio, los cayos esternales los vemos de manera muy frecuente en los perros en los que confluyen determinadas circunstancias. La primera de ellas es el pelo.
El pelo es un factor muy importante de protección de la piel, por lo que los cayos se dan con mayor frecuencia en los perros de pelo muy corto, como el pointer, y son muy raros en los perros de pelo denso o largo.
Tienden a ser más frecuentes cuanto más grande es el perro, ya que la isquemia de la piel es mayor que en los perros de mayor tamaño. Por lo tanto, el peso es el siguiente factor a considerar. También tiene mucha importancia el lugar donde el perro se tumba o duerme.
Los suelos duros y abrasivos, muy especialmente el cemento, ladrillo o madera, tienden a formar muchos más cayos que los suelos blandos. Por ello, los perros que viven en perrera son los que más padecen este problema. Los que se encuentran en pisos, especialmente si el suelo en el que viven tiene muchas alfombras o esta enmoquetado, suelen librarse de ello.
También parece que los perros de colores que llamamos sólidos, es decir, uniformes, sin manchas, especialmente negros, marrones o blancos, son más delicados de piel y, por lo tanto, más predispuestos a padecer este problema.