Autor: Fernando Feás Costilla
Abogado medioambiental.
Parece que con la patadita en el trasero que le dieron al anterior Director General de bienestar animal, la cosa se ha calmado un poco. Su sustituto, José Ramón Becerra, al menos tiene estudios. Los amigos vascos con los que he hablado, me comentan que es una persona dialogante y que busca consensos, aunque militara en Equo. No se puede ser perfecto. Es más ecologista que animalista, lo cual es de agradecer. Y la ley que sacó el Gobierno Vasco y que él negoció, es mil veces mejor que la burrada que perpetró el Ejecutivo de Sánchez, sin consultar a casi ninguno de los interesados.
Ya se han llegado acuerdos en la Comunidad Autónoma vasca y en la extremeña para modificar algunos puntos de la ley que eran de difícil aplicación. Ambas regiones reciben de vuelta algunas de las competencias que les había robado la LBA, y que de seguir como estaban, difícilmente hubiesen pasado el filtro del Tribunal Constitucional. Los Ayuntamientos vascos y extremeños no tendrán que disponer de un servicio veterinario 24 horas mientras las listas de espera en los hospitales para humanos son desesperantes, ni gestionar las colonias felinas que acaban con aves y reptiles autóctonos.
En Extremadura han conseguido que la cría doméstica de especies silvestres sea regulada por la propia Comunidad. El sinsentido de que se considerase “silvestre” a una pareja de agapornis o de guacamayos que llevan decenas de generaciones reproduciéndose en nuestras casas, sin ningún riesgo de ser especies invasoras, parece que puede llegar a su fin.
Uno de los argumentos más utilizados por el animalismo radical es la supuesta peligrosidad de ciertos animales exóticos, como serpientes arañas o iguanas. No acabo de comprender muy bien que a alguien le guste tener una pitón en un acuario, pero el reptilero que la tiene, tampoco comprenderá que yo sea capaz de levantarme a las 6 de la mañana, hacer 230 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta con mi halcón aplomado para cazar una perdiz, y que me vuelva por la noche empapado y exhausto sin haber visto una siquiera. Pero a lo que vamos. ¿Son peligrosos o no?
Ante la ideología analfabeta, datos: Fauna seguros ha compartido los datos de siniestralidad de sus asegurados durante cuatro años, de 2020 a 2023. De casi 1.400 animales ¿saben cuántos siniestros se han producido en este periodo? Pues cero patatero. None. Nada de nada. Y mira que hay de todo; aves, mamíferos, ofidios, artrópodos… Pero, vamos, que ni un solo siniestro.
Estos datos son absolutamente fiables. Fauna seguros y Caser no pueden engañar al hacer pública esta información, les meterían un puro descomunal y les prohibirían trabajar en el sector.
Así que ya saben. Cuando alguien les cuente que está bien eso de prohibir los animales exóticos porque son muy peligrosos, respondan con información contrastada. Estos bichos no han mordido a nadie, no han arañado a nadie, no han envenenado a nadie, no han causado problema alguno. A lo mejor a nosotros no nos gustan tanto, pero dejemos que cada uno disfrute con lo que le plazca.
Fernando Feás Costilla
Abogado medioambiental. TROFEO