En respuesta al artículo publicado recientemente en el periódico El Confidencial titulado: “De coto de caza, al mayor vedado de Europa: cómo vivir en el campo respetándolo”, que se publicó el día 2 de junio del presente año y en otros periódicos de tirada nacional, con el mismo argumento, quería hacerles llegar este artículo de opinión.
Escandalizado por el asalto a los medios de la nueva fundación de los Duques de Siruela, la última ocurrencia de Inka y Jacobo –quienes se erigen en valedores de la dehesa salmantina y en protectores del lobo, frente a los desalmados cazadores y aprovechados ganaderos a los que nos demonizan y atacan–, quería elevar desde estas líneas mi defensa de nuestro campo charro, al que amamos y defendemos desde hace generaciones. Pues Dios nos libre de los ricos ociosos, que se dedican a buscar “causas” para estar entretenidos y devolver a la sociedad el terrible peso que representa llevar sobre sus espaldas el legado de los Alba, estos “pijos progres” enraizados con la cultura woke medioambientalista que no se aguantan ni a sí mismos, no tuvieron mejor ocurrencia que huir de la campiña catalana para venir a refugiarse de sus propias rarezas a sus predios salmantinos.
Los lobos matan a los matines que cumplen con su función, ocasionando a los dueños una pérdida irreparable. Foto: Isidro Borrego.
La verdad es que ni son ganaderos ni medioambientalistas ni protectores de nada. Llegaron a nuestra tierra y prohibieron la caza en sus fincas. Al principio cortaron caminos y servidumbres que luego tuvieron que restituir y dotaron al latifundio de un sinfín de “cámaras espías”, además de una empresa de seguridad para la protección de ambos vedados, generando no pocos conflictos con ganaderos y agricultores del entorno por el impacto que representa el creciente número de jabalíes y lobos que cruzan las lindes del coto por las noches, en busca de sustento.
Utilizan los mismos mantras y datos camuflados de los voceros prolobos, en el programa de televisión de la Sexta, donde Inka, “la Condesa adoradora del dios Airhón”, defendía al cánido, dando datos falsos, como, por ejemplo, que el lobo sólo causa el 0,01 % de tasa de mortalidad (incluidas las muertes por enfermedad) sobre todas las muertes de ganado a nivel nacional, mezclando churras y merinas, pero a quien pretenden engañar…
También argumentaba en el programa la “progre” Condesa de Siruela que los pagos por indemnizaciones son rápidos y elevados, otra grandísima mentira que conocemos bien en esta comunidad autónoma, donde no llegan las ayudas del MITECO, ni a las predaciones directas, ni a las inversiones para métodos disuasorios.
Becerro devorado por los lobos en el término salamantino de Chagarcía Medianero. Foto: Isidro Borrego.
Y sí, al contrario de lo que decía el líder de Ascel –otro prolobo que salía en el mismo programa de televisión, que es conocido por todos nosotros por su sectarismo y mentiras–, la población ha crecido, a pesar de que el MITECO ha intentado engañar a la Comisión Europea con los datos trucados del censo 2012/2014 donde se cesaron 287 manadas, lo que hemos contrarrestado después de consolidar los últimos conteos de las diferentes comunidades autónomas, ya que la Fundación Artemisan ha realizado un informe con los datos oficiales que las comunidades autónomas nos han facilitado, donde se detallan las áreas de distribución de las 400 manadas que actualmente tenemos en nuestro país.
Este informe, que la Comisión Europea ha dado por bueno, arroja un crecimiento de un 26 % en el año 2023, con respecto al último censo del año 2014. Los números no engañan, los datos se imponen tozudos frente al relato del MITECO y sus grupos afines, además de subvencionados. Si crecen de forma exponencial las predaciones, no será una consecuencia directa de un mayor número de lobos…
Demonizar la caza y a los cazadores junto a los ganaderos como si fuéramos delincuentes que se aprovechan de las subvenciones por ataques, erigiéndose ellos en los salvadores del cánido, es hacer un flaco favor al colectivo metiendo a la “zorra en el gallinero”.
Señores Condes, qué pensáis que creen los ganaderos criadores de ganado morucho de la comarca de Alba de Tormes o los criadores de ganado bravo más allá de vuestras lindes. El fanatismo de estos pseudodefensores de la naturaleza está servido y leer la sarta de tonterías junto con los mantras armados de mentiras que utilizan los dueños del latifundio, es de juzgado de guardia.
Es una vergüenza encontrarse con esta situación para los ganaderos, para diversión de unos pseudoecologistas. Foto: Isidro Borrego.
El número de ataques y cabezas de ganado muertas por daños de lobo en Castilla y León ascienden en 2023, hasta alcanzar 3.558 ataques, suponiendo un aumento del 16 % respecto de los registrados en 2022 (3.058) y de un 33% respecto de los del año 2021 (2.669).
El número de animales muertos, pues la mayor parte de las veces las víctimas son múltiples, alcanza las 5.566 cabezas en el 2023, incremento de un 9% respecto al año 2022 (5.118) y de un 30% respecto de las del año 2021 (4.288) cuando el lobo se incorporó en el LESPRE. (Fuente: Comunicación de la Junta de Castilla y León).
En el caso de Salamanca, de 356 reses muertas en el año 2021, la cifra desciende a 70 animales en el 2022. Desafortunadamente, la consolidación de datos por predaciones del 2023 no se producirá hasta bien entrado el año en curso. Otro problema que tenemos por parte de la Administración en esta comunidad: la falta de personal especializado para hacer inventario y seguimiento de daños en el medio rural, producidos por la fauna salvaje. Ya que no olvidamos también los daños producidos por la creciente población de meloncillos y aves necrófagas.
