Para la entidad, el borrador es un despropósito que responde una vez más a cuestiones ideológicas y presiones por parte de determinados colectivos animalistas, dejando de lado no solo la evidencia científica, sino también la realidad que viven los habitantes de una España vaciada cada vez más asfixiada.
En este sentido, Fundación Artemisan considera que el texto abre la puerta a la realización de traslocaciones y reforzamiento poblacional, lo que haría que, por ejemplo, pudiesen liberarse lobos en Sierra Morena, simplemente mediante la realización directa de un estudio o plan.
En la misma línea, contempla un plan autonómico de control en situaciones con reiterados casos de depredación, pero no habla de abatimiento de ejemplares, por lo que se podría contemplar la captura y liberación en otras localizaciones geográficas, trasladando el problema a ganaderos de otras zonas. Todo ello sustituyendo el aprovechamiento cinegético de la especie por medidas que deberán sufragar las administraciones mediante los impuestos de todos los españoles.
Igualmente, Artemisan destaca la inclusión de medidas contradictorias, como la limitación de vallados en zonas de lobos, mientras se apuesta por la incentivación para el abandono de cadáveres de ganado para aumentar la disponibilidad de carroña, regulado en el Decreto 1632/2011, que establece que estos comederos deberán disponer de una zona acondicionada y delimitada cuyo acceso esté restringido a los animales de la especie que se desea conservar, si fuera necesario por medio de vallas.
Para la Fundación, es elocuente que la estrategia pretenda promover una gestión consensuada, cuando parte directamente de la inexistencia de consenso, como se ha podido comprobar a la hora de la inclusión del lobo en la Lista de Especies Silvestre en Régimen de Protección Especial.
No menos llamativo es que, dentro de las medidas de comunicación y educación ambiental, se plantee la creación de un “código deontológico” de comunicación e información sobre el lobo, vinculando a colectivos y asociaciones de periodistas, para dar forma a un mensaje controlado, condicionando así la libertad de información y el buen hacer de los profesionales de la comunicación.
En esta misma línea de control, se establece que en el grupo de trabajo del lobo solo tendrán cabida para participar aquellos que demuestren “interés y bagaje” en tareas proactivas a favor de la convivencia del lobo con humanos, limitando de esta manera la participación de científicos, técnicos o gestores, entre otros.