Un lector nos remite la siguiente pregunta:
«Tengo una perrita de 2 años y medio que se quedó preñada en un descuido. La llevamos al veterinario y le pusieron una inyección para no tener camada. El asunto es que un segundo perro la volvió a cubrir después, por lo que quería saber si sus crías iban a salir de él o del anterior perro que por descuido la montó».
En primer lugar tengo que decir que una perra que es cubierta por varios perros puede tener cachorros de los diferentes machos. Desde el punto de vista de la naturaleza esto sería lo más normal, ya que contribuiría a una mayor diversidad genética.
En la actualidad apenas hay perros «callejeros»; pero cuando era niño, en los pueblos era lo más común. Sabíamos cuándo una perra estaba en celo porque la seguían constantemente una cohorte de machos de la zona, y probablemente más de uno la cubriría.
Entonces las camadas eran muy diversas, correspondiendo a la diversidad de los padres que las producían. Por lo tanto, una perra se puede quedar gestante de diferentes machos.
En la actualidad dominan los perros de raza, para lo cual el dueño se preocupa que un solo macho –normalmente de la misma raza que la hembra– cumpla la función reproductiva. Con ello se sabe con seguridad quién es el padre y los genes que aporta. Esto es lo que se conoce como la selección genética y el origen de las razas que conocemos actualmente.
Por otra parte hay que conocer el tipo de anticonceptivo que se ha utilizado. Esto me permite profundizar en los métodos que utilizamos en veterinaria para evitar las gestaciones en las perras.
Desde hace algún tiempo los veterinarios disponemos de un tratamiento eficaz para evitar que la gestación en una perra llegue a término, sin que suponga un alto riesgo para la madre y no le afecte de manera sensible para poder concebir otra camada más adelante.
La molécula en cuestión se denomina aglepristona y la comercializa en España el laboratorio Virbac con el nombre de Alizin®. El Alizin es un producto inyectable, de consistencia oleosa, transparente y de color amarillento, que viene en viales de 10 ml.
Está indicado precisamente para provocar el aborto en perras antes del día 45 de la gestación (la gestación en una perra es de 60 días). El protocolo de administración es de dos inyecciones, espaciadas 24 horas.
El mecanismo de actuación de este producto se basa en la competencia con una hormona, la progesterona, por los receptores uterinos. La progesterona tiene una función primordial en la gestación. Los niveles de progesterona aumentan en el momento de celo, comenzando a preparar al útero –concretamente a sus células– para una posible implantación de embriones.
Después de la fecundación, la progesterona controla las secreciones uterinas que alimentan al embrión e inhibe las contracciones uterinas durante los 60-65 días que dura la gestación.
La aglepristona es lo que llamamos una antihormona, ya que compite con la hormona de la progesterona por los receptores uterinos y evita que dicha hormona haga su trabajo de llevar adelante la gestación. Con ello se consigue que el animal aborte.
En el caso de una cubrición indeseada, se debe aplicar este producto, siguiendo las pautas del laboratorio, en el momento en que la perra termine el celo.
En la práctica se constata que el producto es más efectivo cuanto antes se utilice. Es decir, si una perra está en pleno celo y observamos que un perro la cubre, el momento idóneo de aplicarle la medicación es nada más terminar el mismo. Cuanto más avanzada esté la gestación, hay más probabilidades de que el aborto no sea completo.
Si este producto se aplica durante el celo y la perra vuelve a ser montada después de su aplicación, la probabilidad de gestación es elevada.
Aprovecho para comentar que este método de evitar la concepción no está exento de algunos problemas. Como muchas medicaciones, la aplicación de aglepristona puede tener reacciones adversas, entre las que figuran
En las perras a las que se aplica la medicación, después de los 20 días de la fecundación pueden aparecer
Pero, además, en un número de perras la expulsión de fetos no es total y pueden dar a luz a algún cachorro, a pesar del tratamiento y para decepción tanto del dueño como del veterinario.
También hay que tener en cuenta que, tras aplicar la medicación, el siguiente celo se adelanta entre 1-3 meses, es decir, entrará en celo antes de lo previsto, a veces poco después de aplicar el tratamiento.
Un punto importante es que, en estudios de campo, un 3,4 % de las perras tratadas desarrollaron una infección uterina. Este asunto tiene relevancia si la perra interesa como reproductora, ya que una perra con infección en el aparato reproductor es muy difícil que se quede en gestación.
Por ello, en reproductoras de alto valor, hay que ponderar si es mejor utilizar el abortivo o evitar riesgos y dejar que lleven adelante la gestación.
Una perra puede tener una camada que proviene de varios machos, siendo hermanos de madre pero no de padre. Es muy posible que, en este caso, se haya utilizado Alizin como tratamiento abortivo.
Si este producto se utiliza durante el celo y después de las dos inyecciones que hay que administrar a la perra la vuelve a cubrir un macho, es muy posible que la perra se pueda quedar en gestación.
Por ello, y por las indicaciones que nos remite nuestro lector, es muy posible que la perra se pueda quedar en gestación a pesar del tratamiento. No es seguro que los cachorros nacidos provengan del primer padre, pero es muy probable que lo sean del segundo.
Juan J. García Estévez
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