A inicios del siglo XX, cuando los clubes de las raza se encontraban definiendo y refinando el aspecto y estilo de caza de sus perros, debía tomarse una decisión: ¿permitir a los criadores “modernizar” sus líneas a través de la selección de perros más pequeños, ligeros y rápidos o esforzarse en mantener su antigua y más clásica forma y estilo de caza? En 1919 el Club du Braque Français se decantó por asumir un ambicioso reto: se esforzarían al máximo para conseguir ambos objetivos. ¡Y vaya si lo lograron!
Hay una cierta tendencia por parte de los historiadores de razas caninas en enfatizar el origen español de los perros de muestra. En la historia del pointer inglés y del braco alemán se muestra la evidencia de que los perros españoles fueron los mayores contribuyentes en sus constituciones. Pero lo que se pasa por alto es el hecho de que todos los perros de muestra provienen de una región que abarca ambas partes de Los Pirineos, incluidas zonas de la actual Francia.
Durante el temprano desarrollo de las razas de muestra, entre los siglos XIII y XVI, los monarcas franceses regían en el lugar de nacimiento de los perros de muestra, el Reino de Navarra. La región solo fue devuelta a España en el siglo XVI, e incluso entonces, la zona norte de Los Pirineos se mantuvo bajo el control francés y, finalmente, se convirtió en parte de Francia.
Por ello, uno puede argumentar que los perros franceses contribuyeron tanto o más que los perros españoles en la formación de las razas de muestra con las que contamos hoy en día.
Un ejemplo de ello lo encontramos en Jean Castaing, que explica que los perros de la zona se denominaban perros de punta franceses, españoles o navarros, dependiendo de la persona con la que se hablase de ellos: Los nombres de los perros encajan perfectamente bien en cada país, pero es obvio que la raza viene de Navarra y que se dispersó a ambos lados del país, que es el núcleo.
La prueba es que hasta nuestros días (1960) al pie de ambos lados de Los Pirineos se han mantenido los tipos de bracos mas puros, casi sin selección, como un producto local de la zona.
Más al sur se estableció el perdiguero de Burgos, que mantiene un gran parecido. Y más al norte, en nuestro país, se formaron las diferentes razas que derivaron de él (Jean Castaing, Les Chiens d’Arrêt, 101).
Castaing se refería a los clásicos perros de muestra del sur, grandes con pelo corto y de color blanco-marrón, orejas largas y piel desprendida. Como perros de caza menor estaban muy considerados por los cazadores franceses y renombrados por su habilidad para trabajar todo el día, especialmente con calor y en regiones áridas.
Cazaban con el estilo clásico que ha demostrado ser tan valioso para los cazadores durante siglos: Los antiguos bracos buscaban despacio, siempre al trote, incluso caminando a veces. Pero con frecuencia cazaban toda la jornada, durante días, bajo el sol abrasador, en terreno rocoso lleno de matorral espinoso, con colinas y cortado en pequeñas parcelas separadas por setos.
En invierno se afanaban en el pegajoso barro en los terrenos pantanosos, en los bosques ahogados por las zarzas. ¿Cómo pudieron construir estos perros si no con el criterio de soldados de batalla? Si hubieran sido caballos, estarían más cerca de un percherón que de un ganador de la carrera de Chantilly.
Durante muchos años, los “bracos del país”, como se les llamaba con frecuencia, eran muy comunes en gran parte de Francia. Cuando una pequeña población de ellos se quedó asilada y cambió su apariencia y estilo de caza, se desarrollaron en variedades regionales y eventualmente en razas separadas.
Pero las razas inglesas llegaron a mediados y finales del siglo XIX y el tipo antiguo de braco volvió a su lugar de origen, el sur de Francia, donde el estilo de caza tradicional todavía se mantenía.
A medida que creció el interés en los perros de muestra clásicos, rústicos y de caza a corta distancia, a principios de la década del siglo XX, una especie de movimiento en contra empezó a desarrollarse en Francia. Pero para entonces dos tipos distintos de los antiguos bracos habían emergido.
Por un lado existían perros criados por padres y abuelos, pero también había perros criados por cazadores que buscaban canes más rápidos y de mayor recorrido que los de la versión clásica del braco que pudiesen competir con otras razas de muestra en las pruebas de trabajo.
Cuando se constituyó el club en 1919, era obvio que debía tomarse una decisión. ¿Qué versión apoyaría el club? ¿Debería la raza, a la que ya se le había dado el nombre de braco francés, conservar su antiguo aspecto rústico y su estilo de caza… o debería de “modernizarse” a una versión más ligera y rápida?
El presidente y fundador del club, el Dr. Castets, pensaba que las cosas habían ido demasiado lejos y que el braco francés debía mantenerse cerca del tipo clásico en términos de tamaño y estilo de caza. Otros, liderados por Senac-Legrande, que sucedió al Dr. Castets en la presidencia, insistió en que los esfuerzos en criar perros más modernos debían continuar.
El debate no era exclusivo del braco francés. En aquel momento, conservadores y progresistas se encontraban divididos en todos los clubes. Pero el Club del Braco Francés llegó a una solución única: seguirían los dos caminos y establecerían dos estándares.
Uno para perros de aspecto y forma de trabajo más clásico y otro que permitiese perros más pequeños y con menos hueso, que eran seleccionados para cazar a mayor distancia, pues eran más rápidos. Como todas las razas francesas, el braco francés pasó por momentos difíciles durante la II Guerra Mundial.
Su población disminuyó y algunas líneas desaparecieron completamente. La raza no consiguió levantarse hasta la década de los 60, y hasta 1967 no se reconocieron los dos estándares.
En 1975, a los dos tipos de braco francés, hasta entonces conocidos como “el grande” y “el pequeño”, se les denominó oficialmente gascón y pirenaico.
En la actualidad, el tipo pirenaico es el braco más popular en Francia, con una media cercana a los 600 cachorros nacidos cada año. También cuenta con un grupo de pequeños pero devotos seguidores en Canadá y Estados Unidos.
Por otro lado, el tipo gascón es todavía bastante raro. Aunque ha ganado popularidad en los últimos años, tan solo se producen unas pocas docenas de cachorros cada año, casi todos en Francia. Los dos tipos se han modificado desde que el club apareció y ambos son más ligeros y rápidos que en el pasado.
En particular, el tipo pirenaico continúa modernizándose. Algunos perros se aproximan a la velocidad y distancia de los pointers e incluso su aspecto se acerca al de un pointer, especialmente la cabeza, lo que revela una clara conexión británica.