El pasado 20 de marzo hemos vivido algo histórico en Madrid. Más de 400.000 personas llenamos casi 6 kilómetros del Paseo de la Castellana, desde el Ministerio de Agricultura hasta el de Transición Ecológica, en defensa del mundo rural, un mundo del cual provenimos todos, aunque algunos no quieran verlo, imagino que cegados por el dinero de los lobbies que nos sangran a conciencia día tras día, que lastran nuestra economía y que llenan de miseria los pueblos y de plagas los campos. Sí, esos lobbies que poco o nada saben qué es el campo, pero es que tampoco les interesa, sólo les interesa poner la mano para recibir el dinero del Estado y es que desde la ventana de la ciudad es muy fácil prohibir la caza del lobo, prohibir la cría de animales y obligar a castrar a nuestros perros, entre otras muchas cosas y es que cuando hay dinero de por medio se defiende hasta lo indefendible.
¿Por qué quieren acabar con la economía rural? ¿Por qué quieren acabar con la caza, las tradiciones y con la cultura de nuestro pueblo? ¿Por qué quieren evitar que seamos autosuficientes? ¿Por qué nos criminalizan?
Basta ya de mentiras y basta de dividirnos. Esto no se trata de ciudad o mundo rural, se trata de unir nuestras diferencias y avanzar juntos. Sin el mundo rural, la ciudad no come, pero sin la ciudad no se avanza. No se pueden hacer leyes y tomar decisiones partidistas y sectarias desde la ciudad para con el campo sin escuchar a los pueblos, a la gente que vive del campo, a los cazadores. A quién mejor que a ellos, que conocen las especies y velan cada día por su conservación, para escucharles y apoyarles, porque sin ellos, querido míos, estamos ante una civilización perdida entre asfalto y escombros, porque si se sigue adelante con estas políticas anticaza y animalistas no nos va a quedar nada más que ruina.
¿Acaso no será mejor tomar la palabra de quién convive en el medio rural? ¿No será mejor escuchar al ganadero antes de prohibir a la ligera la caza del lobo? Desde luego, no van a permitir que sus hijos se mueran de hambre cuando el lobo les mata sus cabezas de ganado. ¿Acaso no sabrá el cazador mejor que nadie los problemas de conservación de su coto?
Basta ya de escuchar a ignorantes, ya que bien sabido es que la ignorancia es atrevida y, sobre todo, hay que poner fin a los riegos de caudales públicos con los que se cubren de oro a los lobbies sin argumentos que no conocen el campo, que no saben nada acerca del lobo, que poco o nada conocen de nuestra historia, y que mucho menos entienden que, gracias a la actividad cinegética y la regulación, hay conservación. Si no, es imposible.
España, pese a quién le pese, tiene un motor económico rural poderosísimo: la agricultura, la ganadería, la caza y la tauromaquia mueven mucho dinero, generan empleo y riqueza, y ya va siendo hora de que recuperemos la libertad, esa libertad que nos llevan robando años y que está asfixiando a los pueblos y a su gente. ¡Viva el mundo rural, viva la caza y viva la libertad!
Daniel Cantero