El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) registró el 6 de abril una vivienda y dos naves en una finca de la localidad valenciana de Bétera dentro de la denominada ‘Operación Valcites’, mediante la que ha quedado intervenida una colección particular compuesta por 1.090 animales disecados y 198 colmillos de elefante. El propietario original de la colección, un empresario valenciano fallecido en 2014, «no era un furtivo». Con estas palabras ha lamentado una nieta del empresario el suceso que ahora se encuentra en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Llíria.
«Mi abuelo no era cazador furtivo, no pasas un elefante por aduanas si no es legal», ha explicado Escarlata, nieta del empresario e hija del único investigado, el hijo mayor que estuvo presente durante el registro. «Nunca hemos ocultado nada —prosigue la nieta—, todo el mundo sabía que existía esta colección y la intención era hacer un museo abierto al público para que todos los valencianos pudieran contemplar animales que de otra forma jamás podrían ver».
La investigación está abierta por un delito contra la fauna, flora y contrabando en espera de que se coteje toda la documentación presentada para certificar la procedencia de los trofeos y colmillos precintados. La familia del investigado y diversas fuentes han acreditado a un periódico levantino que las piezas intervenidas se cazaron mayoritariamente en la década de los 60 y 70, y que entraron en Valencia a través de su puerto con las respectiva documentación de origen, fecha y lugar de captura. Se afirma además que altos cargos políticos, mandos policiales y de la Guardia Civil han visitado las naves donde se encuentra la colección privada sin que en ningún momento se hiciera mención a su posible ilegalidad.
El empresario fallecido dejó en herencia la colección precintada a sus dos hijos. El mayor, con el 55% de la misma, se trasladó a la vivienda de su padre y era el que estuvo presente durante el registro efectuado por el Seprona. La familia teme que el precinto de las naves por mucho tiempo pueda repercutir negativamente en las piezas disecadas, que necesitan de un mantenimiento periódico por parte de taxidermistas.