Un grupo de científicos ha revelado que el Anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar Animal que está desarrollando el Gobierno entra en conflicto con varias leyes y estrategias europeas para la conservación de la biodiversidad. En concreto, la normativa que se pretende aprobar fomenta las colonias de gatos urbanas, que son grupos de felinos callejeros que reciben cuidados continuados por parte de algunos ciudadanos. Para los investigadores, que califican a los gatos como «los depredadores no nativos más dañinos para la biodiversidad», estas colonias crearán «ecosistemas homogéneos dominados por un puñado de especies privilegiadas».
Científicos de la Universidad Pablo de Olavide y la Estación Biológica de Doñana – CSIC han publicado un escrito en una revista científica, titulado Las leyes de bienestar animal no deberían proteger a los gatos callejeros por comprometer la biodiversidad, en el que ponen de manifiesto las deficiencias del Anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar Animal. En la publicación también ha participado personal investigador de la Universidad Miguel Hernández, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados – CSIC-UIB y del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología – CSIC.
Los investigadores señalan que las colonias de gatos que se fomentan en el Anteproyecto de Ley y desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) suponen una contradicción del propio ministerio, porque si se comprometen a alcanzar los retos de la Agenda 2030, proponer ahora esta normativa supondría efectos contrarios. «Priorizar el bienestar de unas pocas especies a las que les hemos dado unos privilegios por encima de la conservación de otras especies menos favorecidas, del funcionamiento de los ecosistemas y de la biodiversidad global provocará que tengamos ecosistemas homogéneos dominados por un puñado de especies privilegiadas», explican.
La nueva ley que se pretende sacar adelante pretende garantizar y proteger las colonias de gatos a cuenta de las administraciones públicas, además de reconocer un estatus oficial a las personas que los cuidan voluntariamente. La Anteproyecto de Ley prohíbe el sacrificio de los gatos, reemplazándolo por el control de fertilidad por ser “más ético”. Los investigadores señalan que esta estrategia resulta ineficaz de manera frecuente, por lo que finalmente este control de fertilidad se tiene que hacer de manera continuada en el tiempo. Además, ocurre que, en muchas ocasiones, el número de gatos, en lugar de disminuir, aumenta tanto en ciudades como en áreas rurales, lo que provoca impactos sobre la biodiversidad de manera constantes y a largo plazo.
Por otra parte, se ha constatado que «la depredación que hacen los gatos es la principal causa de la mortalidad de pequeños mamíferos y aves, por encima de atropellos, envenenamientos o la caza», afirma Miguel Clavero, de la Estación Biológica de Doñana – CSIC. En muchas zonas, los gatos callejeros son los principales depredadores, ya que sus poblaciones son mucho más abundantes que las de los depredadores silvestres más comunes. «Los impactos sobre la biodiversidad que ocasionan los gatos son especialmente graves en las islas y esta ley socavará, sin ninguna duda, los planes de conservación de especies endémicas y amenazadas de las Islas Canarias y Baleares», adelantan los científicos.
Además de los efectos nocivos sobre otras especies, como aves y pequeños mamíferos, los gatos tiene un papel en la dinámica de las enfermedades debido a la alta densidad de ejemplares en sus colonias y a sus intensas interacciones entre gatos de la misma colonia y con gatos con dueño. Así, los gatos fueron el origen del brote de leucemia felina que casi terminó con la población de linces de Doñana en 2007 y son el reservorio de Toxoplasma gondii, un parásito que genera serios problemas de salud pública.
Para los científicos que han firmado este escrito, una ley que pretenda garantizar la protección del bienestar animal no debe chocar frontalmente con las estrategias de conservación. Como ejemplo, señalan que esta normativa debería enfocar la gestión de las especies invasoras a su eliminación total, y en el caso de los gatos callejeros se debería reducir los impactos negativos que provocan, minimizando su número en el menor tiempo posible y limitando el acceso al exterior de los gatos domésticos al máximo. Es importante, destacan los autores, crear conciencia social sobre los efectos que los gatos producen en su entorno tanto sobre la biodiversidad como sobre la salud pública.