Desde el 27 de abril del presente año sólo en una de las subcomarcas de Vitigudino, en los pueblos de Encina de San Silvestre, Santa María de Sando y Villaseco de los Gamitos, las muertes por animales de ese grupo de lobos han ascendido a 70 bajas de ovino.
En la zona de las fincas Pelilla, Estacas y Estaquillas, Torremur, sur de Sayago, pero dentro de Salamanca, otro grupo de lobos han matado en las últimas semanas cinco cochinos ibéricos, diez más mordidos y varios becerros muertos, por lo que el número de bajas ya supera a las muertes de todo el 2022.
La vecina provincia de Ávila, sin embargo, aglutina el 30% de los animales muertos en Castilla y León, con 1.652, y un incremento de daños del 2021 de un 11%. También la provincia de Segovia ha sufrido más de 1.000 bajas de ganado durante el año 2023, concentrándose al sur del Duero la mayor proporción de ataques de las cuatro comunidades del noroeste español.
El lobo impacta sobre las ganaderías pequeñas causando más del 85 % de las muertes de animales en ese tipo de explotaciones.
Foto: Isidro Borrego.
Los ganaderos y agricultores vecinos del latifundio del “conde de mirada pastueña” estarían encantados de que se crease un parque temático de adoración al lobo y a la diosa Luperca, y que dedicasen los miles de hectáreas al amor tántrico y a la traslocación con signo cósmico del alma de la “condesa con plumas en el pelo”, como propugna en su perfil de Instagram. Pero previamente cercando todas las lindes de sus fincas, para que los cochinos no salgan a hozar por las noches fuera del acotado.
Los cultivos ecológicos es lo que conllevan, una menor productividad que no tiene que asumir los agricultores de los términos colindantes, por eso la fauna busca sustento fuera de las fincas de Gallegos de Crespes y Gómez Velasco, destrozando las siembras de los pueblos de Larrodrigo, el Tomillar y Chagarcia Medianero entre otros.
Y, por supuesto, que la malla perimetral sea anti-lobos para que solo les coman a ellos los becerros, pues las innumerables ganaderías de la zona no tienen por qué asumir los ataques por las chifladuras de los” hippys del acotado”.
Salir en prensa asumiendo las premisas de Gretta Thunberg y de un supuesto biólogo que les ha vendido las palabras de un glosario medioambiental para retorcerlo todo, ”Airhón” el dios Vetón, reparador de vida y paisaje, con el que han titulado su fundación para amparar todo el proyecto. Que sería un proyecto sin una fundación, que también desgravan…
No hay más que verlos para comprender que no saben nada de campo ni de lobos. El eslogan que proponen es muy interesante: “Restaurar la naturaleza es restaurar el alma del mundo”. Como propone la señora Condesa, de la oligarquía progresista y supuestamente intelectual, el rewilding “ayudará a un espacio transversal más allá de los límites de nuestras fincas”. Se deben de pensar que todo lo que está más allá de las lindes también es suyo. Esperemos que el final de este cuento, cargado de eufemismos, no sea el de Caperucita, que lleva toda la pinta.
A ellos les da igual la renta cinegética, las muertes por ataques dentro y fuera de la finca. Jugar a ser ganaderos y protectores de la naturaleza implica responsabilidad hacia el resto de las explotaciones colindantes, está claro que les preocupa poco si el lobo les mata los becerros. Como decimos en mi tierra, “mírale a los zapatos al que tienes enfrente y sabrás a qué se dedica”, que, aunque vivan en el campo, no han braceado una vaca, vacunado un perro o desahijado una paridera.
Restos de un becerro atacado por los lobos en un explotación de Chagarcía Medianero (Salamanca). Foto: Isidro Borrego.
Como decía Félix Rodríguez de la Fuente, el lobo debe estar circunscrito a áreas donde no genere problemas con los intereses del hombre, en especial de los ganaderos. Yo añado que los lobos son incompatibles con la ganadería extensiva, sólo tiene justificación la coexistencia con lobos en zonas donde la “ganadería sea de acompañamiento”. Y, por supuesto, un control poblacional férreo, con estudios y censos frecuentes. Y donde el lobo genere problemas, pago rápido de indemnizaciones que cubran el lucro cesante y la caza de los ejemplares conflictivos.
Siento haberles amargado a los señores Condes el día, pero es que aquí fuera de sus lindes vivimos seres humanos que criamos vacas y sembramos la tierra desde antes que decidieran venir a jubilarse a esta provincia. Protejamos “Charrilandia Rewilding”, que en mi casa me educaron pensando primero en las personas y después en amar a la naturaleza intensamente y, por ese orden, defender el rural es la base de la fijación de población.
La población de lobos crece al norte y sur del Duero, la expansión hacia el sur y el oriente peninsular ya es un hecho que, esperamos, sea subsanado de inmediato autorizándose la caza del lobo, como se hacía antes de la inclusión del canido en el Lespre. La caza del lobo es la única forma de mantener a raya sus poblaciones como ocurre en otros países donde los conflictos con la ganadería y los aprovechamientos cinegéticos se ven comprometidos.
Para que los más de 10.000 animales muertos por los lobos en el 2023 no vayan a más, pues la cifra no deja de crecer, tendremos que establecer cupos de gestión que abarquen el 20 % de los lobos que nacen cada año, además de los lobos adultos conflictivos.
¡Viva la caza!, que es la mejor forma de gestionar las poblaciones de animales salvajes, sean ungulados o grandes carnívoros y si los “pijos progres” quieren estar entretenidos en dedicarse a restaurar la naturaleza, al menos que no generen más problemas con los ganaderos y agricultores del entorno.
Por Isidro Borrego Navalón