Montear es tradición

Tradición es una palabra que siempre nos traslada al pasado, a recuerdos grabados en la memoria, a normas no escritas, a costumbres arraigadas a lo largo de los años que se transmiten generación tras generación y, sobre todo, a respeto por nuestros antepasados.

La tradición forma parte de muchos aspectos de nuestra vida y si nos adentramos en el mundo cinegético, y muy especialmente en nuestra montería española, podemos decir que es una de las modalidades de caza cuya existencia se rige desde antaño por muchas tradiciones que le dan un valor inigualable y único en el mundo.

Montear no es colocarte en un puesto, cargar el rifle y pegar tiros; es mucho más ¡y el que no tenga esa filosofía a la hora de colocarse en una postura nunca llegará a entender totalmente la esencia de la montería!

Para cualquier montero que se precie, las tradiciones forman parte de su comportamiento en la sierra, le acompañan en cada montería en la que participa y siempre trata de compartir con otras personas, monteros como él, que tienen el mismo sentido del respeto por esas tradiciones tan arraigadas en nuestra montería española.

Aprendiendo de los que saben

La mejor forma de aprender las tradiciones monteras es dejarse guiar por personas con conocimiento, que lleven sobre su espalda un morral lleno de vivencias a lo largo de los años y con historias para contar a los futuros monteros, ya sea andando en el monte o al calor de una reconfortante lumbre.

Sabios consejos que un padre montero da a su hijo en el puesto, del veterano rehalero que ajusta el cuchillo y los zahones en la cintura del joven perrero y le enseña a formar una verdadera rehala, o del orgánico que va enseñando a su sucesor los entresijos de como preparar correctamente una montería.

Ellos serán los encargados, con su sabiduría, de inculcar las tradiciones a las generaciones venideras con un objetivo claro: que nunca se pierdan en el olvido.

Y los jóvenes de hoy, cuando el paso de los años les dé esa misma sabiduría, transmitirán las enseñanzas que un día recibieron de sus maestros. 

Tradiciones monteras

La montería es una liturgia, una representación de una forma de cazar única y en la que intervienen muchas figuras con una misión concreta cada una.

Y esa misión que cumplen siempre está sostenida por tradiciones arraigadas en el tiempo, marcando las pautas a seguir y que cualquier montero que se precie conoce a la perfección.

Las manos que mecen las migas: personas de campo, curtidas por el frío serreño y que, al alba, lentamente dan textura y sabor a este desayuno montero.

Una tradición que nos da la oportunidad de compartir momentos, calmar los nervios saboreando un manjar típico de nuestro campo y disfrutar con los amigos monteros de un desayuno, gracias a esas manos de mujeres y hombres que aprendieron su arte culinario de sus ancestros.

El sorteo: momentos de nervios, de ilusiones y de incertidumbre. El sorteo es un acto tradicional de la montería con toda su parafernalia montera y es el que determina la suerte de cada cazador. Merece la pena ver la expresión de un montero cuando coge su tarjeta y ve que es el puesto del que todo el mundo habla y quería tener.

El rezo de la Salve Montera: un acto que nunca se debe perder. Ya realizado el sorteo y antes de salir las armadas, es obligada una oración para pedir a nuestra Patrona mucha suerte y que nos proteja ante los avatares del monte.

El respeto por las rehalas: siempre mantendré con firmeza y tesón la importancia que tienen las rehalas en nuestra montería; sin ellas, no existiría.

Tradición montera pura, olor a cuero curtido, textura de frío acero, carreras y ladras de los valientes, animadas por la voz ronca del perrero y acordes de caracola retumbando por las umbrías y solanas.

El saber estar en un puesto: tradiciones marcadas por normas, en muchos casos no escritas, y que, como ya he comentado, normalmente se transmiten de generación en generación.

La tradición montera marca las pautas a seguir, cómo te tienes que comportar en tu postura, dónde puedes disparar y dónde no, el respeto hacia el resto de cazadores, perreros y demás personas que están en la sierra durante el tiempo que dura la batida.

El noviazgo montero: hecho con orgullo, con respeto hacia el nuevo montero. Una tradición que nunca se debe perder y que marca el inicio de una vida montera para el recién diplomado en el noble arte de la montería.

Los arrieros y sus mulas: figura tradicional y que forma parte de la estética de la montería cuando la batida ya se da por finalizada. Sin ellos y sus inseparables mulas muchas reses se quedarían el monte. Ver cómo se recogen las reses en el monte por los arrieros es tradición pura y una figura que forma parte de la estética de la montería desde hace muchos años.

El futuro

Las tradiciones monteras siguen vigentes y son las que dan valor a la montería y a su imagen.

Los cazadores españoles somos unos privilegiados por poder practicar esta modalidad de caza, única en el mundo: en nuestro territorio tenemos las mejores sierras, un mundo rural con sabor añejo a pueblo, las mejores viandas camperas curadas a fuego lento y unas tradiciones que dan sentido a la montería española.

Cada temporada nos visitan un sinfín de cazadores extranjeros que vienen buscando la esencia de la montería, sabedores de que esta manera de cazar no la van a encontrar en otro lugar y, por lo tanto, estamos obligados a darle el valor que realmente se merece.

Si volvemos la vista atrás, en muchos casos, la montería actual no tiene nada que ver con aquellas que se celebraban hace unos cuantos años: monterías sin prisas, sin el ansia de acaparar el mayor número de trofeos en tu puesto, respetando a los perreros y sus valientes, y disfrutando de tus lances y los de tus vecinos de puesto… ¡A esto le llamo tradición!

Afortunadamente, todavía quedan reductos en los que se intenta respetar al máximo cada tradición de la montería, dando más valor al cómo que al cuánto y procurando siempre montear con respeto e intentando mantener las tradiciones.

Orgánicos que, con una correcta visión de negocio, han sabido dar valor a estos aspectos tan importantes de la montería, intentando en todo momento respetar las tradiciones, darlas a conocer a cazadores de todos los rincones del mundo y dar el valor añadido que se merece cada jornada montera.

Yo, por mi parte, seguiré intentando montear como me enseñaron mis maestros, con respeto, disfrutando de cada momento y convirtiendo cada día en un cúmulo de ilusiones, sensaciones y disfrute pleno de nuestras sierras.

Unas veces desde un puesto de testero, rifle en mano, y otras tronchando jaras junto a los valientes y disfrutando al máximo de esta gran pasión que tenemos todos los monteros.

Si todos los que formamos parte del mundo de la montería respetamos, defendemos las tradiciones y tratamos de inculcarlas a las generaciones venideras, esta seguirá ocupando durante mucho tiempo ese lugar tan importante en nuestra cultura cinegética.

Y, para finalizar, recuerdo una frase que debemos tener muy presente siempre: Venari non est occidere, esto es, Cazar no es matar.

 

Carlos Muñoz.